Immanuel Wallerstein/LaJornada
Hacer predicciones en
el corto plazo (para uno o dos años) es un juego tonto. Hay demasiados
vuelcos y giros en el mundo real político/económico/cultural. Pero
podemos intentar hacer afirmaciones plausibles para el mediano plazo
(una década o más) basados en un marco teórico trabajable, combinado con
un sólido análisis pragmático de tendencias y limitaciones.
Immanuel Wallerstein |
normal, de acuerdo con reglas y estructuras que crea, y luego, en cierto punto, el sistema se aparta demasiado del equilibrio y entra en una crisis estructural. Tercero, que nuestro actual sistema-mundo ha sido un sistema polarizante, en el que existe una brecha que crece constante entre los Estados y al interior de los mismos.
Ahora estamos en una crisis estructural así, y hemos estado en ella por unos 40 años. Continuaremos en esta crisis por otros 20 a 40 años. Este es el promedio de tiempo que dura una crisis estructural en un sistema histórico social. Lo que ocurre en una crisis estructural es que el sistema se bifurca, lo que esencialmente significa que emergen dos modos alternos para finalizar la crisis estructural cuando colectivamente se
eligeuna de las alternativas.
La principal característica de una crisis estructural es una serie de fluctuaciones caóticas fuertísimas de todo –los mercados, las alianzas geopolíticas, la estabilidad de las fronteras estatales, el empleo, las deudas, los impuestos. La incertidumbre, en el corto plazo, se vuelve crónica. Y la incertidumbre tiende a congelar la toma de decisiones económicas lo que, por supuesto, empeora la situación.
He aquí algunas de las cosas que podemos esperar en el mediano plazo. Casi todos los Estados enfrentan, y seguirán enfrentando, un apretón entre la reducción del ingreso y el incremento de los gastos. Lo que casi todos los Estados están haciendo es reducir los gastos en dos maneras. Una ha sido recortar (o incluso eliminar) muchísimas de las redes de seguridad que se han construido en el pasado para ayudar a la gente ordinaria a lidiar con las múltiples contingencias que enfrenta. Pero hay un segundo modo también. Casi todos los Estados están recortando las transferencias de dinero a las entidades estatales subordinadas –las estructuras federativas, si el Estado es una federación, y los gobiernos locales. Lo que esto hace es simplemente transferir la necesidad de incrementar impuestos a estas unidades subordinadas. Si hallan esto imposible pueden ir a la bancarrota, lo que elimina otras partes de las redes de seguridad (notablemente las pensiones).
Esto tiene un impacto inmediato en los Estados. Por un lado, los debilita, conforme más y más unidades buscan escindirse si lo consideran ventajoso económicamente. Pero por otro lado, los Estados son más importantes que nunca, conforme las poblaciones buscan refugio en las políticas proteccionistas (mantener nuestros empleos, no los suyos). Las fronteras estatales siempre han cambiado. Pero hay la perspectiva de que cambien con mucha mayor frecuencia ahora. Al mismo tiempo, las nuevas estructuras que vinculan los Estados existentes (o sus subunidades) –tales como la Unión Europea (UE) y la nueva estructura sudamericana (Unasur)– continuarán floreciendo y jugando un papel geopolítico creciente.
Los malabares entre los múltiples sitios del poder geopolítico
se tornan mucho más inestables que nunca en una situación en que
ninguno de estos sitios estará en posición de dictar reglas
interestatales. Estados Unidos fue alguna vez un poder hegemónico con
pies de barro, pero que sigue siendo lo suficiente poderoso como para
provocar daños por torpeza. China parece tener la posición económica
emergente más fuerte, pero es menos fuerte que lo que ella misma o los
otros piensan. El grado al que se acerquen Europa occidental y Rusia
sigue siendo una pregunta abierta, y sigue estando en la agenda en ambos
lados. El modo en que India juegue sus cartas sigue siendo algo que en
gran media no ha decidido India. Lo que esto signifique para las guerras
civiles como la de Siria, hasta ahora tiene que ver con cómo quienes
intervengan desde fuera se cancelen mutuamente y los conflictos internos
se organicen más que nunca en torno a grupos de identidad fratricidas.
Reiteraré mi postura largamente argüida. Al final de la década
veremos algunas realineaciones importantes. Una es la creación de una
estructura confederada que vincule a Japón a una China (reunificada) y a
una Corea (re-unida). La segunda es una alianza geopolítica entre esta
estructura confederada y Estados Unidos. Una tercera es una alianza de facto
entre la Unión Europea y Rusia. Una cuarta es la proliferación nuclear a
una escala significativa. Una quinta es un proteccionismo generalizado.
La sexta es una deflación mundial generalizada, que puede tomar dos
formas –sea una reducción nominal de los precios o inflaciones rampantes
que tienen la misma consecuencia.
Obviamente, éstos no son resultados felices para casi nadie. El
desempleo mundial aumentará, no va a caer. Y la gente ordinaria sentirá
los pinchazos de forma muy severa. La gente ya ha mostrado que está
lista para responder luchando de múltiples formas, y esta resistencia
popular crecerá. Nos encontraremos en medio de una vasta batalla
política para determinar el futuro del mundo.
Aquellos que tienen riqueza y privilegios hoy no se sentarán sin
hacer nada. Será más y más claro para ellos que no pueden asegurar su
futuro a través del sistema capitalista existente. Buscarán implementar
un sistema que no se base en un papel central del mercado, sino en una
combinación de fuerza bruta y engaño. El objetivo clave es asegurar que
el nuevo sistema garantice la continuación de tres rasgos clave para el
actual sistema –jerarquía, explotación y polarización.
Por otra parte, habrá fuerzas populares por todo el mundo que
buscarán crear una nueva clase de sistema histórico, uno que todavía no
ha existido, uno basado en una democracia relativa y una relativa
igualdad. Es casi imposible de prever lo que significará esto en
términos de las instituciones que el mundo podría crear. Aprenderemos en
la construcción de este sistema en las décadas venideras.
¿Quién ganará esta batalla? Nadie lo puede predecir. Será el
resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas emprendidas por una
infinidad de nanoactores en una infinidad de nanomomentos. Y en algún
punto la tensión entre las dos soluciones alternativas se inclinará
definitivamente en favor de una o la otra. Esto es lo que nos brinda
esperanza. Lo que cada uno de nosotros haga en cada momento acerca de
cada uno de los puntos inmediatos cuenta. Alguna gente le llama a esto
el
efecto mariposa. El batir de las alas de una mariposa afecta el clima de uno al otro extremo del mundo. En ese sentido, hoy todos somos pequeñas mariposas.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
Immanuel Wallerstein es director del Fernand Braudel Center de la State University of New York y
actualmente es senior fellow en Yale University. Es autor de más de una treintena de libros entre los que se cuentan El Moderno sistema mundial (3 vol), Después del liberalismo (ambos por Siglo XXI) y El
capitalismo histórico y el futuro de la civilización capitalista.
actualmente es senior fellow en Yale University. Es autor de más de una treintena de libros entre los que se cuentan El Moderno sistema mundial (3 vol), Después del liberalismo (ambos por Siglo XXI) y El
capitalismo histórico y el futuro de la civilización capitalista.
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