/Proceso/30 de mayo de 2013
Análisis
La línea 12 del Metro. Foto: Xinhua
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Si bien la corrupción y la impunidad
son parte del día a día en México, no por ello deben dejar de
denunciarse. Prácticas ilegales como éstas, empero, palidecen ante el
cúmulo de gravísimas irregularidades que, hoy por hoy, convierten al
Metro en una bomba de tiempo, lo que de hecho millones de usuarios
pueden fácilmente intuir. No hablo en sentido figurado, sino literal,
más aún cuando la información que expondré enseguida la obtuve de
documentos oficiales, así como de testimonios de varios trabajadores de
ese sistema de transporte, quienes, además, me acompañaron en un
recorrido por diversas estaciones e instalaciones, lo que me permitió
observar de manera directa insuficiencias y corroborar sus dichos.
Veamos.
Primero. Hace tres años se hizo una consulta para subir el precio del
boleto del Metro de dos a tres pesos a cambio de seguridad. Los
consultados estuvieron de acuerdo y, aunque desde el 2010 cuesta tres
pesos el ingreso, la seguridad no ha mejorado. Está previsto que cada
estación cuente con dos escaleras eléctricas y una fija. El problema es
que buena parte de las escaleras eléctricas no funcionan en virtud de
las cargas de energía mal distribuidas. En caso de un siniestro, los
pasajeros pueden quedar atrapados en su intento de salir. La Línea 12
–que es concesionada– estuvo planeada y licitada para contar con 24
estaciones, pero casualmente se entregaron sólo 20, es un caso de
corrupción clarísimo que la sociedad desconoce. Por esa razón, en dicha
línea los transbordos son larguísimos. El más prolongado es el de la
estación Atlalilco, donde el pasajero que pretende transbordar debe
caminar un kilómetro, y si bien existen bandas transportadoras, casi
nunca sirven.
Asimismo, el Metro, integrado por 12 líneas, cuenta con una red de
fugas de seguridad en perjuicio de los millones de usuarios. El punto
nodal es que la seguridad del Metro no tiene como propósito proteger a
los pasajeros, sino evitar daños a las instalaciones. Los 10 “binomios” o
detectores de metales comprados, además de ser adquiridos por
invitación restringida, no funcionan, como todo pasajero lo puede
constatar.
Segundo. Los baños en el Metro –que son un negocio por ser
concesiones– no tienen ningún mecanismo de seguridad, por lo que
cualquier aspirante a terrorista podría fácilmente colocar una bomba.
Los miembros del denominado Agrupamiento 70, integrado por la Policía
Bancaria, la Auxiliar y la Fuerza de Reacción que se encarga de la
seguridad del patrimonio del Metro, sólo están ubicados en los
torniquetes y eventualmente en los andenes con el único fin de dosificar
usuarios cuando hay retrasos en los trenes o en los momentos de mayor
afluencia para separar las secciones de mujeres y niños. Este
agrupamiento carece de armas largas, detectores de metales y, lo más
importante, de la instrucción de cuidar a las personas, que son la
razón de un servicio público pagado con los recursos de la comunidad. En
la nómina del Agrupamiento 70, que depende de la Gerencia de Seguridad
Institucional, aparecen casi 3 mil elementos, de los cuales más de 30%
son “aviadores”, “comisionados” o similares.
Además de los propios eventuales ataques externos al Metro y a sus
pasajeros, las “zapatas” que cada tren tiene y que son balatas de madera
recubiertas de líquido no flamable para frenar en cada estación, tienen
problemas por su volumen y falta de mantenimiento; en consecuencia, se
encienden con facilidad, ante lo cual el operador de cabina las “apaga”
con su extinguidor y sigue su trayecto, pudiendo generar un incendio de
terribles consecuencias. Cada año se reportan más de mil extintores
robados de las cabinas, por lo cual no todas disponen de uno.
El Metro tiene en su haber 3 mil 700 cámaras de monitoreo, de las
cuales sirven sólo una parte mínima por fallas de los servidores
encargados de sincronizarlas, además de que su memoria abarca cuando
mucho siete días y tienen una gran cantidad de puntos ciegos, lo que
impide que cumplan su cometido. El Puesto Central de Monitoreo registra
ausencia y, sobre todo, falta de capacitación de los monitoristas.
Tercero. En lo que se llama “seguridad líquida”, existen a lo largo
del Metro diversas cisternas e hidrantes para contener un eventual
incendio. Lo cierto es que las cisternas están al 20 o 30% de su
capacidad y los hidrantes tienen mangueras en mal estado o no existen.
Eso hace que en el mejor de los casos no haya presión en el agua
expulsada. La falta de agua de las cisternas es porque de ahí se
alimentan los negocios que están en diversas estaciones –también
concesionados–, con lo que cocinan, lavan, etcétera, aunque, por cierto,
esos negocios están prohibidos por la ley.
En la estación 7, la más profunda del Metro, existe lo que se
denomina “seguridad seca”, que consiste en un sistema que se alimenta de
las pipas de los bomberos que proveen de agua desde la superficie para
inyectarla a través de la tubería del Metro para combatir un incendio.
Aquí el problema es que no hay tubería porque está tapada por falta de
mantenimiento o sólo está prevista en el plano y no se construyó. Sobra
decir que las mangueras de los bomberos carecen de la extensión
necesaria para llegar hasta la estación. De esta suerte, en un incendio
podrían morir cientos de personas.
Sigamos. En el Conjunto Delicias (Delicias número 67) se localizan
tanto el Puesto Central de Monitoreo como el Centro Estratégico de
Operaciones, el que se encarga de que funcione el Metro. Junto a estas
neurálgicas áreas se ubica la fuente de energía del Metro. Se trata de
un transformador que genera 750 mil watts. El gravísimo problema es que
este transformador tiene 40 años sin mantenimiento de fondo. Los
trabajadores del Metro se cooperan para comprar partes mínimas del mismo
con el fin de que no explote. De explotar, no sólo podría privar de la
vida a niños que están al lado, en la guardería de los trabajadores del
Metro, sino a personas de varias manzanas a la redonda.
Es urgente que Federico Doring, Armando Tonatiuh González, Jesús
Sesma y Antonio Padierna promuevan la creación de una comisión especial
de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal con expertos para
realizar una auditoría técnica del Metro que afronte la corrupción y la
impunidad. La integridad personal de miles de mexicanos que el Gobierno
del Distrito Federal ha ignorado por hacer negocios personales no merece
menos.
evillanueva99@yahoo.com@evillanuevamx
www.ernestovillanueva.blogspot.com
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