José
Luis Avendaño C.
Dentro del clima
de violencia que se vive en el país en las últimas dos décadas, se agrega,
desde hace unos meses, el llamado bullying
entre los estudiantes, que como se refiere a la figura del toro y su embestida, se traduce como acoso escolar.
Este acoso,
que tiene varios niveles, desde poner un apodo
hasta los diferentes grados de violencia
física, hasta el asesinato, es tan antiguo, como la escuela misma. Aquí se
expresa un cierto dominio y poder de
uno o unos sobre otro grupo, como reflejo
de la escala de valores que se
aprende en la estructura familiar, y donde los medios (ahora potenciados por las nuevas tecnologías),
moldean hábitos y comportamientos. Es
la necesidad que se tiene de reconocerse parte de un grupo e identificarse como tal.
En las recientes semanas, se han conocido casos extremos de acoso, que han
terminado en la muerte de alguno de los acosados,
que se suma o, como afirmó el rector de la UNAM, es parte del clima de violencia que vive México desde hace tiempo.
Así, el bullying es, ya, un problema de seguridad pública, como
símbolo de la descomposición social que
se vive a varios niveles, comenzando, precisamente, con la familia y la
escuela.
Es un problema que, si bien nace en el seno de la
familia –cuya estructura ya no es la
tradicional: ambos padres e hijos—, se
manifiesta y reproduce, con intensidad, en
la escuela, incluido el nivel superior, de cara al ámbito profesional y de
trabajo.
Pero, ¿qué pasa cuando las condiciones de vida y/o trabajo impiden una mejor integración familiar y, al contrario, se
constituyen un factor de desintegración
social? Los bajos salarios, que obligan a buscar otra chamba, y a otros miembros de la familia a ocuparse en lo que sea, contribuyen a
este clima de inestabilidad e inseguridad.
De aquí a la violencia –como víctima o victimario—, sólo hay un paso.
Es curioso que, a tres años de que se incorporó el
tema de los derechos humanos en el artículo 3ro. Constitucional, vinculando educación y derechos humanos, a fin de
que sean incorporados en las materias de educación
cívica y de Ética, se haya
agudizado el aspecto del acoso escolar.
Comenzando por el hecho de que 2.3 millones de niños de entre cuatro y 14 años
de edad no asisten a la escuela, que
debiera ser un derecho. Un sistema o modelo escolar, en el que 20 de cada cien escuelas no cuenta con instalaciones sanitarias.
No por nada, Althusser puso al mismo nivel a la
escuela y a la televisión (los medios, en general, potenciados por las nuevas
tecnologías, como el internet),
llamándoles aparatos ideológicos de
Estado, que se encargan de transmitir
e internalizar en el individuo la ideología
de la clase dominante, haciéndola pasar por el interés general o nacional,
con lo que nos convertimos, inconscientemente,
en seres desclasados. Lo estamos
viendo, hoy, en Brasil, donde un balón que rueda desplaza a lo que ocurre en las calles, convertidas, éstas, en escenario de carnaval.
Por eso, nuestro o mi concepto de bullying, como el de (in)seguridad,
es mucho más amplio, y comprende, prácticamente, todo tipo de violencia: desde la estrictamente personal o
individual y familiar o de grupo, hasta la económica,
generada por la aplicación de un modelo
económico excluyente, a través de políticas y programas que inciden en el bienestar de la gente, o
de la gran mayoría. El resultado es
que tales políticas generan mayor
exclusión y violencia.
Las autoridades han tomado nota de la gravedad del
asunto y han decidido “agarrar el toro
por los cuernos”, al empezar una campaña
de sensibilización. Sin olvidar que la
raíz del problema es cultural o,
si se quiere, de cultura económica
(hoy, en los 80 años de la editorial del mismo nombre, que dio a conocer, en
español, a Marx, quien mucho tiene que decirnos acerca de la enajenación y la violencia económica).
En estas andamos, ya se sabe que lo último o lo más difícil de cambiar son las costumbres, hacia un nuevo referente cultural, en que la solidaridad –como valor— sustituya la competencia, como signo,
ésta, de aniquilamiento social.
Todavía estamos a tiempo.
joseluis_avendano@yahoo.com.mx
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