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viernes, 13 de junio de 2014

La TV y el impulso del BULLING MEDIATICO en México peligrosos repercusiones: al terminar la primaria un niño habrá visto 8000 asesinatos y 100,000 actos violentos

La Televisión comercial y el impulso del Bulling Mediatico en México
Javier Esteinou Madrid**
IberoPublicaciones
El poder real que ha conquistado la televisión mexicana sobre los campos de conciencia de los diversos auditorios nacionales, a largo plazo, ha producido en el país múltiples fenómenos culturales de diverso signo, entre los cuales destaca, en sentido negativo, la generación de diversas clases de violencia sobre los telespectadores. Violencia o bullying virtual entendido como la agresión simbólica, directa o indirecta, que un emisor produce sobre el psiquismo, el sistema emocional y la conciencia de los receptores bajo diversas modalidades comunicativas.

  Dentro de este fenómeno destaca de manera sobresaliente el ejercicio de la violencia simbólica o bullying mediático que se caracteriza por la exposición de una enorme gama de programas o escenas agresivas que contribuyen a crear un clima favorable para la expansión de la violencia psíquica y física al interior de otros ámbitos de la sociedad. Así, por ejemplo, por una parte, en México “al concluir la primaria un niño habrá observado en la pantalla alrededor de 8,000 asesinatos y 100,000 actos de violencia, una violencia que muchas veces podrá pasar desapercibida, pero que marca la vida de las personas y también de la comunidad”1; y por otra parte, al terminar la enseñanza secundaria un joven normal habrá pasado frente al televisor el doble del tiempo del que mantuvo como asistencia a la escuela, o sea nueve años. En dicho lapso su cerebro habrá registrado las imágenes de aproximadamente 150,000 episodios violentos y unas 25,000 muertes2.

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   En ese conjunto de exposiciones mediáticas un enorme porcentaje de los mensajes se dirigen con una fuerte carga agresiva hacia los niños con el fin de cautivar su atención. Por ejemplo, a través del segmento de las caricaturas los niños están expuestos a 582 actos de violencia a la semana, de los cuales 252 mensajes (43%) corresponden a la presentación de muertes por agresión. Es decir, un promedio de exposición de 58 actos violentos por hora. Esto propicia en los pequeños la generación de emociones, pensamientos y conductas antisociales que repercuten en el ámbito escolar y familiar a través de la descarga de sentimientos de intolerancia, odio y discriminación hacia el contexto que los rodea3.

   Incluso dicha realidad se ha incrementado en otros países al grado que en los Estados Unidos se calcula que actualmente los chicos están expuestos a más de 40,000 comerciales anuales y las imágenes violentas aparecen a razón de 25 veces por hora4. En Argentina se ha constatado que, al llegar a los 15 años, los adolescentes ya vieron medio millón de comerciales por televisión con su respectiva carga de fantasía o agresión dosificada5.

   Dentro de este marco socializante y de penetración de las industrias culturales electrónicas, especialmente en la población infantil, debemos considerar que los factores principales que determinan la recepción televisiva en los niños son su habilidad cognitiva, su proceso de maduración psicoemocional y el ambiente que los rodea. Frente a estos factores es importante contemplar que especialistas de la Asociación Americana de Psicología, en la Universidad  de Nebraska, demostraron que “es hasta los ocho años de edad cuando un pequeño apenas alcanza la capacidad de formarse un filtro cognitivo elemental de conocimientos o escepticismo que le permite automáticamente poner distancia del mensaje que recibe. Mediante ello, puede entonces diferenciar entre el contenido del mensaje que se transmite y la intención con la que el emisor la realiza; pero no obstante que ya se cuente con dicha facultad, esto no significa que necesariamente los receptores apliquen dicho sentido crítico o evaluativo sobre la información”6.

  La tendencia creciente del bullying mediático cobra mayor preocupación social cuando sabemos que en los primeros años de vida, los chicos están muy centrados en sí mismos y eso les genera muchas dificultades para ubicarse en la perspectiva del otro y ejercer distinciones. Así, desde las pantallas de televisión, instaladas cada vez más, en sus habitaciones, los pequeños reciben pasivamente múltiples informaciones que son incapaces de filtrar racional y críticamente, y a las que se adhieren con entusiasmo
Dicha incapacidad para diferenciarse de los otros los ubica en una posición particularmente frágil ante los mensajes de los medios electrónicos, particularmente, de la televisión, y los convierte en un objetivo de consumo indiscriminado muy codiciado para las empresas audiovisuales. Esta realidad es más delicada cuando los productos que se promueven van asociados con una estrategia de seducción virtual que promueve hábitos de salud nocivos, como el consumo de tabaco, alcohol, servicios para adelgazar o actitudes agresivas”7.

  Por otra parte, hay que considerar que “el impacto mental que el crimen televisado provoca en cualquier espectador, constituye una simulación peligrosa. Los adultos se pueden defender más de estas fantasías por su experiencia de vida acumulada y su desarrollo crítico alcanzado, pero los niños y los jóvenes, dan por hecho, por ejemplo, que un fuerte garrotazo en la cabeza de un contrincante le hace caer de forma muy chistosa y además se repone fácilmente del dolor. Por ello, es necesario que la escuela y los padres eduquen a los hijos frente a este tipo de alteraciones de la realidad. Deben explicarles, por ejemplo, que un golpe en la cabeza de cualquier ser humano puede provocarle un daño irreparable. Que el respeto a la integridad física de los demás es un deber fundamental y que la violencia es el estado más deplorable de la conducta humana”8.

  La presencia intensiva del prototipo de información violenta basada en el bullying mediático dio origen en México al modelo de Televisión Vampiro” para generar ratings que alimentan constantemente la programación de sus pantallas con series y escenas altamente violentas, sangrientas y sádicas que impulsan la exposición de la crueldad y lo morboso con el fin de atraer espectadores. Entre los principales programas que han impulsado tal modelo figuran “Duro y Directo”,“Ciudad Desnuda”,“Fuera de la Ley”,“Visión Urbana”, “Toma Libre” y “Metrópoli”. Dicho género audiovisual llegó a tales excesos que provocó diversas protestas y malestares comunitarios obligando a ser retirados provisionalmente por el  gobierno y los publicistas, pero, posteriormente, fue nuevamente reactualizado con otras series más ligeras pero bajo el mismo modelo televisivo como “Planeta Salvaje”, “Anatomía del Desastre”, “Lo Insólito”,“La Ley y el Orden”,“Primer Impacto”, etcétera.



   En este sentido, la programación comercial televisiva en México está “compuesta, cada vez más, por la difusión de la telebasura, caracterizada por la presencia del morbo, la agresión, el sensacionalismo y el escándalo, como palancas de atracción de audiencia”9. Esta situación cobra especial relevancia cuando recientemente en la Cámara de Diputados “la presión de las televisoras, a través de sus diputados en la telebancada, evitó que la reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión prohibiera la transmisión de programas con contenidos que promovieran estereotipos de género y la emisión de propaganda o anuncios de servicios sexuales. Solamente admitió definir que las empresas de radio y televisión evitaran la difusión de contenidos discriminatorios”10.

   Frente a este horizonte debemos tener presente que en los países altamente industrializados se ha comprobado que en la medida en que aumenta la exposición colectiva de suicidios en las imágenes televisivas, también se eleva el porcentaje de suicidios entre jóvenes y niños de las comunidades humanas; o en la medida en que se incrementan las exposiciones masivas de contenidos con violaciones sexuales hacia el sector femenino, se expande en la sociedad las agresiones sexuales contra las mujeres.

   Ante esta atmósfera violenta que se genera a través del bullying mediático como una forma moderna de diversión masiva, es necesario que la sociedad civil, las universidades y los centros de investigación creen Observatorios Mediáticos especializados para analizar metódicamente la presencia y expansión del fenómeno de la violencia en los medios electrónicos y confrontar dicha realidad escandalosa con el marco legal existente, los códigos de ética de las televisoras y los acuerdos deontológico de los profesionales que participan en la elaboración de dichos programas agresivos. Con ello, la sociedad civil organizada contará con instrumentos concretos para producir evaluaciones que muestren sistemáticamente a las diversas instancias del Estado evidencias científicas sobre el comportamiento mediático depredador, con el fin de que el gobierno actúe como instancia rectora en la materia y ponga límites a dicha conducta salvaje del duopolio televisivo.

  Por ello, la creciente acción del bullying mediático obliga a que el Poder Legislativo revise política y culturalmente el actual marco jurídico que hoy gozan los medios de difusión electrónicos para definir sus contenidos, y la responsabilidad social ineludible que les corresponde asumir ante la sociedad para mantener un comportamiento de servicio público y no sólo de mercado feroz sin límites que busca crear un modelo de comunicación parasitario para incrementar su proceso de acumulación de capital, a costa de lo que sea. De aquí la necesidad urgente de replantear en la Reforma Constitucional de las Telecomunicaciones y la Radiodifusión un cambio radical sobre la responsabilidad paupérrima que hoy desempeñan el Estado mexicano y las industrias culturales frente a esta realidad, con el fin de que el Estado enfrente vigorosa y éticamente el fenómeno del incremento de la violencia televisiva en nuestro país.


  De lo contrario, debido a la aceleradísima transformación global que vivimos en la actual etapa de la modernización nacional, de poco o nada servirá intentar corregir los pies económicos, los brazos tecnológicos, las manos laborales, el estómago agropecuario, los pulmones ecológicos del país, etcétera, a través de las reformas estructurales que realiza el gobierno. Si no se modifica el alma mental que da vida a nuestra sociedad, vía la comunicación colectiva, pues el cuerpo social, tarde o temprano, se volverá a desmoronar, y cada vez más, con mayor profundidad y violencia.
***
 NOTAS:                        
1 Vázquez Mota, Josefina, “Sociedad Civil y Medios de Comunicación”, Secretaría de Desarrollo Social, Gobierno de México, Simposium: “Sociedad Civil y Medios de Comunicación. El Despertar del Receptor”, Centro Mexicano de Filantropía, (CEMEFI), Hotel Camino Real, México, 8 y 9 de noviembre del 2005, versión estenográfica, página 5.
2 “La violencia televisada produce graves y prolongados daños síquicos en los niños”, Excélsior, México, 8 de agosto de 1992.
3 “Niños en México, expuestos a 58 actos violentos por hora en programas de TV”, La Jornada, México, 2 de junio de 2012, página 37.
4 “La televisión sin cerillos quemó una casa”, Excélsior, México, 7 de noviembre de 1993, y “Proponen enseñar a los niños a mirar televisión con sentido crítico”, La Nación (on line), Buenos Aires, 13 de marzo del 2004, www.lanacion.com.ar
5 Ibídem.
6 Ibídem.
7 Ibídem.
8 “La violencia televisada produce graves y prolongados daños síquicos en los niños”, Excélsior, México, 8 de agosto de 1992.
9 “Impide la telebancada que la ley de radio y TV prohíba programas que denigran a la mujer”, La Jornada, México, 20 de septiembre del 2013, página 22.
10 Ibídem.
DOCUMENTACIÓN CONSULTADA
“Impide la telebancada que la ley de radio y TV prohíba programas que denigran a la mujer”, La Jornada, México, 20 de septiembre del 2013. “La televisión sin cerillos quemó una casa”, Excélsior, México, 7 de noviembre de 1993, y “Proponen enseñar a los niños a mirar televisión con sentido crítico”, La Nación (on line), Buenos Aires, 13 de marzo del 2004, www.lanacion.com.ar “La violencia televisada produce graves y prolongados daños síquicos en los niños”, Excélsior, México, 8 de agosto de 1992.
“Niños en México, expuestos a 58 actos violentos por hora en programas de TV”, La Jornada, México, 2 de junio del 2012. Vázquez Mota, Josefina, “Sociedad Civil y Medios de Comunicación”, Secretaría de Desarrollo Social, Gobierno de México, Simposium: “Sociedad Civil y Medios de Comunicación. El Despertar del Receptor”, Centro Mexicano de Filantropía, (CEMEFI), Hotel Camino Real, México, 8 y 9 de noviembre del 2005, versión estenográfica.

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