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domingo, 26 de abril de 2015

Enseñando el cobre: La economía mexicana para los de la Bolsa y los que sobreviven

Enseñando el cobre
José Luis Avendaño C.
En tanto pasa una campaña electoral más, vacía de contenido, pero saturada de spots, la economía mexicana vive momentos de definiciones. Porque, así como hay dos o más Méxicos, en consecuencia hay dos o más economías. Precisamente, éstas condicionan a aquéllos, a los distintos Méxicos. Para simplificar hablaremos de sólo dos, los que tienen su capital invertido en la Bolsa de Valores, y por otro lado, que sobreviven con lo que tienen en su bolsillo (regularmente, con agujeros).
De malas, la economía mexicana sigue dando, no obstante las expectativas de las reformas aprobadas. Le tocó su turno al FMI (Fondo Monetario Internacional) de ajustar sus estimaciones de crecimiento económico para el país en este año y el próximo, en alrededor del tres por ciento, principalmente por el desplome de los precios del petróleo. Esto, en concordancia con lo dicho por la directora-gerente del FMI Christine Lagarde, de que se terminó, para América Latina, “la época de las vacas gordas”, en referencia al fin de los altos precios de las materias primas. Pero, a fin de enfrentar esta crítica época, recomienda el camino de las reformas estructurales, que en nuestro caso, no nos han sacado de pobres, como país, y sí han atado aún más los lazos de la dependencia.
Con más de 200 años de vida independiente (formal o políticamente), nuestros países del subcontinente, no han podido desarrollar tan siquiera una soberanía alimentaria, y sus burguesías nacionales son, en el mejor de casos, burguesías compradoras, subsidiarias del capital transnacional. En el caso de México, hasta en el horario la Bolsa Mexicana de Valores es dependiente de Wall Street. Un beneficio que no permea a todo el país, y que se queda en unas cuantas manos, los del México del 0.01 por ciento; hecho que divide de tajo a los dos Méxicos.
En tales condiciones, ¿quién se anima a hacer negocios aquí, que no tenga asegurado una holgada tasa de ganancia en base a la superexplotación del trabajo? Sólo de esta manera alguien se arriesgaría, dado el clima de violencia y el resultante grado de impunidad, como se constata en un estudio de las Naciones Unidas (ocupamos el penúltimo lugar en impunidad). Recientemente, Amnistía Internacional decía que de ocho mil casos de tortura denunciados, sólo ocho desembocaron en sentencias judiciales.
Aunque comparten un mismo territorio, entonan el mismo himno nacional y los cobija la misma bandera tricolor, parecen vivir en mundos distintos: son los pocos de arriba los muchos de abajo. Aquí, el nacionalismo es un mecanismo de defensa. El grito: ¡Viva México! es asirse a una identidad maltrecha. Para nosotros, José Alfredo es la neta del planeta: “Si nos dejan” resume la tragedia de Romeo y Julieta o, si se quiere, es una estampa, a ritmo de bolero ranchero, de la lucha de clases como lo es la determinación del precio de cualquier mercancía (incluso el salario, respecto a la fuerza de trabajo).
Agustin Carstens Banco de México y Christine Lagarde FMI
Para el gobernador del Banco de México, resulta “histórico” que la devaluación no se haya traducido en una mayor inflación (él, como la patita, no va al mercado…); un tipo de cambio que alcanzó a principios de marzo los 15.60 pesos por dólar. Eso lo atribuye a la política seguida y a la autonomía del banco central. Tratar que los precios no se disparen, es una forma de mantener el poder adquisitivo de los salarios. En todo caso, México se encuentra blindado, aunque la economía real –la de a piehace agua por todos lados.
El mismo Banco de México, en una minuta de la reunión de su Junta de Gobierno, apunta que el salario de los trabajadores de la economía informal de la economía revirtió la tendencia al alza que había mantenido, y que ahora los empleos generados son de mala calidad, es decir, de bajos ingresos (La Jornada, 10-4-2015). Otra  disfrazada forma de tortura.
Para acabarla de amolar, el secretario de Hacienda nos advierte que los recortes, que se suponían iban a ser de manera temporal, serán “por varios años”. Así, la crisis estructural se une a la crisis política electoral, con partidos, políticos y el mismo árbitro electoral, mostrando el cobre. Sin embargo, obcecados como son, insisten en lo mismo

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