A los pueblos del mundo
A los medios de comunicación
alternativos, libres, autónomos o como se llamen
A la Sexta Nacional e
Internacional
Parte de guerra y de
resistencia # 44
¿Y los otros 43? ¿Y los que le
siguen?
Sucede que este país no es el
mismo desde hace dos años en que el mal gobierno cometió uno de sus peores
crímenes al desaparecer a 43 jóvenes indígenas estudiantes de la escuela normal
rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. Este hecho nos hizo darnos cuenta de la
profunda oscuridad en la que nos encontramos, y agitó el corazón y el espíritu
individual y colectivo haciendo que se iluminara la noche con la rabia, con el
dolor y con la esperanza que encarnan ahora los familiares y compañeros de los
43, y que brilla en el rostro de millones de personas en todas las geografías
del México y del mundo de abajo, y de la sociedad civil internacional solidaria
y consciente.
Como barrios, tribus, naciones y
pueblos originarios que somos, miramos y hacemos palabra nuestra mirada, ahora
como antes, desde el corazón colectivo que somos.
Desde las geografías y
calendarios de abajo, donde se dibujan los espejos de los que somos el Congreso
Nacional Indígena con nuestras resistencias, rebeldías y autonomías; desde los
confines y rumbos donde somos y entendemos el mundo los pueblos originarios, es
decir, las geografías antiguas desde donde no dejamos de ver, entender y
resistir a esa misma violenta guerra que los poderosos implementan en contra de
todos y todas, quienes sufrimos y resistimos desde lo que somos con un rostro
individual o colectivo, miramos y hacemos palabra nuestra el rostro de los 43
ausentes recorriendo los rincones de este país en busca de verdad y de justicia,
el rostro que se dibuja con otros millones de rostros y que nos muestra en
medio de la noche los rumbos sagrados, porque sagrados son el dolor y la
esperanza. Ese rostro colectivo que se
multiplica y mira las geografías de resistencia y rebeldía.
Desde las geografías de abajo
La desaparición de los 43
estudiantes de Ayotzinapa sigue en la impunidad, y buscar la verdad en medio de
la pudrición del poder es esculcar en lo peor de este país, en el cinismo y
perversión de la clase política, que no sólo sigue simulando buscar a los
compañeros desaparecidos, sino que ante las crecientes evidencias que
demuestran la culpabilidad del narco-estado terrorista, se premia a los
responsables de mentir y tratar de deformar aún más la verdad ‒como es el
cambio de Tomás Zerón, responsable de sembrar supuestas pruebas de su mentira
histórica en el basurero de Cocula, a la Secretaría Técnica del Consejo
Nacional de Seguridad‒ dando una vez más cuenta de la naturaleza criminal del
mal gobierno.
A la mentira, la simulación y la
impunidad, el mal gobierno suma los atropellos e injusticias contra quienes se
han solidarizado y manifestado en apoyo a la lucha de los familiares y
compañeros de los 43, como el joven Luis Fernando Sotelo Zambrano, solidario
siempre con las luchas de los pueblos originarios –como las de Cherán, la tribu
Yaqui, los indígenas presos, las comunidades zapatistas-, a quien un juez ha
condenado a 33 años y 5 meses por el séxtuple delito de ser joven, ser
estudiante, ser pobre, ser solidario, ser rebelde y ser consecuente.
Esto miramos cuando miramos hacia
quien arriba es Poder: para quien asesina, encubre y miente, premios y
protección; para quien se indigna y protesta contra la injusticia, golpes y
cárcel.
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Y cuando nos miramos:
En el sur, la lucha de los pueblos en defensa de sus territorios en
contra de caciques y empresas, se disuelve con la lucha por la seguridad y la
justicia en contra de las bandas de la delincuencia organizada, cuya íntima
relación con toda la clase política es la única certeza que, como pueblo,
tenemos hacia cualquier órgano del estado.
La formación de grupos de choque
que actúan contra las movilizaciones permean los pueblos y el gobierno juega a
generar conflictos que incendien los tejidos internos. Es decir, trata de hacer
espejos de su guerra sembrando discordia en las comunidades y apostando a la
destrucción en las fibras más sensibles.
Nada más explosivo y peligroso para esta nación.
En el occidente, las luchas por la tierra, la seguridad y la
justicia se dan en medio de la administración de los cárteles de la droga, que
el estado disfraza de combate a la delincuencia o de políticas de desarrollo.
En cambio, los pueblos que han resistido e incluso abatido la delincuencia
mediante la organización desde abajo, deben luchar por los intentos permanentes
de los malos gobiernos para lograr que el crimen organizado, y los partidos
políticos de su preferencia, se adueñen nuevamente de los territorios mediante
formas diversas.
La organización autónoma de las
comunidades, sus luchas irrenunciables por los lugares sagrados y tierras
ancestrales no cesan. La defensa de
nuestra madre no se negocia. Estamos
atentos a la lucha de la comunidad Wixárika de Wauta- San Sebastián
Teponahuaxtlán por la recuperación de cerca de 10 mil hectáreas aledañas al
poblado de Huajimic, Nayarit, donde, pese a demostrar su derecho en tribunales
agrarios, las autoridades judiciales han sido omisas; y los malos gobiernos
hacen de las falsas geografías oficiales que dividen los estados, un pretexto
para incentivar el despojo a los pueblos originarios. Al pueblo Wixárika, en su rebeldía y
autonomía le decimos: estamos con ustedes.
En el norte, donde persisten luchas por el reconocimiento de los
territorios, las amenazas mineras, los despojos agrarios, el robo de recursos
naturales y el sometimiento de las resistencias por narco paramilitares, los
pueblos originarios siguen construyéndose a diario.
Los pueblos originarios de las
tribus del norte, donde la nación Siux teje sus propias geografías que van más
allá que las falsas geografías oficiales que los sitúan en otro país ‒pero que
para nosotros somos hijos de la misma madre‒, están resistiendo a la invasión
de sus tierras sagradas, cementerios y centros de oración para la construcción
de oleoductos por parte de la empresa Energy Transfer Partners, que pretende
transportar por sus territorios el petróleo obtenido mediante el fracking de la
región Bakken, en Dakota del Norte, lo que ha motivado la solidaridad y unión
de los pueblos originarios del norte. A ellos les decimos que su rabia es la
nuestra y como Congreso Nacional Indígena alzamos y alzaremos la voz junto con
ustedes. Su digna lucha es nuestra también.
En la península, los pueblos mayas se resisten a desaparecer por
decreto, defendiendo sus tierras del ataque de empresarios turísticos e
inmobiliarios, donde la proliferación de guardias blancas opera con impunidad
para despojar a los pueblos, la invasión por la agroindustria transgénica
amenaza la existencia de los pueblos mayas y la inmundicia de los magnates que
se adueñan de los territorios agrarios, vestigios culturales arqueológicos e
incluso la identidad indígena, pretende convertir a un pueblo tan vivo como la
extensión de su lengua, en fetiches comerciales. Los pueblos que luchan contra
las altas tarifas de luz son perseguidos y criminalizados.
En el centro, los proyectos de infraestructura, autopistas,
gaseoductos, acueductos, fraccionamientos, se están imponiendo de forma
violenta y los derechos humanos se ven cada vez más difusos y lejanos en las
leyes impuestas. La criminalización, cooptación y división dibuja la estrategia
de los grupos poderosos, cercanos todos de manera corrupta y obscena al
criminal que cree gobernar este país, Enrique Peña Nieto.
En el oriente del país, la violencia, el fracking, las mineras, el
tráfico de migrantes, la corrupción y demencia gubernamental son la corriente
contra la lucha de los pueblos, en medio de regiones enteras tomadas por
violentos grupos delincuenciales orquestados desde altos niveles de gobierno.
Desde el diálogo y la traición
Al igual como lo ha hecho el
magisterio en lucha, los pueblos originarios hemos buscado diálogos con el mal
gobierno en nuestras demandas urgentes de respeto a los territorios, de
presentación de los desaparecidos, de liberación de los presos, de justicia
para los asesinados, de que salga la policía o los militares de nuestras
tierras o de nuestras exigencias de seguridad y justicia, pero siempre el
gobierno se niega hasta que detienen a nuestros voceros en todo el país, el
ejército dispara contra los niños en Ostula, las máquinas destruyen las casas
de quienes resisten en Xochicuautla, los federales disparan contra el pueblo
digno que acompaña a los maestros en Nochixtlán. Los malos gobiernos hacen como que dialogan y
simulan durante años acuerdos con el pueblo Wixárika para lograr la restitución
pacífica de su territorio, mientras configuran un reordenamiento violento de la
región.
Y el gobierno platica como si no
hubiera pasado nada y ofrece voluntad de ceder, siempre que ambas partes
acuerden. El gobierno cede una parte de lo
que acaba de destruir, libera a un preso, indemniza a la familia del asesinado,
finge estar buscando a los desaparecidos. Y a cambio pide a los pueblos ceder
su patrimonio colectivo, que es su dignidad, su organización autónoma y su
territorio.
En varias geografías de nuestro
país estamos recurriendo a las consultas cuando decimos que no queremos sus
minas, sus eólicos, sus transgénicos, sus presas y exigimos que debería
preguntarse a los pueblos, pero el mal gobierno siempre responde fingiendo que
“consulta cómo consultar si consulta o no la forma de la consulta” (o algo
así), que está llena de simulación, suplantación de nuestra palabra,
manipulación y cooptación de nuestra gente, de amenazas y represión. Y así
hasta que dice que ya estuvo y que ya dijimos que sí queremos sus proyectos de
muerte, o que estamos divididos y debe atender a todas las posiciones.
Y mientras pretenden mantenernos
quietos en su agenda mentirosa y las ongs “expertas” en “consultas” engrosan
sus bolsillos, avanzan más rápido para concretar ‒antes de siquiera empezar la
supuesta consulta‒ el robo del agua del río yaqui, que las mineras y sus
desechos destruyan Wirikuta, que los eólicos invadan todo el Istmo y que los
transgénicos se impongan en la Riviera Maya.
Los rumbos del mundo son nuestras
geografías y en ellos nos encontramos y reconocemos, porque sabemos que la
lucha no es de hoy ni para hoy, no luchamos por poder ni folclor que ofrecen
campañas mentirosas, sino por tejer y retejer lo que somos, fuimos y seremos
como pueblos originarios.
Los rostros de los 43 ausentes y
la tenacidad de sus familiares y compañeros, son los otros 43 partes de guerra
y resistencia. A ellas y ellos se suman
los dolores, las rabias, las resistencias de los pueblos originarios y las
rebeldías de millones en todo México y el mundo.
Y le siguen los partes de guerra
y resistencia de lo otro perseguido y estigmatizado, de las mujeres
violentadas, desaparecidas y asesinadas, de la infancia convertida en
mercancía, de la juventud criminalizada, del trabajo explotado, de la rebeldía
perseguida, de la naturaleza mancillada, de la humanidad adolorida.
Con toda esa humanidad, con esta
tierra que somos, hoy reiteramos que la verdad y la justicia son una demanda
irrenunciable y que el castigo a los culpables, a todos los culpables, nacerá
de la lucha de abajo, donde, ahora más que nunca y como pueblos originarios del
Congreso Nacional Indígena, sabemos que no cabe rendirse, ni venderse, ni
claudicar.
¡Verdad y Justicia para
Ayotzinapa!
¡Libertad para Luis Fernando
Sotelo Zambrano!
¡Libertad a tod@s l@s pres@s
polític@s!
Por la reconstitución integral de
nuestros pueblos
Nunca Más Un México Sin Nosotros.
Congreso Nacional Indígena.
Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
México, septiembre del 2016.
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