EN CORTO
José Luis Avendaño C.
EPN, el candidato de Televisa
Frente a la negativa de Televisa no conocer los contratos de publicidad para promocionar a Enrique Pena Nieto, desde que fue gobernador del estado de México, el diario británico The Guardian, a través de Jo Tuckman, su corresponsal en México, abunda, el 11 de junio, que “WikiLeaks muestra la preocupación de Estados Unidos sobre las relaciones de Televisa y Peña”.
Con información del Departamento de Estado, en base a cables de la Embajada de EU en México, se destaca que se incluyen “pagos por debajo” por la cobertura de su imagen, obras de gobierno y encuestas que lo favorecieran.
Según The Guardian, en los cables de la embajada frecuentemente sale a relucir el poder de Televisa que, junto a TV Azteca, concentran el 90 por ciento de los canales abiertos, y que son abiertamente percibidos como los que toman decisiones políticas en el país. Al respecto, se cita la ley de radio y televisión, aprobada a en medio de las elecciones de 2006, por el Congreso, “en sólo siete minutos y sin debate”.
Nadie quiso enojar al duopolio en plena campaña electoral. Yes que la televisión es parte de la promoción de cualquier político que se respete, pues quien no sale en la tele, políticamente no existe.
Encuestas en entredicho
Para respaldar nuestra opinión, ¿qué mejor que hacer una encuesta? Últimamente, vivimos en el reino de las encuestas. Por mucho tiempo –meses y semanas—, Enrique Peña Nieto encabezó las encuestas, hasta por más de 20 puntos de diferencia, respecto al segundo lugar.
Primero fue The Washington Post. Ahora lo confirma el Observatorio Universitario Electoral (OUE). A 17 días de la elección, existe un empate técnico entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Hasta el mismo presidente Felipe Calderón, como antes su antecesor, Vicente Fox, hace seis años, lo confirma. Después de descalificar, via tweeter, a AMLO por las cifras que dio, al día siguiente, tuvo que reconocer, aunque sea de dientes para fuera, que “cualquiera de los tres punteros” (incluye a Josefina Vázquez Mota, de su partido, Acción Nacional), pueden ganar el 1 de julio.
El mismo día en que aparece el desplegado del OUE, dando cuenta de los resultados de su encuesta –fotografía de un momento dado—, Alfredo Jalife, en su columna: Bajo la lupa (La Jornada, 13-6-2012) comenta el libro de David Moore sobre las encuestas, en el termina por cuestionarlas y ponerlas en entredicho. Moore, ex vicepresidente de Gallup, ha publicado tres libros sobre las falacias de las encuestas y de los encuestadores, más que formadores, fabricadores de opinión á la carte (con su candidato prefabricado, agregaría Arnaldo Córdova).
Al respecto, Jalife dice que Moore “exhuma errores metodológicos espeluznantes. El problema intrínseco radica en la metodología tramposa (en EU; aquí ni perder el tiempo, porque ni a metodología llegan) al no diferenciar entre quienes expresan opiniones arraigadas y quienes ni siquiera saben del tema, lo cual conduce a respuestas condicionadas en corsés indagatorios que distorsionan la genuina opinión pública, que brindan involuntariamente legitimidad al poder reinante pero que, en última instancia, dañan el proceso democrático y damnifican el anhelo ciudadano”.
Atenco no se olvida
Entre las consignas que le gritaron a Enrique Peña cuando fue a la Ibero fue la de: Atenco no se olvida, pues fue durante su gestión, como gobernador del estado de México, que se dio la represión en San Salvador Atenco, el 3 y 4 de mayo de 2006, que incluyó la violación de mujeres, por parte de las fuerzas del orden.
El 9 de junio, Adolfo Gilly escribió un artículo al respecto en La Jornada, que reproduce, en lo esencial, una carta firmada por dos mil 500 mujeres, y que se publicó originalmente, el 13 de mayo de 2006:
“Las 2 mil 500 mujeres que firmamos esta carta: académicas, actrices, bailarinas, cineastas, diputada, diseñadoras, escritoras, estudiantes, feministas, fotógrafas, médicas, diseñadoras, miembros de ONG, museógrafas, músicas, pintoras, periodistas, profesionistas, religiosas, restauradoras, etcétera:
“Expresamos nuestra indignación y horror ante la violencia, los abusos sexuales y las violaciones ejercidos por las policías estatal y federal contra las mujeres detenidas en Atenco el 3 y 4 de mayo. [...]
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Valentina Palma muestra hematomas por golpiza en Atenco |
“Son públicos los testimonios de Valentina Palma, estudiante chilena ilegalmente expulsada; de Cristina Valls y de María Sastres, ciudadanas españolas expulsadas. Las tres declaran que las manosearon, abusaron, golpearon, insultaron y humillaron de todas las maneras. Es público el testimonio de dos estudiantes, todavía detenidas, que refieren lo mismo. Todas dicen que eso les pasó a todas las presas, que lo oyeron y las vieron llegar al penal llorando y con la ropa desgarrada, contando lo que les pasó. [...]
“Exigimos castigo a los responsables directos y a sus mandos. Lo exigimos no sólo porque es claramente de justicia, sino porque este creciente empleo del abuso sexual por la policía debe detenerse cuanto antes. No podemos admitir que se vuelva habitual y las mujeres en México tengamos que vivir con su amenaza, esa otra amenaza más”.
Todo lo anterior, sin olvidar que durante la gubernatura Peña Nieto, el estado de México ocupó el primer lugar nacional en feminicidio. TESTIMONIOS DE MUJERES AQUI Estado-olmo
Tampoco se olvida el mundo en que vivimos, como titula su columna del 14 de junio, Juan María Alponte, que resume, apretadamente, las contradicciones del sistema, hoy dominado por el sector financiero especulativo. ¿Cómo es que se rescata a la banca española con 100 mil millones de euros, al mismo tiempo que huyen capitales por 98 mil millones de euros? Que pertenecen a los mismos a los que se prestó, como prefiere decir Mariano Rajoy, un primer ministro que no le encuentra la cuadratura del círculo de la crisis.
Es una crisis sistémica, cuyas primeras víctimas son los jóvenes, la mayoría del ejército industrial de reserva (Marx dixit), hoy desempleada, con tres características: educada, informada y crítica. Una masa crítica que lo mismo salta en Madrid como indignada, de Túnez a Libia en forma poética de primavera árabe, que en forma de ocupados frente a Wall Street, emblema del sistema financiero depredador, o en México con el movimiento Yo soy 132, contra la manipulación (des)informativa del duopolio televisivo y su pretensión de imponer al próximo presidente.
Es una juventud que, en sus demandas básicas, no son socialistas ni mucho menos comunistas, pues tan sólo reivindican una elemental libertad democrática, para no decir burguesa: recuérdese que el lema de la Revolución Francesa, la revolución burguesa por excelencia es. “Libertad, Igualdad, Fraternidad, y apenas nos encontramos en la etapa de la libertad… la libertad de mercado, opuesta a la igualdad y no se diga a la fraternidad.
Por eso, no es necesario enarbolar las banderas del socialismo. Lo que demandan y por lo que luchan es una demanda burguesa o, si se quiere, ciudadana, concepto éste que hizo valer la guillotina. Así que las reacciones del Estado, histérico, son normales. Un Estado que no gobierna para todos, como es el ideal de los textos constitucionales, sino que revela su verdadera esencia, pues, dice Marx que el Estado es el de la clase dominante o, para ponerlo en lenguaje actualizado, del uno por ciento. Es un Estado privatizado. Y pedirlo, lo mínimo, el bien común –tan caro a los panistas— es como pedirle peras al olmo.
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Camila Vallejo en la UNAM |
Camila Vallejo en México
“Podrán matar todas las flores, pero no la primavera.” Pablo Neruda
Se habrá ido Pinochet, pero se quedó su constitución; se quedó el modelo neoliberal, impuesto, a sangre y fuego, el 11 de septiembre de 1973, en Chile. Un modelo depredador y privatizador: de los recursos naturales, del cobre al agua; de la educación, de la salud, del sistema de pensiones, de la vida misma.
La defensa de la educación pública, gratuita y laica, que es hoy privada y donde el sistema desarrolla su hegemonía ideológica y cultural, significa luchar contra el modelo neoliberal. Lo mismo en Chile que en España, en Estados Unidos y Canadá que en México.
Camila Vallejo, la dirigente estudiantil e integrante de las juventudes comunistas en Chile estuvo en México, para apoyar a Yo Soy 132. Fue emocionante escucharla con miembros de la comunidad chilena, exiliada por la dictadura, de la que se dijo heredera.
“Debemos dar una lucha en conjunto. Aunque ustedes no estén luchando por Chile, háganlo por México, y lo harán también por nosotros, por Latinoamérica y por la transformación global”, les dijo Camila, a quien María Eugenia Monsalve, de la Asociación Salvador Allende Gossens, definió como “una niña-mujer, que tuvo la valentía y las agallas de levantar un movimiento que ha tenido eco en el mundo entero. Mi deseo es que haya muchas Camilas… porque si no el mundo no va a cambiar” (La Jornada, 17-6-2012).
También, fue entrevistada por Blanche Petrich para La Jornada, el 15 de junio. Transcribo aquí parte (casi toda) la entrevista:
Esta chica que está por concluir su carrera de geógrafa por la Universidad de Chile lo tiene muy claro: cuando concluya su tesis sobre la construcción social en territorios vulnerables, después de titularse y especializarse para hacer de su profesión una herramienta para combatir la desigualdad, se va a dedicar a la política.
De por sí, como dirigente estudiantil, Camila Vallejo Dowling hace política, y no sólo en Chile, sino extendiendo alianzas y compartiendo experiencias en otras latitudes: los indignados de Europa, los Ocupa Wall Street de Estados Unidos y ahora el #YoSoy132 de México. Para trascender debemos tener una visión global. Los problemas del derecho a la educación son propios del modelo neoliberal en todo el mundo. Entonces, hay que enfrentarlo a escala global; no para repetir experiencias de otros países ni exportar las nuestras, sino para nutrirnos, compartir, aprender.
El movimiento popular chileno hizo un gran esfuerzo por recuperar la memoria histórica, la de los años de Salvador Allende, porque la educación, en general, tiende a engendrar la desmemoria. Se recuperan así esos procesos de los estudiantes de antes de la dictadura, los de los años 60, principios de los 70, muy significativos: la politización que había, la discusión, ese pensar el país, lo que me hace pensar en ese poema de Neruda: Podrán matar todas las flores, pero no la primavera.
Habla también de cómo la movilización que empezó el año pasado en los campus de Santiago se expandió a otros sectores y radicalizó a la oposición en Chile: trascendimos el debate de la educación y la política y hoy en día cuestionamos el modelo de desarrollo, este que lucra con la salud, el trabajo, la vivienda, la alimentación, las pensiones.
Y de cómo un debate que empezó con lo educativo llegó a la política: una de las riquezas del movimiento fue su transversalidad. No todos son de izquierda. Hay mucha diversidad, pero se ha autodeterminado políticamente. El debate de la enseñanza es un debate político. Entendimos que para hacer reforma educativa se necesitaban transformaciones sociales, políticas, económicas. Por ejemplo, aplicar la gratuidad, con los niveles de desigualdad de hoy, es regresión. Se necesita una reforma tributaria para que los más ricos paguen más impuestos y cambios políticos para cambiar la constitución pinochetista. Y para eso necesitamos cambiar el sistema binominal, un duopolio político que siempre bloquea en el Parlamento todas las reformas.
A Camila Vallejo, militante de las juventudes del Partido Comunista de Chile, no le hace mucha gracia que The New York Times la llame la revolucionaria glamorosa. Ni que el inglés The Guardian diga que desde tiempos del carismático subcomandante Marcos no había surgido otro ícono de la izquierda latinoamericana hasta que apareció ella: los medios operan con lo de la personificación, pero siempre es necesario objetar esto, porque la gente luego se cree que el movimiento es una sola persona, y no es así.
Quiera o no, la rara mezcla de una belleza tipo Romi Schneider, una sencillez que desbarata y una sorprendente articulación del discurso de Camila Vallejo mueve multitudes. Carisma, le dicen. A ella parece darle igual lo que digan. Ella, a lo suyo:
Nací en el 88, con la supuesta vuelta de la democracia, el primer año de la Concertación (1988-2009). Yo por suerte provengo de una familia de izquierda; mis padres son comunistas, aunque ellos nunca me adoctrinaron con nada. Pero en general los jóvenes viven en la apatía, la despolitización.
–De chicos, ¿qué aprendían de los libros de texto que ensalzaban al dictador Pinochet, que hablaban de la amenaza comunista?
–Nosotros no vivimos la dictadura militar, sino la de la democracia pactada. Se va el dictador, pero nos queda amarrada una dictadura empresarial, un modelo neoliberal, de constitución pinochetista, antidemocrática en lo político. Hay una ideología imperante que cala a través de los medios de comunicación y de la educación. Esos son los dos grandes aparatos de control ideológico.
Durante la dictadura se pensaba que la enseñanza pública era la plaza del enemigo interno, del marxismo. Entonces todo se abre al mercado.
–Y a pesar de todo, surge la rebeldía del movimiento estudiantil, en la primera década del siglo XXI.
–La dictadura pudo haber matado a muchos, desaparecerlos, pero las ideas siguen vivas. A pesar de que se intentó destruir el tejido social y matar las ideas de justicia social, la solidaridad, la construcción de otro mundo posible, sin grandes relatos pero cada cual con su lucha particular hace resurgir esa visión humana de querer recuperar la historia.
–¿Es la militancia, el activismo, lo que les devuelve todo esto?
–La Juventud del Partido Comunista me permite entrar a un debate más de fondo, me da más herramientas quizá que a un joven sin militancia. Pero en el mundo universitario se da ese debate también. El movimiento estudiantil no obtiene esas herramientas ni en las aulas ni en los medios de comunicación. Muchos jóvenes se inician en la movilización porque están endeudados, y ahí se dan cuenta de dónde viene el problema, de la era de Pinochet.
–¿El movimiento del siglo XXI considera que los ideales de la Unidad Popular, de hace medio siglo, merecen ser rescatados?
–No explícitamente. Hay algunas similitudes con las reformas de los 60: educación pública, democratizar su acceso, pensar el país desde la universidad, la educación como herramienta de transformación social. Lo cierto es que una de nuestras consignas es: Va a caer, va a caer, la educación de Pinochet.
–Este movimiento estudiantil no empieza con Santiago Piñeira en el gobierno, sino con una presidenta socialista, Michelle Bachelet. Y no empieza en las universidades, sino con los niños de las secundarias. Cuéntanos.
–La revolución de los pingüinos empezó en 2006, el año que yo entré a la universidad. Entonces ni tenía vida estudiantil activa. Me incorporo después. Pero los chicos son claves; ellos son los que logran el salto cualitativo, de la demanda gremial de financiamiento al cuestionamiento a la estructura del modelo, al lucro de la educación subvencionada. En respuesta, el gobierno de Bachelet y la derecha llegaron a un acuerdo a puerta cerrada: la ley general de educación, que se conoce como la gran estafa.
–El movimiento juvenil chileno tiene este modo nuevo, creativo, que tienen los indignados del 15M de España, el Ocupa Wall Street y ahora el #YoSoy132.
–Hay un factor común que tiene que ver con los objetivos. Todos tenemos la necesidad de conquistar la opinión pública, que no se logra con los actuales medios de comunicación. Había que innovar, crear espacios para explicar de fondo nuestras propuestas. Lo hicimos en las calles, en las redes sociales.
–¿Es un cuestionamiento al modelo mediático también en Chile, como lo es ahora en México?
–Totalmente, pero no de manera tan concreta como aquí. Nosotros gritamos: La prensa burguesa no nos interesa. El #YoSoy132 tiene una expresión mucho más radical frente al poder fáctico de los medios.
Hasta aquí la entrevista de Blanche Petrich. Sí: Camila es otra dulce Sissi (Romi Schneider), pero también, como la llamaron, la Juana de Arco del cono sur. Yo prefiero verla como una Rosa Luxemburgo latinoamericana.
La Cenicienta en Bellas Artes
Basado en el cuento de Charles Perrault y la música de Segei Prokofiev, el ballet La Cenicienta en el Palacio de Bellas Artes, el domingo 24 a las 17 horas; el martes 26 y jueves 28 a las 20 horas, con más de 70 bailarines en escena de la Compañía Nacional de Danza.
Aunque se estrenó en 1822, con música de Fernando Sor, no es hasta 1945 que el ballet incorpora la música de Prokofiev, quien dijo que “es importante la Cenicienta sea lo más danzable posible; la compuse sobre esquemas tradicionales del ballet clásico, para expresar con la música todo el amor poético entre Cenicienta y el Príncipe”.
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