...bueno, y entonces las costosas "autoridades sanitarias" donde diablos quedaron o qué...?
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En carne propia, la pesadilla del clembuterol
POR BEATRIZ PEREYRA , 7 ABRIL, 2018 REPORTAJE ESPECIALWITTER
Un estudio realizado por el gobierno federal puso al descubierto la facilidad con la que en México se consume de manera involuntaria carne contaminada con clembuterol. Basta comer un trozo de 250 gramos de carne magra para que una persona tenga altos niveles de esta sustancia, cuyas consecuencias para la salud son imprevisibles. Pero el propio gobierno oculta los resultados de su investigación. Proceso, Quinto Elemento Lab y Periodismo CIDE –con el apoyo de la Fundación Ford– presentan este trabajo periodístico que además exhibe la práctica impune de engordar el ganado con el anabólico para maximizar las ganancias económicas, así como la disputa entre la Conade, que intenta defender el prestigio de los atletas, y la Cofepris, que en lugar de velar por la salud de la población protege intereses en la industria cárnica.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Las autoridades de la Secretaría de Salud (Ssa) saben que hay un problema con una parte de la carne de res que se consume en regiones enteras de México: está contaminada con clembuterol, pero ocultan sus hallazgos a la población.
Lo confirmaron a mediados de 2014. En abril de ese año sometieron a un grupo de 42 jóvenes voluntarios a un inusual experimento: los recluyeron en el Centro de Alto Rendimiento de la Ciudad de México y los sometieron a una dieta de hamburguesas de carne de res.
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Después de la ingesta, andaban detrás de los voluntarios para recolectar sus muestras de orina. Cada uno entregó, en promedio, 46 de ellas. Ahí, en ese líquido, tendría que estar la clave.
Y sí lo estaba, pero tanto las autoridades de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) como de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) han ocultado los resultados, pese a los daños que esa sustancia ilegal puede causar en los mexicanos.
El estudio se titula Exposición a clembuterol en sus diferentes fuentes (medicamentos, suplementos y/o alimentos) y su impacto en población específica para determinar los niveles de excreción de clembuterol en orina, así como el comportamiento de los enantiómeros del clembuterol derivados por el consumo de carne que probablemente contiene esa sustancia.
Han negado la existencia de esa investigación o que se conozcan sus resultados, pero éstos son concluyentes: 49% de las casi 2 mil muestras de orina analizadas en ese estudio contienen clembuterol, en algunos casos con concentraciones tan elevadas que los rastros hallados recientemente en el boxeador Saúl El Canelo Álvarez son una cosa de niños.
La pelea que el campeón mundial mexicano sostendría en Las Vegas el próximo 5 de mayo se canceló porque las autoridades encontraron en la orina del atleta 0.6 y 0.8 nanogramos de clembuterol en dos controles que se le realizaron. Un nanogramo es la mil millonésima parte de un gramo.
Las huellas de esa sustancia en algunos de los participantes en los estudios del gobierno mexicano son mayores: 4.9 nanogramos, de acuerdo con los resultados del documento, obtenido por Proceso y Quinto Elemento Lab, mediante solicitudes de acceso a la información.
La Cofepris y la Conade trabajaron en conjunto para realizar una investigación acerca del clembuterol por encargo de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés).
Según fuentes cercanas al estudio, otros países declinaron realizar una investigación similar, pues suponía dar a voluntarios alimentos posiblemente contaminados.
El gobierno de México decidió hacer un estudio que llaman “doble ciego”: ni los voluntarios ni los encargados de las pruebas sabían si las piezas de carne tenían o no la sustancia prohibida por la ley.
El estudio fue dividido en dos partes; la primera se realizó en 2014, y la segunda, en 2016. El objetivo fue investigar si había alguna manera de distinguir entre el consumo deliberado de clembuterol con fines de dopaje y el consumo accidental de la sustancia mediante carne contaminada. También se propusieron indagar cuánto tiempo se requiere para que el cuerpo deseche totalmente la sustancia.
La WADA se enfrentaba desde 2011 al dilema de qué hacer con los deportistas de México, o con los extranjeros que aquí compiten, y qué tan a menudo fallan en las pruebas antidoping por clembuterol.
Los resultados de esa investigación que concluyó en 2016 los conocieron la propia WADA y dos dependencias mexicanas. Siguen siendo analizados. El gobierno federal los ha mantenido en reserva hasta hoy.
Proceso y Quinto Elemento Lab lograron conocer pormenores de cómo se desarrolló el estudio y a qué resultados llegaron, después de docenas de solicitudes de información y entrevistas con personas cercanas a la investigación.
Para realizar el estudio, la Cofepris adquirió 90 lotes de carne magra molida de res de 2.5 kilos cada uno. La compraron en sitios donde ya antes habían detectado carne contaminada o también en localidades donde alguna vez hubo casos de personas intoxicadas con la sustancia. Obtuvieron 11 lotes en la Ciudad de México. En ocho de ellos encontraron clembuterol. Incluso, en uno de los lotes hallaron un muy alto grado de contaminación.
Los investigadores asignaron un código a cada lote para tener registro del origen de cada pieza y qué voluntario la comió.
En el transcurso de varias semanas los voluntarios consumieron una o hasta tres porciones de carne molida en hamburguesas. Al final, 938 de las mil 916 muestras de orina resultaron positivas a la sustancia. Algunas con concentraciones sumamente elevadas.
Otro de los resultados clave de este estudio contradice lo que altos funcionarios de la Cofepris han asegurado durante años: que para que un deportista fallara un control antidopaje tendría que comer una enorme cantidad de carne contaminada –entre 3.3 y 6.2 kilos.
Según consta en los documentos, bastó que los voluntarios comieran entre 250 (una hamburguesa) y 750 gramos (tres hamburguesas) de carne magra contaminada para dar positivo a clembuterol.
Ninguno de los participantes enfermó o tuvo síntomas de intoxicación, dijeron algunos de los voluntarios entrevistados.
Los médicos a cargo del estudio determinaron que fueron necesarias de 140 a 170 horas para que los voluntarios eliminaran por completo este químico, vía orina. El lapso dependió de si comieron sólo una o tres porciones de hamburguesa.
De acuerdo con especialistas que intervinieron en el estudio, los resultados sorprendieron a funcionarios de las dos instituciones federales participantes, la Conade y la Cofepris, que depende de la Ssa.
“El problema de verdad es grave”, alerta la doctora María Salud Rubio Lozano, directora del Laboratorio de Ciencia de la Carne de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM. Ella no participó en el estudio de la Cofepris; sin embargo, el año pasado documentó que en algunas regiones de México venden carne de caballo como si fuera carne de res. Sometió muestras a una serie de pruebas y encontró que 93.1% tenía clembuterol.
“Las autoridades, no entiendo por qué, lo niegan una y otra vez. Es verdad que no se muere todos los días alguien ni hay unas intoxicaciones brutales. Si tú pones esos números, la alerta debería sonarnos a todos en el oído”, dice Rubio.
El uso de clembuterol para la engorda de ganado comenzó a popularizarse entre productores a mediados de los años noventa, cuando se propagó entre engordadores en México la noción de que, mezclada en el alimento del ganado, el anabólico les permite lograr más kilos de carne magra, en menos tiempo y a un menor costo de producción.
Esta sustancia sigue siendo utilizada en algunas regiones del país pese a que está prohibida en México desde 2002 por los daños que causa a la salud animal y humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prohíbe a los países utilizarla para este fin. Según la bibliografía médica, puede ser particularmente dañina para quienes padecen problemas cardiacos.
Al término de la primera fase de este estudio, la Conade entregó los resultados del análisis de la orina de los voluntarios a la Cofepris. Y los envió también a la WADA como una evidencia más de la presencia de carne contaminada.
Contra las cuerdas
La WADA ya tenía una colección rica de indicios cuando llegaron los resultados del estudio de 2014.
La alerta por el clembuterol se encendió por primera vez en mayo de 2011, luego de que cinco futbolistas de la Selección nacional dieron positivo poco antes del inicio de la Copa Oro.
No se había disipado aún ese escándalo cuando, en octubre de ese año, el jefe de los Servicios Médicos de la FIFA, Jiri Dvorak, reveló que 109 de 208 futbolistas de 24 países que participaron en el Mundial Sub 17 reprobaron al antidoping por la misma causa.
Los jugadores estaban concentrados en ciudades del centro, norte y occidente de México. Sólo en cinco selecciones no se detectó clembuterol. Uno de esos equipos, incluso, restringió por completo el acceso a la carne mexicana. Todos los futbolistas de cuatro selecciones dieron positivo a clembuterol.
Por esta alta prevalencia, la FIFA no sancionó a nadie. La WADA aceptó esta resolución como la evidencia de carne mexicana contaminada.
Algo que no fue revelado entonces y que se publicó en 2013 en una revista para especialistas, la Drug Testing and Analysis, es que durante el Mundial Sub 17 la FIFA tomó 128 muestras de carne de los restaurantes de los hoteles sede y las envió para análisis al Instituto de Inocuidad de Alimentos RIKILT, en Holanda. Ahí encontraron clembuterol en 30% de las muestras recolectadas en Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey, Morelia, Pachuca, Querétaro y Torreón.
Otra evidencia más afloró en 2011. Un grupo de 24 científicos del Laboratorio Antidopaje de Cataluña se reunieron a comer en el Piantao, un restaurante de cortes argentinos al sur de la Ciudad de México, relató Juan Manuel Huesca, médico de la Conade, durante un congreso de medicina del deporte realizado hace dos semanas en el Hospital Juárez de la capital del país.
Estos científicos estaban en México para realizar los controles antidoping de los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Ese día, después del almuerzo, todos entregaron muestras de orina, que luego analizaron en el laboratorio. El resultado fue: 23 muestras tuvieron clembuterol.
El único que salió limpio comió pollo; los demás, carne de res, según contó, en su oportunidad, el subdirector de Ciencias de la WADA, Osquel Barroso, a los asistentes de un seminario de medicina y dopaje realizado en Panamá en febrero último.
Según datos del Laboratorio Nacional de Prevención y Control de Dopaje que opera en la Conade, 485 muestras de orina de atletas mexicanos de 39 deportes olímpicos y no olímpicos resultaron positivas a esta sustancia, entre 2012 y 2016.
Los boxeadores profesionales lo han vivido en carne propia. En 2016, quien falló en el antidoping fue el campeón mundial súper pluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), el mexicano Francisco Bandido Vargas. Unas semanas antes de exponer su título cenó un caldo de res que le preparó su madre, Guadalupe Peláez, y luego desayunó otro plato justo el día que le realizaron la prueba antidopaje.
Peláez, una médico veterinaria, compró dos kilos de pecho y chambarete en la carnicería La Excelente, en el mercado de Jardines de Aragón, en Ecatepec.
“Me sentí presionado y acosado por algo que yo no tuve culpa, ni sabía, por el hecho de haber comido mi comida normal”, lamenta Vargas en entrevista.
–Las autoridades sanitarias han dicho que los deportistas usan el clembuterol para hacer trampa –se le dice.
–Que ellos mismos coman carne y se hagan una prueba para que vean los resultados que arrojan. Cuando voy a competir ya no como carne –responde el campeón.
A su vez, el presidente del CMB, Mauricio Sulaimán, explicó a la Comisión de Boxeo de California la situación de la carne en México. Vargas no fue sancionado.
A otro pugilista, Luis Pantera Nery, se le encontró zilpaterol, una alternativa al clem buterol que está permitida en México. Sin embargo, debe aplicarse un determinado tiempo antes de la matanza del animal para que la carne no contenga restos de la sustancia.
El 26 de marzo pasado se hizo público que El Canelo Álvarez está en el mismo aprieto. Tuvo que cancelar la pelea del 5 de mayo ante Gennady Golovkin. Sus abogados están preparando su caso. Intentarán convencer a sus interlocutores de que comió carne contaminada en México. Lo hará ante la Comisión de Nevada, cuyo director ejecutivo pidió que sea castigado.
Derrota de la Cofepris
Juan Manuel Herrera, director de Medicina y Ciencias Aplicadas de la Conade, llevaba meses gestionando un encuentro con directivos de la WADA para intentar zanjar la discusión sobre si los deportistas se están dopando con clembuterol o si la sustancia está en la carne.
En agosto de 2013, funcionarios de México, entre ellos la comisionada de Evidencia y Manejo de Riesgos de la Cofepris, Rocío Alatorre Eden-Wynter, viajaron a Montreal, Canadá, a las oficinas centrales de esa organización para hablar con la directiva y con representantes de los máximos organismos del deporte amateur y del futbol mexicano.
Al frente de todos, en la punta de la mesa, estaba David Howman, entonces director de la WADA, acompañado de Olivier Rabin, director del Comité Científico, y Emiliano Simonelli, el entonces senior manager Jurídico, ambos de la misma organización.
Estuvieron presentes Enrique Bonilla, entonces presidente de la rama de la Primera División, hoy Liga MX, y a quien en 2013 le tocó enfrentar el escándalo de dos futbolistas que dieron positivo por clembuterol. A su lado estaba el médico Rafael Ornelas –ya fallecido– del Comité Olímpico Mexicano.
Frente a Bonilla se sentaron Rocío Alatorre y Patricio Caso Prado, coordinador de asesores del entonces titular de la Cofepris, Mikel Arriola; a su lado derecho, el doctor Herrera.
La reunión se extendió por dos horas y media. Cada uno, la Conade y la Cofepris, expusieron su caso. Uno defendió el prestigio de los atletas; el otro, el prestigio de la carne.
De la reunión sólo los dirigentes deportivos salieron felices, festejando que, ante las evidencias y el incremento en el número de casos en México, la WADA había aceptado sus argumentos.
Ese encuentro dio pie para que, con el aval de la WADA, la Conade y la Cofepris realizaran la investigación con los voluntarios.
En marzo de 2014, el Comité Nacional Antidopaje reconoció que “México tiene un serio problema de contaminación de alimentos, específicamente en la carne de res por clembuterol”, y anunció que todos los casos se analizarán de manera individual.
Así, cuando se demuestre que la presencia de esta sustancia en la orina de los atletas obedece a la ingesta involuntaria de carne contaminada (hasta.55 nanogramos por mililitro de orina), no serán sancionados. La WADA fue informada sobre cada caso.
Parte del protocolo que se sigue consiste en enviar una carta a las federaciones deportivas internacionales para explicar el problema. El sustento legal de ese protocolo descansa también en los casos masivos de clembuterol en atletas mexicanos de deportes de conjunto registrados entre 2009 y 2013.
Iván Martínez Guerrero, secretario ejecutivo del Comité Nacional Antidopaje, notificó por correo electrónico a Thomas Delaye-Fortin, responsable de Asuntos Jurí- dicos de la WADA, que la Secretaría Salud, la Cofepris y la Conade han investigado el problema del clembuterol en México desde 2011 y que “dichos resultados arrojaron que es un problema de salud pública”.
La base de esta aseveración es un informe de la Cofepris y un análisis estadístico por año, deporte, estado de origen de los atle tas y tiempo de estancia en determinadas localidades, ya que se identificó que las regiones donde es severo el problema de carne contaminada son el centro del país y los estados del Bajío. En 2017, los resultados de las muestras de orina de atletas mexicanos que fueron analizadas en el Laboratorio de Montreal, certificado por la WADA, dan cuenta de la contaminación de la carne.
Rocío Alatorre alega que la presencia de carne contaminada no es un problema de salud pública. La cifra de intoxicados en 2017 fue de 1.2 personas por cada 100 mil habitantes, menos que los 4.2 registrada hace 10 años, pero superior a la tasa de 0.08 que en 2013 reportó el Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica (SUIVE).
Ofrece otra prueba: la Cofepris analizó en ese periodo 2 mil 642 muestras de carne en rastros y puntos de venta. Sólo en 5% encontraron clembuterol.
“No es un problema de salud pública porque no nos está llegando gente intoxicada o que sospeches que tiene clembuterol. Ni la Conade ni la WADA tienen autoridad para hablar de si hay un problema de salud pública”, destaca Alatorre Eden-Wynter.
“La Cofepris, el gobierno mexicano, le dio a la WADA la evidencia de que existía un problema que se está atendiendo. Le dio la evidencia de los controles mediante los sistemas de vigilancia. ¿Quieres llevar a cabo un estudio? Con mucho gusto se hace en México.
“Vinieron sus científicos y el gobierno mexicano puso todo el dinero para llevar a cabo un proyecto de enorme complejidad e interés para que la WADA reconociera la rectitud con la que México está atendiendo un problema. Si tú me dices: ‘¿es cero?’, te acabo de decir que no. ¿Disminuye? Sí. ¿Necesitamos que sea cero? Sí. ¿Cuándo va a ser cero? No lo sé. ¿Necesitamos seguir controlando? Sí.
–¿Los atletas se están dopando y le echan la culpa a la carne? –se le pregunta.
–No sé qué está pasando con los atletas. Lo desconozco.
–¿Es importante hacer un estudio en la población para saber cuántas personas tienen clembuterol en el cuerpo sin saberlo?
–Si hicimos algo tan complicado como este estudio, el otro es potencialmente más sencillo. Por lo pronto, podemos hacer un piloto que nos vaya dando luz –dice la funcionaria.
En la segunda fase de la investigación que se realizó en 2016, en la que participó el Instituto Nacional de Nutrición, dependiente de la Ssa, a un grupo de 20 voluntarios sanos se les suministró una tableta del medicamento Spiropent, que contiene 20 microgramos de clorhidrato de clembuterol.
La Cofepris se rehusó a entregar los resultados de esta segunda fase y los clasificó como reservados por tres años, bajo la explicación de que la investigación no ha concluido y que su divulgación “puede menoscabar la conducción de las negociaciones y relaciones internacionales”.
Según las fuentes consultadas, aún no existe un método científico que permita distinguir, sin lugar a dudas, los casos de dopaje de los de ingestión involuntaria de clembuterol por alimentos contaminados. Eso podría derivar en casos de dopaje no sancionados o deportistas que resulten castigados sin haber consumido ninguna sustancia ilegal de manera deliberada.
Alatorre afirma que no conoce las conclusiones de la investigación que, refiere, le corresponde a la WADA presentar. Añade que a ella le corresponde vigilar la salud de la población abierta.
La Cofepris declaró “clasificada y reservada” toda información relacionada con los establecimientos que vendieron la carne, cuando se le solicitó para este reportaje. Justificó en su respuesta que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) convalidó que esa información contiene “secretos comerciales que si se hacen públicos, le ocasionarán un daño a la economía del país”.
En otra respuesta a una solicitud de acceso a la información, la Cofepris declaró como “inexistentes” las acciones que realizó cuando supo que compró, con recursos del gobierno federal, carne contaminada con clembuterol. Sin embargo, Alatorre asegura que ordenó proceder contra dichos lugares.
La funcionaria federal asume que así ocurrió y dice que realizaron operativos en 27 establecimientos (20 locales en 10 mercados y en siete carnicerías) para identificar los rastros en los que se sacrificó el ganado con el anabólico y a los productores que los engordaron con esa sustancia, aunque no ofreció evidencia documental de ello.
“Es información reservada porque afectamos…”, suelta.
–¿A quién? –se le pregunta.
–No sé. Datos del particular: cómo está dado de alta ante (la Secretaría de) Hacienda, dónde está ubicado…
–¿Es más importante proteger al que vende la carne contaminada que informarle al ciudadano que la está comprando? –se le cuestiona.
–No sé cuál es tu conclusión –responde Alatorre.
–No estoy concluyendo, estoy preguntando –se le insiste.
–Una vez que supimos esto, se hicieron acciones. Ya te dije siete veces que las tiene otra área de la Cofepris, la Comisión de Operación Sanitaria.
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