Olga
Jurado, activista de marzo del 38
Carmen García Bermejo
/
El Financiero
Olga Jurado tenía 20
años de edad cuando acudió al Palacio
de Bellas Artes a participar en la colecta realizada, en 1938, para pagar
la indemnización por los bienes petroleros recién nacionalizados por el
presidente Lázaro Cárdenas. Hoy esta mujer cumple 95 años de edad, y aún
participa en las manifestaciones públicas con el anhelo de que, algún día, la
injusticia en México desaparezca.
Olga Jurado Fuentes (DF,
1918) conserva en su memoria un sinfín de anécdotas vinculadas con hechos
históricos de la nación porque, en muchos de ellos, ha sido partícipe. Ahora ya
casi no sale a la calle, pero escucha la radio para enterarse de lo que ocurre
en el país. Eso sí, cuando sabe que algún movimiento social ha convocado a
manifestaciones públicas, ella acude gustosa a apoyar.
Así, se le puede ver
tanto en las recientes marchas convocadas para impedir que Enrique Peña Nieto
abra al sector privado extranjero la inversión en Petróleos Mexicanos (Pemex),
como en las manifestaciones convocadas por la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE). Camina lento por el Paseo de la Reforma,
pero siempre llega al Zócalo, donde culminan las protestas. Al conversar con
ella, expresa que su forma de actuar se la debe a sus padres: “Mi madre, Amanda
Fuentes, y mi padre, Jesús Jurado Suárez, eran combativos. Él siempre comulgó
con las ideas socialistas que beneficiaban a la mayoría de la población. Mi
madre era una luchadora social, la injusticia siempre le
indignó.
Así que cada que había
una protesta a favor del pueblo, nosotros participábamos como familia. Cuando,
en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río convocó a la nación para
respaldar la expropiación petrolera, ahí estuvimos”. Jurado Fuentes recuerda con
emoción el discurso que dio Cárdenas del Río, el 18 de marzo de 1938. Pero
comenta que unos días después de ese suceso, la esposa del presidente, Amalia
Solórzano, hizo un llamado al pueblo para cooperar, con lo que fuera, con el fin
de que el gobierno indemnizara a las compañías extranjeras de petróleo, tras la
nacionalización del oro negro.
“Ahí vamos toda la
familia –narra–, a respaldar a Lázaro Cárdenas. Era el 23 de marzo de 1938 y el
lugar donde doña Amalia citó fue el Palacio de Bellas Artes. Había muchas
mujeres recibiendo la colecta. Era impresionante la solidaridad. Jamás se me va
a olvidar que llegaban señoras muy bien vestidas a dejar sus joyas o utensilios
de platería, monedas... Pero lo más conmovedor fue haber visto a mujeres
indígenas entregando sus gallinas, puerquitos, pollos, patos... ¡Para pagar la
expropiación! Eso me dio una gran lección: los mexicanos más pobres también
contribuyeron a nacionalizar el petróleo”.
Jurado Fuentes refiere
que le tocó atestiguar cómo muchísimos niños llegaron, de la mano de sus madres,
a entregar sus alcancías. Además, quienes recibían la colecta eran mujeres de
todas las clases sociales que portaban una pequeña bandera en el lado izquierdo
del pecho, a manera de gafete.
“Esta colecta fue un
hermoso acto de fraternidad –afirma. La gente estaba muy motivada y quería
aportar lo que fuera, con tal de ayudar a Lázaro Cárdenas. Muchísimos mexicanos
respondieron a ese llamado y entregaron anillos de matrimonio, alhajas, cuadros,
medallas de bautizo, artesanías, antigüedades y dinero en efectivo. Pero también
se me quedó grabada en la memoria la imagen de una indígena que estaba sentada
afuera de Bellas Artes con sus
borregos y gallinas, esperando la oportunidad para donarlos. Era gente con
escasos recursos, pero con gran corazón y sentido
nacionalista”.
Por eso, Jurado Fuentes
enfurece al saber que ahora Enrique Peña Nieto quiere cambiar la ley para
permitir que empresas extranjeras inviertan en la explotación del petróleo. Y
asevera indignada que esa acción del gobierno representa un retroceso en la
historia del país. Y dice más:
“¡Es una traición a la
patria! ¿Se imaginan lo que sentimos, quienes vivimos la expropiación petrolera,
ahora que el presidente dice que les va a regresar el petróleo a las compañías
extranjeras? ¿Por qué no recurre a la historia para enterarse de lo que sucedió
y de lo que le costó al pueblo la nacionalización del petróleo? No es justo”.
En su juventud, Olga
Jurado practicó teatro y, después, danza mexica. Cuenta que al teatro llegó
gracias a una amiga que estudiaba actuación con un maestro japonés que usaba el
método Stanislavsky, que ayuda a controlar las emociones y la inspiración
artística.
“Ingresé a ese colectivo
de teatro y dábamos funciones en las calles porque formábamos parte de los
grupos de artistas que integraban la campaña de alfabetización. Ya después, me
uní al grupo de teatro de Ignacio Retes, con quien estuve una larga
temporada”.
Luego la invitaron a
entrar a un grupo de danza mexica. Aceptó. No sólo bailaba, sino que empezó a
diseñar trajes prehispánicos. Vestuario que luego expuso en Estados Unidos y en
Hamburgo, Alemania.
“A mi regreso de esos
viajes –comenta– decidí organizar un grupo de danza mexica. Como vivía en
Otumba, estado de México, recuperé la conmemoración del 7 de julio, día en que
Matlatzincatzin –general de Cuitláhuac– murió en combate con Hernán Cortés.
Desde entonces, 1992, cada año en Otumba se presentan ese día danzas
prehispánicas.
A finales de la década
de los 50, a Olga Jurado la llamaron para participar, como segundo reparto, en
la película El brazo fuerte, dirigida
por el italiano Giovanni Korporaal, con guión de Juan de la Cabada y fotografía
de Walter Reuter. La cinta fue rodada en Erongarícuaro, Michoacán, y la trama
describe la vida de un cacique.
“Era 1957 –recuerda. El
permiso para filmar tuvo sus problemas con Gobernación. En el guión original, el
nombre de la cinta era El influyente,
pero los funcionarios no lo autorizaron y fue necesario cambiarlo. Luego, en la
historia original, el influyente muere a manos del pueblo, pero esta trama no se
autorizó y se tuvo que modificar. Por eso, al final el cacique muere en un
accidente. Al año siguiente, se estrenó la película y fue catalogada –por la
crítica internacional– como la mejor cinta hecha en
México”.
No obstante, El brazo fuerte estuvo enlatada, después
de su estreno, durante 20 años. Hasta que Luis Echeverría permitió que se
exhibiera en el país, aunque sólo 15 días. Después, la volvieron a
enlatar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR