2. El gobierno demócrata de Barack H. Obama no tiene otro proyecto para México que el mismo de su predecesor republicano George W. Bush, que supone intervenir de manera cada vez más directa en nuestro país, con pretexto de
la seguridad internade Estados Unidos, controlando la frontera, las costas, las aduanas y nuestro espacio aéreo y marítimo, y para ello a las fuerzas de seguridad mexicana, sin olvidar el objetivo fundamental: el petróleo y los recursos estratégicos del país, todo lo cual le ha ido siendo garantizado por la administración de Calderón, haciéndolo posible con su supuesta
guerra contra el narcotráfico.
3. Acción Nacional, que no tuvo nunca otro proyecto para el país que no fuera echar abajo la separación Estado-Iglesia alcanzada en el siglo XIX y las reformas sociales que se instauraron en los años de Lázaro Cárdenas (1934-1940), desde el reparto de la tierra y las conquistas laborales hasta la expropiación del petróleo, se ha ido de bruces ante los programas neoliberales que conducen el desmantelamiento de los estados nacionales, y ha aceptado las pretensiones de Washington. Calderón, ante su falta de legitimidad, se entregó a los gobiernos estadunidenses, sea cual fuere su signo, aunque sus preferencias por los republicanos, que financiaron al PAN en el pasado, no las escondiera al hacer abierta campaña por McCain en 2008, y ahora doblegado por completo ante Washington y sin una política propia, utilizando como pretexto esa desquiciada “guerra contra el narco” para crear un clima de miedo que le permita seguir gobernando después de 2012.
4. La colombianización de México, que ha acelerado el gobierno panista en la primavera de 2010, responde a las exigencias del Departamento de Estado, de la DEA y de la FBI, que están creando con la violencia desenfrenada las condiciones para un mayor control de Estados Unidos sobre territorio mexicano, pero también se ha tornado elemento esencial de las políticas panistas a fin de poder vender a la administración Obama la tesis de que, a pesar del fracaso escandaloso de Calderón, otro gobierno del PAN, aunque de nuevo fuese espurio, podría con su respaldo serle más funcional a Washington que el regreso del PRI, y no se diga que un gobierno de izquierda, por lo que le ha demandado más apoyo en la insensata creencia de que puede levantar su imagen con actos como la visita, bastante desairada, de Michelle Obama a México, del 14 al 15 de este mes, o el viaje de Calderón a Washington en unas semanas, que ya se sabe lo que será.
5. La demanda de ayuda de Calderón y los panistas a Obama para poder superar el año crítico de 2010 y más tarde enfrentar al movimiento popular y al PRI en 2012 parece destinada al fracaso, porque el proyecto de los think tanks de Washington de que Obama levantase en el exterior el prestigio de la institución presidencial estadunidense al proyectar una nueva imagen –y en particular por ser afroestadunidense–, se derrumbó desde los inicios de su gobierno, al constatarse en el mundo entero que la política exterior de la Casa Blanca sigue siendo la misma de los años de Bush, y de que Obama actúa, al igual que su deplorable predecesor, como empleado de las grandes corporaciones y un enemigo de la libertad de los pueblos latinoamericanos, de manera que la relación entre Obama y Calderón tiene en México otra lectura: el entreguismo del gobernante de facto mexicano.
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