La Casa Nacional del Estudiante, monumento histórico que data de principios del siglo XX, desfallece ante la indiferencia gubernamental. Con el objetivo de encontrar una solución al “marcado deterioro físico” del inmueble, así como a las demandas de seguridad, infraestructura y servicios, de 2009 a la fecha, la asociación civil a cargo se ha reunido con diversas instancias del Gobierno del Distrito Federal. Los resultados son mínimos: la poda de la vegetación nociva la activación temporal del “código águila” y la disminución del 40 por ciento de una deuda de 124 mil 139 pesos, por concepto de suministro del agua
Flor Goche7/CONTRALINEA
29 febrero 2012
Hace 101 años, en una ceremonia presidida por destacados personajes del porfiriato, como el científico y entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, José Yves Limantour Marquet, fue colocada la primera piedra de la Casa Nacional del Estudiante tallada con la insignia: “México, julio 6 de 1910”. En un cofre de hierro, bajo los cimientos del inmueble de aproximadamente 2 mil metros cuadrados, quedaron sepultadas el acta del día, envuelta en un ejemplar del periódico El Imparcial y una colección de monedas de la época.
Setenta años después, la obra a cargo del arquitecto Mauricio de María y Campos –quien también dirigió la construcción del recinto que actualmente alberga a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal–, fue incluida en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, con el número de ficha 090060071352. También el Instituto Nacional de Bellas Artes la nombró monumento histórico.
Hoy, la Casa Nacional del Estudiante, ubicada en el perímetro A del Centro Histórico de la Ciudad de México, desfallece ante la indiferencia gubernamental. Las cuotas de recuperación –50 pesos mensuales– que le aportan cada uno de los estudiantes de licenciatura que la habitan (jóvenes de escasos recursos económicos y provenientes del interior de la república, constituidos desde 1966 como asociación civil) no son suficientes para solventar los gastos de mantenimiento, mucho menos para revertir su inminente deterioro.
De acuerdo con la tesis profesional Remodelación de la Casa del Estudiante en el DF, para obtener el título de arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México, elaborada por Carlos Salgado Sandoval, el edificio que lo albergó durante los últimos tres años de la carrera y lo que duró su proceso de titulación tiene un “marcado deterioro físico” en fachada, acabados, herrería, estructura, cimentación e instalaciones.
Compuesta de tres cuerpos estilo ecléctico renacentista; con escudos labrados en cantería; piezas de talavera en color blanco, azul y verde; 37 ventanas de manera de pino enmarcadas en sillares de tabique; y dos columnas de orden toscano con relieves relativos a las ciencias, letras y artes, su fachada es una de las más afectadas. A los estragos del tiempo se suman los del clima, la contaminación y, por supuesto, la actividad humana.
Piezas faltantes de tabique rojo, deterioro de la capa de pintura de vinil y del aplanado de mezcla cemento-arena, vidrios rotos y madera en estado de putrefacción en las ventanas, azulejo cerámico y medallón de cantera gris con costras de mugre. La azotea con flora parásita, moho, fisuras y filtraciones de agua pluvial, como consecuencia de la falta de impermeabilizante.
Al interior, las escaleras de cantería con barandal de hierro y plomo que conectan los dos niveles de la casa estudiantil, permanecen en buen estado estructural, aunque con desprendimiento de pintura. No así el resto de la casa, con pisos, acabados, muros, herrería y vidrios en mal estado. Es el caso de las habitaciones, baños, auditorio, frontón cerrado, así como del vestíbulo poligonal y de triple altura que comunica con las crujías laterales y el patio.
El auditorio, además, carece de diseño acústico e isóptico (que tenga una óptica igual desde cualquier ángulo) y de una adecuada instalación eléctrica; el frontón cerrado, de electricidad y su cubierta de lámina se encuentra perforada. En lo que se refiere a la instalación hidráulica, tres de cuatro tinacos presentan fisuras.
En noviembre de 2011, Carlos Salgado, originario de Guerrero, presentó su examen profesional de nivel de licenciatura. Su tesis de remodelación de la casa estudiantil le valió una mención honorífica y la satisfacción de haber aportado al espacio que le permitió concluir sus estudios universitarios. Un mes después, consecuencia del temblor de 6.5 grados en la escala sismológica de Richter que sacudió al país, el techo de uno de los 108 cuartos que conforman el inmueble se derrumbó.
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