Hay que decir, empero, que dentro de esa misma organización editorial y mediática hay ciertos colaboradores que salvan, con honestidad, su entereza, inclinaciones personales y reputación. Con dura información a veces, con la refinada prosa y claridad de pensamiento de algunos otros, con sentido del humor e inteligencia en ciertas ocasiones, marcan prudente distancia de sus editores y compañeros de viaje. Tratan, por los medios disponibles a sus posibilidades, de mantener las necesarias e indispensables dudas y distancias del entorno que los rodea. Pero los que acaparan múltiples reflectores, conspicuos miembros de la favorecida opinocracia, recalan, con frecuencia inusitada, y con incontenible saña a veces, en señalar los defectos y cortedades de aquel (AMLO) que les empitona sus más íntimas segregaciones gástricas. Ni modo, cosa de las pasiones de callejón y las visiones obnubiladas por ellas. Las distinciones de calidad entre los rivales por el poder, desde sus altos y severos juicios, se borran. Y, con incontestable plumazo, ponen a salvo a su elegido ganador. Los predicados 20 puntos (o más) de ventaja, conservados a piedra y canto desde hace años, han ido empujando al predilecto que será, qué duda cabe y desde sus alegados compromisos con la verdad, el elegido por esas mayorías que sus sondeos descubren. Y, tras esas pulsiones, atascadas de numerología, desfilan sus confianzas de taumaturgos del periodismo moderno.
Hay que decir, empero, que dentro de esa misma organización editorial y mediática hay ciertos colaboradores que salvan, con honestidad, su entereza, inclinaciones personales y reputación. Con dura información a veces, con la refinada prosa y claridad de pensamiento de algunos otros, con sentido del humor e inteligencia en ciertas ocasiones, marcan prudente distancia de sus editores y compañeros de viaje. Tratan, por los medios disponibles a sus posibilidades, de mantener las necesarias e indispensables dudas y distancias del entorno que los rodea. Pero los que acaparan múltiples reflectores, conspicuos miembros de la favorecida opinocracia, recalan, con frecuencia inusitada, y con incontenible saña a veces, en señalar los defectos y cortedades de aquel (AMLO) que les empitona sus más íntimas segregaciones gástricas. Ni modo, cosa de las pasiones de callejón y las visiones obnubiladas por ellas. Las distinciones de calidad entre los rivales por el poder, desde sus altos y severos juicios, se borran. Y, con incontestable plumazo, ponen a salvo a su elegido ganador. Los predicados 20 puntos (o más) de ventaja, conservados a piedra y canto desde hace años, han ido empujando al predilecto que será, qué duda cabe y desde sus alegados compromisos con la verdad, el elegido por esas mayorías que sus sondeos descubren. Y, tras esas pulsiones, atascadas de numerología, desfilan sus confianzas de taumaturgos del periodismo moderno.
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