Jueves 27 de enero de 2011, p. 17
pesar por la muerte del obispo emérito don Samuel Ruiz García.
No sólo destacó en un catolicismo practicado en y con los desposeídos, con su equipo también formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica de la religión católica. No sólo se preocupó por la grave situación de miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, también trabajó, junto con su heroico equipo de pastoral, por mejorar esas indignas condiciones de vida y muerte.
Los zapatistas fustigan:
el grotesco desfile de personajes de la vida política local y nacional frente al féretro de don Samuel no es para honrarlo, sino para comprobar, con alivio, que ha muerto; y los medios de comunicación locales simulan lamentar lo que en realidad festinan.
La comandancia rebelde destaca que en el EZLN
militan personas con diferentes credos y sin creencia religiosa alguna, pero la estatura humana de este hombre (y la de quienes, como él, caminan del lado de los oprimidos, los despojados, los reprimidos, los despreciados), llama a nuestra palabra. Y apunta:
Aunque no fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y distancias, hoy queremos remarcar un compromiso y una trayectoria que no son sólo de un individuo, sino de toda una corriente dentro de la Iglesia católica.
Ruiz García y su equipo
no sólo se empeñaron en alcanzar la paz con justicia y dignidad para los indígenas de Chiapas, también arriesgaron y arriesgan su vida, libertad y bienes en ese camino truncado por la soberbia del poder político. Incluso antes del alzamiento en 1994, la diócesis de San Cristóbal
padeció el hostigamiento, los ataques y las calumnias del Ejército federal y de los gobiernos estatales en turno.
Recuerdan su trabajo en la Comisión Nacional de Intermediación.
En compañía de las mujeres y hombres que formaron esa instancia de paz, don Samuel recibió presiones, hostigamientos y amenazas, incluyendo atentados contra su vida por parte del grupo paramilitar mal llamado Paz y Justicia. En febrero de 1995, don Samuel sufrió
un amago de encarcelamiento, cuando Ernesto Zedillo Ponce de León,
como parte de una estrategia de distracción (tal y como se hace ahora) para ocultar la grave crisis económica en la que él y Carlos Salinas de Gortari habían sumido al país, reactivó la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas.
que fracasó), y
obsesionado con la idea de acabar con don Samuel, el entonces presidente de México, y ahora empleado de trasnacionales, aprovechó la alianza que, bajo la tutela de Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, se había forjado entre el PRI y el PAN.
El Ejército federal no se quedó atrás. Al mismo tiempo que financiaba, entrenaba y pertrechaba a grupos paramilitares, se promovía la especie de que la diócesis sembraba la violencia. La tesis de entonces (y que hoy es repetida por idiotas de la izquierda de escritorio) era que la diócesis había formado las bases y los cuadros de dirección del EZLN. Hoy en día
esos ataques no han cesado, agrega.
se maniobra para partir la diócesis de San Cristóbal; aprovechando el deceso de don Samuel, se reactiva ese proyecto de control y división, mientras el equipo de pastoral, especialmente diáconos, ministros y catequistas indígenas,
sufre calumnias, insultos y ataques de los neoamantes de la guerra. Por ello,
don Samuel Ruiz García y los cristianos como él tuvieron, tienen y tendrán un lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas zapatistas.
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