La comunidad de Guadalupe Victoria, en el municipio de Xochistlahuaca –en la región de
la Costa Chica, Guerrero–, es uno de los lugares donde más se padece la desnutrición.
Éstas son algunas historias de sus habitantes.
REFORMA/Texto: Martha Martínez / Fotos y Video: Luis Castillo / Video: Francisco Caballero /
Diseño y Programación: Fernando Rétiz
Sobrevivir con hambre
Las menores saben que no podrán pedir una ración adicional a la que ya se les sirvió y por ello no se esfuerzan en pedirla. Para llenar el estómago, recurren a una práctica que la mayoría de los habitantes de esta localidad utilizan: consumir la mayor cantidad de tortillas posible.
Se acabaron los desayunos escolares
de café y la tortilla que todos los días desayuna no le ayudan a que “las letras le entren en la cabeza”.
Héctor dejó de tomar leche y comer las manzanas que le daban en el comedor comunitario porque
a pesar de que en esta localidad de indígenas amuzgos más del 60 por ciento de la población
vive en condiciones de pobreza extrema, los programas de apoyo alimentario se suspendieron.
la escuela y que representaban la única manera de consumir una ración de leche al día, alimento
que en su casa no es posible comprar porque el precio de un litro es superior a los ingresos diarios
de su hogar.
al comedor comunitario, porque al igual que los desayunos escolares, los insumos que enviaba
el DIF estatal para la preparación de los alimentos dejaron de llegar.
Sin desayunos escolares y sin comedor comunitario, desde hace más de un año la dieta del menor se redujo a los alimentos que se pueden comprar con los 20 pesos que cada semana ingresan a su hogar: tortilla, frijol, arroz y, de vez en cuando sopa.
En esta comunidad en la que la actividad económica principal
es el campo, la única fuente de empleo posible para las mujeres
es la confección de telares.
se dedica a esta actividad, el precio de los mismos es bajo, al
igual que la ganancia que cada uno deja para las familias.
y vende en el tianguis del pueblo los domingos, tiene un precio de
alrededor de 150 pesos de los cuales 130 los vuelve a invertir
en la pieza que venderá la semana siguiente.
Maribel reconoce que el problema de esta comunidad no es la disponibilidad de alimentos, pues en
el pueblo existen tiendas en donde se venden productos básicos. Incluso, dice, hay una tienda
comunitaria en donde los productos son más económicos.
recursos para comprar los productos que ahí se ofertan; mientras que por los empleos que existen
pagan salarios tan bajos que aún con ese ingreso, la capacidad de las familias para comprar alimentos
es mínima.
podrá consumir alimentos diferentes a los que ella puede proporcionarles, mismos que hasta ahora
no han logrado evitar que la piel de su abdomen se le pegue a los huesos.
La despensa de Rufina
y una botella con unas cuantas gotas de aceite, recuerdo de lo que queda del apoyo que cada dos
meses recibe del programa Oportunidades.
un solo día de la semana.
ingreso que esta semana ha entrado a su casa, por lo que media olla de nixtamal y un poco de arroz es
lo único que hay para comer hoy. Rufina y su familia forman parte de los más de 21 millones de personas que,
de acuerdo con el Coneval, viven en pobreza alimentaria, pues la incertidumbre de no saber si habrá
para comer al día siguiente ha estado presente en su vida desde hace más de dos décadas.
siguiente apoyo, lo que deja en la incertidumbre a su familia.
obstante, las reservas que puede comprar con ese dinero se le agotan poco después de que concluye
el primer mes porque son siete los que se alimentan con los apoyos que entregan para dos personas.
El resto de los recursos lo destina a la compra de útiles escolares.
debajo de la talla y el peso indicado para sus edades, Rufina debería
recibir apoyos económicos por sus cinco hijas; no obstante, ella se
enfrenta al obstáculo que la mayoría de los programas sociales
registran: sólo puede afiliar a los hijos que cuenta con acta de
nacimiento, el resto de los niños se quedan fuera de éstos aún
cuando lo necesiten.
en las grandes ciudades, sus edades son un obstáculo para
conseguir algún empleo.
Prepararse para ser madre
Por ello coloca hojas de hierbasanta -una hierba que crece por montones en este lugar- a los frijoles, para hacer que el caldo de éstos espese y adquiera un sabor menos insípido.
También hace a mano tortillas gruesas y grandes, pues al igual que la mayoría de los más de 31 mil habitantes de Xochistlahuaca, su familia consume una gran cantidad de tortilla para llenar el estómago.
A sus 28 años edad, Isaura ya tiene cuatro hijos que ha dado a luz en intervalos de dos años, en promedio: Mauricia de 12, Lucía de 10, Valeria de 8, y Fidelio de poco más de uno.
Niños de 2 kilos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR