EN CORTO
José Luis Avendaño C.
Entrega total
México ya no es de los mexicanos; pertenece –con nombres y apellidos— al capital extranjero. No sólo se trata del saqueo y explotación de recursos naturales y humanos (hasta la deshumanización), sino de que, gracias a los grandes medios, ya pensamos en inglés, en un lento pero seguro proceso de desnacionalización, que hoy vive uno de sus momentos más críticos.
El 1 de enero se cumplen 20 años de la vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés), entre Canadá, Estados Unidos y México, el 1 de enero de 2014, que no por nada coincide con la irrupción pública, cual presentación en sociedad, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ya vienen los estudios, análisis e informes del alcance del TLCAN.
Gracias al tratado, a México se le hizo recordar que geográficamente, y también económicamente, pertenecemos a América del Norte. Con tal operación, se nos cercenó y alejó un tanto de América Latina. Fue, como parte de la imposición de la doctrina neoliberal (diciembre de 1982), de la pretensión de Carlos Salinas de incrustarnos en la modernización, vía la apertura comercial y competitividad; en suma, de ser, como país, de las ligas mayores.
Nos adherimos al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y dimos el brinco para ser integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), aunque en sus índices de Desarrollo Humano y Social, ocupamos los últimos lugares, en la cola. Por si hiciera falta, el Banco Mundial descubre que la tasa de pobreza es igual a la de dos décadas atrás (La Jornada, 18-12-2013).
Si hacemos un balance de los 20 años del TLCAN y de los 30 años del ciclo neoliberal (en total, seis sexenios, con el actual: Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000), del PRI; Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012), del PAN, y hoy Enrique Peña Nieto (2012-2018), con un PRI restaurado, los resultados son magros en términos de desarrollo económico y social, que se refleja en una estructura altamente concentrada y desigual, no obstante que se pondere la estabilidad macroeconómica, pues lo que verdaderamente importa es la estabilidad social.
Por lo tanto, los beneficios se han concentrado en unas cuantas ramas y empresas, como lo testimonia el sector agrícola, para tan sólo 600 mil productores, dejando en la miseria a miles de familias campesinas, y donde se perdieron dos millones de empleos (La Jornada, 2-1-2014).
Empero, dice Jaime Serra Puche, principal negociador por México del TLCAN, éste no tuvo como objetivo disminuir la pobreza, sino aumentar las exportaciones (con el sello made in mexico) y las inversiones extranjeras en el país.
No se nos olvidan los efectos que el TLCAN ha tenido en Estados Unidos, en especial para los trabajadores. Lori Wallach, de Public Citizen’s Global Trade Watch, afirma que se perdieron miles de empleos, al mismo tiempo de las corporaciones estadunidenses se ubicaban en México, para aprovechar la política de bajos salarios, lo que obligó a miles de personas a migrar hacia el norte en busca de empleo Democracy Now (30-12-2013).
Cosas del TLCAN: flujos, de norte a sur, del capital, y del sur al norte, de la fuerza de trabajo, en una dialéctica de la explotación. En la memoria, la bandera de las barras y las estrellas ondeando, ese 15 de septiembre de 1857, en Palacio Nacional…
La presencia del EZLN tuvo efectos, sobre todo mediático, a fin de hacer visible un problema ancestral: el olvido de las comunidades indígenas, con lo que el proyecto modernizador se convirtió en una ilusión, porque lo que la exclusión ha prevalecido sobre la inclusión, que es el fundamento de cualquier democracia que se respete.
No en balde, la reaparición del subcomandante Marcos alude a la situación lastimosa del campo y a la escasa información de ella en los grandes medios:
“El despojo disfrazado de reforma constitucional no inició en este gobierno. Empezó a formalizarse con Carlos Salinas de Gortari y su reforma al artículo 27. El despojo agrario fue entonces cubierto por las mismas mentiras que ahora envuelven las mal llamadas reformas:ahora el campo mexicano está completamente destrozado, como si un paquete de bombas atómicas lo hubiera arrasado. Y pasa ya con el total de las reformas. La gasolina, la energía eléctrica, la educación, la justicia, todo será más caro, de peor calidad, más escaso.
“Antes de eso y aún antes de las actuales reformas, los pueblos originarios eran y son despojados de sus territorios, que lo son también de la Nación. El oro líquido moderno, el agua y no el petróleo, ha sido hurtado sin que eso llame la atención de los grandes medios” (La Jornada, 24-12-2013).
Resulta un mal chiste la declaración del PRI con motivo del Año Nuevo, de que los mexicanos “empezarán a sentir en los bolsillos” la transformación de México. ¿Sería redactada el 28 de diciembre, día de los inocentes?
Fred Magdoff publica en la edición de noviembre de 2013 de Monthly Review un artículo sobre la acumulación por desposesión en el sector de la agricultura, que incluye tanto su producción como la tierra. Donde dice desposesión, léase despojo, saqueo.
En un apartado trata específicamente el tema de los acuerdos comerciales neoliberales, en los que se inscribe, precisamente, el TLCAN, como una forma del capital de forzar a las economías del sur a abrir sus economías para facilitar su explotación; principalmente, contra los pequeños productores del campo en países como México.
Con la apertura comercial, nos adherimos a la política, recomendada por los organismos financieros internacionales –FMI y Banco Mundial—, de importar alimentos, particularmente granos básicos, carnes y lácteos, y exportamos frutas, flores y hortalizas. Se decía que era más barato comprar los alimentos en el exterior (principalmente a Estados Unidos), que producirlos internamente.
Así lo corrobora la Oficina en Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), que afirma que, entre los perdedores del NAFTA (por sus siglas en inglés), se encuentran los pequeños productores del campo mexicano (La Jornada, 29-12-2013).
De esta manera, desmantelamos no sólo los mecanismos de estímulo a la producción interna, sino los de protección arancelaria, dejando a su suerte, a la del mercado, a miles de familias campesinas, que tuvieron que abandonar sus tierras y emigrar a las ciudades y más allá de las fronteras. Hoy, importamos más de la mitad de nuestra comida, en la peor de las dependencias: la alimentaria, con lo que hemos perdido soberanía.
Es lo que está en vías de sucederle al sector de la energía (petróleo, gas, electricidad y, no se nos olvide, el agua). Así, el capitalismo moderno no excluye formas primitivas de acumulación, que no son otra cosa que saqueo y explotación.
Esto, que es lo importante, se ve ensombrecido por lo urgente: la sobrevivencia misma, dada la cascada de aumentos de precios e impuestos, que hace particularmente empinada la presente cuesta de enero, febrero…
Sin visos de que se cambie de cambie la política económica, sino de que se profundice –así es la lectura de las (contra)reformas—, las cosas seguirán igual o peor.
(¡Feliz 2014!)
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