Julio del 2021.
RESUMEN: Se llama a participar en
la Consulta pensando en las víctimas. Ir
a la casilla. Se sugiere que, si le cae
mal el Supremo o desconfía, y con razón, de que su participación sea usada para
legitimar a los de allá arriba –o sea un ensayo para una consulta posterior
sobre la extensión del mandato del ejecutivo-, o que es un desperdicio (uno
más) de paga, o que lo que quiere el Supremo es negociar con sus ex´s para que
le bajen una raya a su mala vibra, o es pura y simple demagogia, entonces no
vaya a una casilla. En lugar de eso se
le propone que escriba una carta, individual o colectiva, y que la haga llegar
a una organización de víctimas, diciéndoles que respeta su dolor y que les
apoya en sus demandas de verdad y justicia.
O una columna periodística, un tuit, un comentario en su blog, en su
noticiero, en su facebook, en instagram, en donde sea. O una pintura, una canción, un mural, un
poema, un discurso, una sonata, una pirouette, una figura, una obra de teatro,
un arte. O un artículo de análisis, un
coloquio, una cátedra, una conferencia, un semillero. O lo que se le ocurra. Es más, para que quede clara su
inconformidad, hágalo de forma extemporánea, o sea uno o varios días después
del 1 de agosto y siga en lo que resta del año y los años subsiguientes. Se le insiste en que se organice porque,
acaso sin saberlo, usted forma parte de las futuras y probables víctimas de
“las decisiones políticas tomadas en años presentes y venideros por los actores
políticos” del Estado Mexicano. Es eso o
resignarse a que, cuando usted sea la víctima, el “actor político” responsable
de evitar que eso le ocurriera, de investigar, perseguir y castigar a él o los
culpables, declare que usted “se lo buscó”, que condena el hecho y, claro, que
se investigará “hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga” –mientras
su nombre de usted y su historia personal, pasan a ser un número en una
estadística-.
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Primero.- Los pueblos zapatistas
participarán, de forma extemporánea, en la llamada “Consulta Popular”, siguiendo
los usos y costumbres de los originarios, con asambleas comunitarias. El resultado se le hará llegar a las
organizaciones de víctimas de la violencia, de búsqueda de desaparecidos y de
presos de conciencia. Quienes tienen
credencial del INE (de hecho sólo un@s poc@s) asistirán a una casilla. Llamamos ESPECIALMENTE a los pueblos
originarios hermanos, organizados en el Congreso Nacional Indígena-Concejo
Indígena de Gobierno a que, siguiendo sus tiempos y modos, participen también,
sin perder de vista a las víctimas, y teniendo presentes a todos los hermanos
asesinados y comunidades que han sido víctimas de las decisiones de los de
arriba de antes y de ahora, así como la larga historia de despojos, de engaños,
de burlas y desprecios, de destrucción de territorios y desaparición de lenguas
y culturas originarias.
Segundo: La pregunta a consultar
no trata de los ex presidentes, o no sólo.
Sino de todos los actores políticos: ejecutivos federales y sus
gabinetes legales y ampliados; gobiernos estatales y municipales; diputados
locales y federales; senadores; jueces y todo el aparato de justicia;
organismos descentralizados; organismos autónomos (como el IFE antes y después
el INE); ejército, fuerza aérea y marina; policías federales, estatales y
municipales.
Tampoco trata de juzgar ni
condenar a nadie. Trata de los derechos
de las víctimas, de su derecho a la justicia y a la verdad.
Su derecho a saber por qué se
decidieron tales acciones u omisiones, con cuáles leyes se les dio sustento
legal. Y quiénes fueron o son los
responsables o irresponsables, desde el más alto, hasta el más bajo nivel. Eso sería la verdad y su consecuencia sería
la justicia.
No están a consulta ni la una ni
la otra. Se consulta si estamos de
acuerdo en apoyar a las víctimas que reclaman saber qué pasó, por qué, y quién;
y demandan justicia.
Cuando se pone como período
temporal “los años pasados”, se deduce que incluye hasta el 31 de diciembre del
2020. Y si los meses de enero a julio
del 2021 son “pasados”, pues también.
Si de esas exigencias de Verdad y
Justicia se sigue algo más que no sea simulación, depende de las víctimas, sus
familiares y de quienes les apoyan.
Tercero.- Los riesgos. Sí, es más que probable que, tanto el
oficialismo como la “oposición” en México, usen la participación en la consulta
y el resultado. Sea como una forma de
legitimar su política gubernamental, sea como un argumento para esconder sus
culpas y evadir la justicia. Tanto el
número de participantes “contemporáneos”, como las respuestas, pueden ser
secuestrados por uno y otro lado. Pero
eso durará apenas un tiempo.
Lo que a nosotros nos importa es
que las víctimas se sientan acompañadas y animadas en su doloroso caminar. Pero su paso, su ritmo, su velocidad, su
compañía y su destino, corresponde a ellas y sólo a ellas decidirlo.
Sí, está también el riesgo de que
el oficialismo use esa consulta popular para avalar las “consultas” falsas con
las que ha cubierto el carácter depredador de sus megaproyectos en los
territorios de los originarios. Bueno,
esas “consultas” no lo fueron. Fueron
acarreos desvergonzados y con ridículos resultados. Se chantajeó y se pagó por el acuerdo y, aun
así, fracasaron en lo que a participación se refiere. No fueron previas, ni informadas, ni libres,
ni de acuerdo a los modos y tiempos de los pueblos originarios. Pero, en el caso de que algún día se hicieran
consultas a los pueblos originarios, se informaran bien los pros y los contras,
fueran ANTES de que se implementaran los megaproyectos, participaran TODOS los
afectados, etc., y ganara la propuesta de destrucción de la naturaleza y el
aniquilamiento de los pueblos originarios como tales, pues la conclusión sería
que faltó trabajo de explicación y convencimiento, y habría que seguir
insistiendo. ¿Y mientras tanto? Resistencia y Rebeldía.
Claro, esta consulta también
puede ser una mascarada… si no la volvemos inoportuna, impropia, inconveniente,
“extemporánea”. Es decir, si no la
convertimos en algo más. Aunque habría
que, primero, sustraerse de lo que dicen y disputan allá arriba; y luego seguir
con encuentros, foros, festivales, apoyos para las víctimas. Una campaña nacional por la verdad y la
justicia. En suma “acompañamiento”, no
“dirección”.
Cuarto.- ¿No sería bueno que las
Madres Buscadoras de Desaparecidos en Sonora, las Rastreadoras de El Fuerte,
Sinaloa, las madres de los Yaquis secuestrados, los desplazados de Pantelhó,
las familias de desaparecidos en Guerrero, Guanajuato, Veracruz, Baja
California Sur, Querétaro, Jalisco, Coahuila, Morelos y casi cualquier estado
de la República Mexicana, así como los familiares de los migrantes inmolados en
México, los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa, se encontraran con…
… los familiares de las víctimas
de la guerra sucia, con las familias de los infantes con cáncer y sin
medicinas, con las mujeres agredidas en Atenco, con los movimientos feministas
que luchan contra los feminicidios y la violencia contra las mujeres, con l@s
defensor@s de la comunidad LGBTTTIQ+, con las familias de la Guardería ABC, con
los familiares de los muertos en la línea 12 del metro de la Ciudad de México,…
… con los familiares de Samir Flores Soberanes y con quienes se
organizan para resistir a la Termoeléctrica en Morelos, con las comunidades que
resisten al despojo y la destrucción que significan el mal llamado “Tren Maya”,
el Corredor Transístmico, el aeropuerto de Santa Lucía, la minería abierta y
cerrada, con las organizaciones por presos y desaparecidos políticos, con las
Abejas de Acteal, con los sobrevivientes de El Charco, con los cercanos a Tomás
Rojo y a Simón Pedro, y con tantos dolores organizados y no?
Piense usted en esa persona que
se encuentra sola, buscando a su ser querido sin más fuerzas que las del
vientre y del corazón, y, además, debe soportar las burlas y los desprecios de
otras, otros que le dicen “se lo merecía”, “andaba en malos pasos”, “te quejas
porque eres parte de la mafia del poder”, “es tu culpa porque no le educaste
bien”.
Y que ni siquiera le dejan
responder: “mi hija fue por un mandado a la esquina y ya no regresó”, o “fue a
una fiesta”, o “mi niña tenía menos de 10 años”, o “mi marido venía del trabajo
y lo mataron dos veces: una con balas, la otra con las mentiras de que era delincuente”,
o “en lugar de recibir una foto de mi hija, hijo, graduándose, me entregaron el
resultado de una prueba de ADN y un pedazo de hueso envuelto en una tira de la
ropa que llevaba ese día, esa tarde, esa noche que, desde entonces, no cesa”.
O ni eso: el no lugar, ni viva ni
muerta: desaparecida.
¿No sabrá así que no está
sola? ¿No será que así descubre que no
sólo no es la única en el dolor, también que hay otras que buscan verdad y
justicia?
¿No descubrirá, así, lo mismo que
nosotros los pueblos zapatistas? A
saber: que los dolores no se suman, sino que se multiplican cuando se
encuentran.
El peligro no será si el
oficialismo o la oposición usan esos encuentros en su beneficio. Sino que no se respete ese dolor ya
organizado y se pretenda dirigirlo a otro lado que no sea alcanzar la verdad y
la justicia que todo ser humano, independientemente de su raza, color, cultura,
credo, género, orientación o preferencia sexual, filiación o ideología
política, clase social, merece y necesita.
Porque no basta conformarse con
lamentar un nuevo asesinato, una nueva desaparición, una nueva fosa común con
huesos y jirones de ropa. No basta con
denuncias públicas que son sofocadas por el escándalo de moda. No basta con una estadística, un número, un
olvido.
Esa mujer merece saber la
verdad. Qué pasó con su cría y por
qué. Y merece, no sólo que se le
acompañe en esa búsqueda de verdad.
También en la exigencia de que los responsables de esos crímenes reciban
su castigo.
Esta geografía llamada “México”
merece conocer la verdad de lo que pasó y pasa.
Y merece justicia. Sean «chairos»
o «fifís», neoliberales o neoconservadores, pro4T o anti4T, o la dicotomía que
se les ocurra.
Pero no obstante: si usted decide
que no, que no sirve para nada bueno participar en esta otra consulta, pues tal
vez significa que usted está haciendo algo más y mejor.
Quinto.- La clase media y la
Consulta. Como originario que soy de la
clase media, sé que nos catalogan y encasillan según los intereses de
arriba. Tanto nos clasifican como clase
media que parecemos llaves españolas: hay quince dieciseisavos, un cuarto, tres
octavos, diecinueve treintaidosavos, cuarto para las
seis-dios-mío-qué-tarde-es, media clase media-media –lo que ya es el colmo-, y
así. “¿Ya viste a ésa que se cree muy de
trece dieciseisavos y ni a tres octavos llega, la pobre?… y ése otro, que de la
noche a la mañana subió casi cincuenta sesentaidosavos, de seguro anda de
narco… o, peor, de político”.
O como nos clasifican los
ortodoxos: pequeño burgueses. Y aquí
entra un sistema parecido: nano burgués, micro burgués, mini burgués, burgués
cuasi-pequeño, pequeño burgués propiamente dicho, burgués en proceso de
desarrollo, y burgués entre azul y medias noches… sí, el hot dog sin mayonesa,
por favor. Yo, por ejemplo, ni a eso
llego: apenas soy un “pequebú”. Pero,
como diría el finado: “todo depende de la marca y modelo del celular con el que
te tomas la selfie”.
También se nos achacan los
fracasos y desviaciones de las diversas opciones políticas del espectro
ideológico, y ninguno de sus logros.
Entiendo y, no pocas veces,
comparto la irritación e indignación por los dimes y diretes que salen de la
letrina de allá arriba, por los insultos mal disimulados, y por los ataques de
personas que, siendo de la clase media, ahora se autodenominan “vanguardia” del
pueblo e “iluminados” que guían y conducen el rebaño. Y que, como tales, desprecian el
conocimiento, la inteligencia, la creatividad, el ingenio… y el sentido del
humor. Además de pretender que las
ciencias y las artes militen en su opción política… o no son ciencias ni
artes. De hecho, mi primera reacción fue
resumir nuestra posición así: “Del gobierno que hace rifas que no son rifas y
trenes mayas que no son mayas, ahora: la consulta que no es consulta. ¡Mejor
organízate!”.
Pero también acecha la oposición
idiota y cínica. Las repentinas “tomas
de conciencia” de los ex gobernantes criminales que, despreciando la memoria,
ahora son paladines de la defensa de los derechos humanos, de las comunidades
originarias, del medio ambiente, y que critican las políticas económicas
gubernamentales después de que se hartaron de robar y despojar. La supuesta “oposición”, incapaz de presumir
ningún logro, apuesta todo a los errores y disparates del oficialismo –que no
son pocos-. Y, claro, apuestan al
olvido, a la memoria sepultada por el griterío en las redes sociales, las
columnas de opinión y el manejo perverso de la información. Porque las mal llamadas “fake news” no son
sólo noticias falsas, son la manipulación de una información. La alquimia que las convierte, no en
creíbles, sino en digeribles. Y, sobre
todo, en la munición para los “heroicos” combates en las redes sociales y los
medios de comunicación.
Y puede ser que, por
desesperación, se elija uno u otro bando.
Pero, si usted logra sustraerse
de esa maldición, aunque sea por un momento, dirija su mirada a las víctimas.
Si usted no es una de las
víctimas, una más, y no ha formado una policía comunitaria, bueno, pues las
probabilidades le están acosando y bien haría en prepararse.
Si no lo hace por empatía y
sensibilidad humana, al menos hágalo por aquello de “hoy por ti, mañana por
mí”.
Las estadísticas de criminalidad
pueden servir, cierto, para criticar una política de gobierno; pero son sobre
todo una advertencia: “sigues tú”.
Organícese. En esta geografía llamada México bien podría
nacer una organización de futuras y probables víctimas de “las decisiones políticas
tomadas por los actores políticos”.
Sexto.- Participe en la llamada
Consulta Popular. Si no quiere que su
sentir sea usado por unos u otros, no vaya a la casilla. Grite, raye, pinte, cante, baile, haga
gestos, guarde silencio, camine, corra, quédese quieto. Usted decida qué y hágaselo saber a las
víctimas. Y hágalo después del 1 de
agosto… todo el año y los años que siguen.
O póngase de acuerdo con otros,
otras, otroas, y analicen, discutan, debatan.
Si quieren, escriban, en una especie de acta o carta común, su decisión
unánime o dividida, y mándenle a alguna organización de familiares de víctimas
(dudo que no tengan una en su geografía).
Recuerde que el INE no hace conteo de sentimientos, solidaridades,
hermandades, demandas de verdad y justicia.
Y no importa su edad, ni si es
extemporánea o contemporáneo, si está arriba, abajo o en medio, si es «chairo»
o «fifí», si le gustan las cumbias o el rock, si ve anime o rancheras, si es
hetero o “ultimadamente a ti qué te importa lo que sea o no sea”.
No lo haga porque apoya al
gobierno o porque se le opone. Hágalo
aunque sólo sea para decirle a esa mujer que llora la ausencia de su pareja, su
cría, su hermana, su madre, su pariente, su conocida, su amiga, su compañera,
su amor, que su tenaz búsqueda de verdad y justicia, su empeño, su dolor, su
pesadilla, no le pasan desapercibidos a usted.
Hágalo porque tal vez, debajo de
clasificaciones, banderas, escudos y consignas, usted es un ser humano.
Desde las montañas del Sureste
Mexicano.
SupGaleano.
Sans Papiers.
Ni contemporáneo ni extemporáneo.
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