Araceli Damián*
Yehudi Menuhin, un destacado
violinista y director de orquesta del siglo pasado, afirmó “si tuviera que
resumir el Siglo XX, diría que levantó las más grandes esperanzas concebidas jamás
por la humanidad, y destruyó toda ilusión e ideales” (Hobsbwan, Eric, 1995, Age of Extremes. The Short Twentieth Century,
1914-1991, Abacus, Londres, p. 2.)
Esta cita sintetiza el propósito del
ciclo de conferencias titulado "Crisis global y encrucijadas
civilizatorias", organizado por la Fundación Heberto Castillo y la Delegación
Tlalpan, para analizar la crisis y reflexionar de manera colectiva sus causas,
alternativas y perspectivas. Los trabajos presentados hasta ahora enfatizan el
hecho de que estamos ante un modelo económico cada vez más propenso a riesgos
económicos, sociales, ambientales y, particularmente, civilizatorios. La
barbarie económica, política y social es característica del modelo capitalista
en esta etapa.
En la primera mesa del ciclo,
“Crisis económica global o fin del capitalismo”, Arturo Guillén se refirió a
los fallidos instrumentos de política económica y financiera que han llevado al
desfondamiento de las economías locales y globales. Señaló que los apologéticos
del sistema intentan convencernos de que las diversas crisis económicas
recientes en diversos países tienen orígenes distintos; pero no es así, todas
están articuladas y la europea constituye la continuación de la crisis
financiera del 2008-2009, la cual tiene, a su vez, sus raíces en las crisis
anteriores.
Julio Boltvinik por su parte afirmó
que el capitalismo está en una etapa terminal, con crisis constantes, cuyo fin puede tardar
décadas o quizá hasta un siglo entero. Las formas salvajes de explotación de la
mano de obra que prevalecen actualmente, constituyen intentos del capital por
recuperarse. Planteó que el avance tecnológico ha llevado a una reducción
progresiva de las oportunidades de empleo y que cada día es más evidente que
estamos ante un proceso irrefrenable de sustitución de mano de obra por robots
en todas las áreas económicas.
Lo anterior ha llevado a una
contradicción profunda del sistema, en tanto que la venta de las mercancías se
hace más difícil debido a la contracción en el número de personas con empleo y,
por tanto, la reducción del ingreso disponible para adquirirlas. Considera que
la propuesta de otorgar un Ingreso Ciudadano Universal (ICU), permitiría
asegurar la sobrevivencia del sistema y una transición menos violenta a otra
forma social de organización.
Lo anterior en tanto que, por un
lado, el ICU aseguraría la venta de mercancías, ya que todos contarían con un
ingreso aun cuando no tuvieran empleo y, por otro, se establecerían nuevos
mecanismos de resistencia ante las formas salvajes de explotación de la fuerza
de trabajo imperantes, dándole posibilidad a la mano de obra de rechazar
trabajos extenuantes, alienantes y aburridos. Esto daría pie a una salida no
violenta de las constantes crisis, abriendo la posibilidad de transitar a una
sociedad basada en otros valores.
Mi exposición versó en torno a las
crisis en el ámbito social, caracterizadas por una agudización de la
desigualdad y la pobreza, el desmantelamiento de los Estados de Bienestar, la
falta de empleo y la precarización del mismo, la violencia institucionalizada y
la ausencia de mecanismos democráticos efectivos.
En el marco de estas crisis, se ha
hecho creer que los mayores ajustes económicos y sociales se han dado en
Europas, pero en realidad, como plantean Isabel Ortiz y Matthew Cummins, los
recortes más severos para tratar de estabilizar las economías están siendo
mayores en el mundo en desarrollo (“The Age of Austerity: A Review of Public
Expenditure and Adjustmente Measures in 181 Countries”, Initiative for Policy Dialogue and the South Centre, Working Paper, March 2012).
De acuerdo con estos autores
comparando los programas de ajuste de 65 países en desarrollo con los de 26 de
ingreso alto, se puede constatar que los primeros plantean recortar su gasto
público, en promedio, en 3.7% del PIB frente a 2.2% en los segundos. Los
programas de austeridad, según estos autores, afectarán a 80% de la población
mundial (cinco mil millones de personas) en 2013 y se espera que llegue a 90%
en 2015.
Las políticas que serán llevadas a
cabo son las mismas implementadas desde los setenta y ochenta del siglo pasado,
a pesar de que han mostrado su poca efectividad: eliminación o reducción de
subsidios a gasolinas, agricultura y alimentos (100 países), recorte de gasto
en salarios en educación, salud y en otras áreas del sector público (98
países), mayor focalización de los programas ya focalizados (80 países),
reforma al sistema de pensiones (86 países) y a los sistemas de salud (37
países), flexibilidad laboral (32 países) y ampliación de impuestos mediante la
aplicación del IVA a productos básicos consumidos “desproporcionalmente” por
los hogares pobres (94 países).
Todas estas medidas son y seguirán
siendo llevadas a cabo en México. El ciclo finaliza este jueves 2 de mayo, a
las 18 horas, en la Casa de la Cultura de Bosque de Tlapan, con la mesa
“Colapso ecológico global y crisis energética”, en la que participarán Víctor
Toledo, John Saxe Fernández y Luis Arizmendi.
*El Colegio de México, www.aracelidamian.org
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