Los calendarios, registro de fiestas, música, cine y folclor del siglo XX
imágenes de ensueñoque poblaron los hogares mexicanos, afirma Alfonso Miranda
ensueño y realidad fascinante que crean identidad, las cuales fueron rescatadas de las bodegas de la empresa Galas de México, la mayoría perteneciente al propio negocio.
La “aventura –señala Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya–, comenzó a finales de los años 70 cuando Grupo Carso, gracias a la visión de Carlos Slim Helú y Juan Antonio Pérez Simón, compró una de las imprentas que marcó la época del calendario en México”.
Una aventura que también había iniciado a principios del siglo pasado,
una visión, sin duda, rectora de lo que implica la cromolitografía y los impresos, como fue la fábrica Galas de México, primero en la calle Isabel la Católica y después en su emblemática sede de ladrillo en San Antonio Abad, donde aún está funcionando.
Cuando hablamos de calendarios, hablamos de tiempo y cuando hablamos de tiempo, hablamos de vida, expresa Héctor Palhares, curador de Época de calendarios:
muestra de vida, del trabajo de muchas personas, no sólo pintores, sino también de impresores y de sus familias, así como de técnicos, vendedores, hacedores de esto que justamente marca una época fundamental en el imaginario de todos nosotros. Es una muestra en la que
la arqueología industrial, la historia gráfica y los cromos rinden homenaje a todos los hombres y mujeres que dejaron huella en Galas de México.
La publicidad del calendario, como fenómeno internacional, se manifestó simultáneamente en diferentes latitudes del planeta –desde China hasta Latinoamérica– con la incorporación de elementos costumbristas y tradicionales de cada lugar.
A comienzos de los 30 sobrevino un fenómeno de reproducción de cromos publicitarios gracias a la empresa líder que fundó el inmigrante santanderino Santiago Galas Arce: Galas de México. Palhares escribe que
la coyuntura de la mirada empresarial de su propietario y los adelantos técnicos en la maquinaria rotativa del offset generaron una amplia difusión de la cultura del calendario que se posicionó en nuestro entorno cotidiano más de cuatro décadas.
imágenes de ensueño.
Temas patrios, históricos, familiares, costumbristas, deportivos, infantiles, humorísticos o invocadores de la belleza femenina se imprimieron de forma permanente en calendarios especiales y de línea entre 1933 y 1970, año en que murió Santiago Galas.
Época de calendarios se divide en 11 núcleos temáticos. El primero, Grandeza mexicana, aborda el
Olimpo mexicano, que, como apunta el investigador Alfonso Morales, comprende
el universo de héroes, heroínas, dioses y diosas que configuraron algunas de las imágenes más entrañables de la identidad nacional. De allí que
estereotipos de guerreros de torso musculoso y lánguidas doncellas protagonizan los episodios de nuestra historia mesoamericana en franca idealización, sobre todo en la publicidad de neumáticos y productos alimenticios.
el complejo y fascinante mosaico cultural mexicano ocupó la atención del calendario desde la primera etapa de producción de Galas. Varios artistas registraron en sus pinturas
un meticuloso estudio sobre indumentaria, fiestas, música, gastronomía y folclor. Aparte de la fiesta brava, el tema de la pareja fue multirreproducido en los calendarios mexicanos.
Inspirados por la cinematografía de la época de oro, los cromos se nutrieron de amor arrebatado, de allí que
una galería de personajes evocan los grandes filmes de María Félix, Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Jorge Negrete y Pedro Infante.
Época de calendarios se puede visitar en Plaza Loreto, avenida Revolución y Río Magdalena, Tizapán, en San Ángel, de miércoles a lunes, de 10:30 a 18:30 horas, y sábados hasta las 20. La entrada es gratuita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR