Se expresa en codicia impúdica y falta de voluntad para el cambio
ataques a la paz pública, lo que permitirá la libertad bajo fianza de los 14 que siguen presos por los acontecimientos del primero de diciembre. La izquierda, que tiene mayoría absoluta en la Asamblea, decidió no usarla para derogar tan infame delito (nueva versión del de disolución social contra el que combatimos en 1968) como recomendó la CDHDF.
es poco probable que el capitalismo salga1, es una manifestación en el aquí y el ahora de esta tendencia de más largo plazo.
Pero hoy me interesa destacar, sobre todo, dos percepciones intuitivas que cobraron fuerza en mi mente recientemente y que se refieren a las motivaciones del capital:
a) El desbocamiento total de la codicia capitalista; esta codicia ha perdido todo pudor, el capital manifiesta cínicamente todos los días (y nosotros lo padecemos) que, montado en su poder, puede imponer a los consumidores precios irracionalmente altos que le reportan márgenes enormes de ganancia. Pensemos en los precios de las bolsas de comida chatarra con contenidos de unos pocos gramos y donde implícitamente nos cobran un kilo de papas (o de harinas y azúcar) en centenares de pesos. O pensemos en los precios de las refacciones (y de la ‘mano de obra’) en las agencias autorizadas de automóviles. Naturalmente, estos pequeños ejemplos palidecen ante el descaro con el que los altos funcionarios de las trasnacionales se reparten sueldos y bonos millonarios en plena crisis.
b) La pérdida de voluntad reformadora del capital. Ante el cambio climático, igual que ante la crisis, los líderes políticos y económicos mundiales del capital manifiestan una falta de voluntad (casi) absoluta de transformación. Aunque esto refleja, en parte, el hecho real que sus intelectuales orgánicos, los economistas, no saben cómo salir de la crisis (como lo ha dicho repetidamente Krugman), mi percepción es que la pérdida de voluntad reformadora y el desbocamiento de la codicia expresan vívidamente el derrumbe moral total del capitalismo: sin pudor en la codicia y sin voluntad para el cambio. Tiene razón el subcomandante Marcos,
su mundo se derrumbay al hacerlo hace un ruido que, si ponemos atención, se puede escuchar. Son las patadas de ahogado de un mundo poderosísimo que ha sido desahuciado.
La vuelta (sucia) al poder del PRI y el papel protagónico de Televisa para que ello ocurriera; el surgimiento del #YoSoy132; el anuncio de la conversión de Morena en partido político; la formación de un bloque parlamentario (PRI-PAN-chuchos) para apoyar la
dictadura perfecta; la reaparición del EZLN el 21 de diciembre anunciando el
derrumbe de su mundoy el
resurgimiento del nuestro; la aprobación de las reformas laboral y educativa, y la continuidad de la política económica iniciada en diciembre de 1982 (hace 30 años) son algunos de los hechos más importantes a nivel nacional en este 2012 que termina. Los síntomas del derrumbe moral son todavía más ruidosos: basta ver la cara de Leonardo Valdés o de Luna Ramos, o acordarse de las tarjetas Soriana.
La pobreza degrada y destruye, moral, social y biológicamente al más grande milagro cósmico: la vida humana. La existencia de la pobreza es una aberración de la vida social, un signo evidente del mal funcionamiento de la sociedad.
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