EN CORTO
José Luis Avendaño C
Pactitis
La imposición del modelo neoliberal,
hace 30 años, con Carlos Salinas operando desde la Secretaría de
Programación y Presupuesto, representó no sólo un relevo generacional de
jóvenes tecnócratas educados en Estados Unidos, sino el fin del régimen de la Revolución Mexicana.
Aquí recuerdo al secretario de Estado, Lansing, quien en plena
contienda revolucionaria, dijo que llegaría el día en que, sin disparar
un solo tiro, se llegaría a dominar a México, con dominar a una sola persona, educado en EU e imbuido en sus valores: el
presidente.
Fue el desmantelamiento y fin de un régimen –ideología, instituciones y el propio Estado— y la entronización del libre mercado, sin tener las armas necesarias, con el resultado de un remedo de Estado, mercado y democracia (simulada), dominado por una oligarquía, unos cuantos. Un mercado donde la competencia no es libre, sino monopolista, y sus leyes, de la selva, tal y como corresponde a la etapa de capitalismo
salvaje.
El hueco que se observa en el país, por la ausencia de una verdadera democracia, se ha querido llenar con pactos
–el más reciente, el 2 de diciembre—, cuyo contenido, por ser retórico,
se desvanece en el aire, y que son tan frágiles como el papel en el que
están firmados. No existe un real compromiso social.
Al ser la vieja clase priista la responsable de que el Pacto de México se concrete, ya podemos esperar, los jodidos, sentados, a que nos salgan telarañas. A menos de que la hagamos cumplir…
La represión
A una semana de la represión
del 1 de diciembre, con la que se estrenó la administración
peñanietista, existen varios asuntos que merecen ser aclaradas y
explicadas. Hay evidencias de que muchos de los detenidos, acusados de
los actos vandálicos, son inocentes –su único delito fue manifestar su enojo por lo que consideran una imposición—, y muchos de los verdaderos responsables andan libres.
El tamaño del cerco de esa mañana, reflejó el tamaño del miedo, y anunció lo que vendría. Desde su creación, en mayo pasado, las movilizaciones y protestas del Yo Soy 132 se mantuvieron bajo control. Ni un vidrio roto, cuando más, una que otra pinta. Ese día, entraron en acción miembros de grupos anarquistas y vino la
represión.
Un título de un artículo de Jo Tuckman, en el diario británico The Guardian (6-12-2012), es inequívoco: “La brutalidad policiaca mexicana al descubierto por defensores de los derechos humanos”, que incluye presumiblemente actos de tortura: toques eléctricos en tres casos. Después de todo, “la policía detuvo a la gente equivocada, incluyendo dos periodistas rumanos independientes (freelance)” y los provocadores se
pasean entre las filas de la
policía. La información destaca el material, videos y fotografías, que
circula en internet y las redes sociales, que documenta la represión.
¿Quién o quiénes están detrás del vandalismo orquestado? ¿Regresan los viejos tiempos priistas?
Como tienda de raya
La
administración peñista comenzó a tambor batiente, con un Pacto por
México entre los tres partidos políticos, con el objetivo de darle
viabilidad a la gobernabilidad democrática que se propone. Son cinco
ejes y 13 propuestas, de las que la mayoría tienen que ver con la
economía.
La
cuarta propuesta se refiere a la cruzada nacional contra el hambre. Es
la primera vez en las tres décadas de neoliberalismo, con programas,
acuerdos y pactos, que se habla, no sólo de pobreza, sino de hambre. Un
reconocimiento importante, del fracaso de esas mismas políticas.
Siguen
las demás propuestas, como la pensión a mayores de 65 años, vinculadas
con la economía –el qué hay que hacer— y hasta el final se deja el cómo
hay que hacerlo, el asunto de buscar y tener los recursos necesarios y
suficientes, que es lo que significa la reforma fiscal integral.
Reforma que debería de encabezar la lista de propuestos, al menos las de
tipo económico. No hay que poner los bueyes detrás de la carreta.
En
el ínterin, dos nombramientos refuerzan esta visión: su principal
coordinador, Luis Videgaray, es el secretario de Hacienda, y su
antecesor, José Antonio Meade, es el secretario de Relaciones
Exteriores. El primero adelantó que no se aumentarán impuestos el año
entrante. ¿Cómo cumplir con los múltiples compromisos anotados en su
discurso inaugural y el pacto suscrito, sin más impuestos?
Si en Estados Unidos se habla de precipicio fiscal, alimentado por el insaciable complejo militar-industrial (más militar que productivo), en México tenemos nuestro hoyo fiscal, un verdadero hoyón.
Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), México es el país de la menor tributación. Un hoyo iluminado por engendros como estelas de luz.
No se trata de cargarles la mano a los contribuyentes cautivos de siempre, ni a fuerza de gasolinazos
–en esto no hay diferencia entre PRI y PAN—, sino que los que deben
pagar, paguen, en especial, los de mayores ingresos, que de distintas
maneras escamotean el pago de impuestos. Por ejemplo, ¿por qué no gravar las operaciones especulativas de la bolsa de valores.
Por
el lado del gasto, la nueva administración priista tendrá poca
capacidad de maniobra, al menos en su primer año, toda vez que, como
dice Carlos Fernández-Vega (México SA, La Jornada, 4-12-2012), 90 centavos de cada peso fiscal ya están comprometidos o atados, como el pago de intereses de la deuda pública (de todos). Eso sólo deja libres 10 centavos, insuficientes para la cruzada contra el hambre.
Se
dice que desarrollo social y seguridad, son los renglones prioritarios
del Presupuesto 2013. Si falla el primero, está el segundo. Pero, si va
en serio, la mejor manera de combatir el hambre es desde el mismo campo, reactivando economía campesina. Sin embargo, la deuda es primero, y precisamente la deuda social.
En el proyecto de presupuesto, se destinan más recursos al pago de los intereses de la deuda pública –obligaciones,
la llaman—, que crecerán 6.4 por ciento, contra el 3.5 por ciento que
se estima crezca el conjunto de la economía. El costo de la deuda
absorberá 9.8 por ciento del presupuesto total, que asciende a tres
billones 576 mil millones de pesos (La Jornada, 9-12-2012).
Tiempos neocoloniales: más que gobernantes de un país independiente, autónomo y soberano, actúan como administradores de una tienda de raya. Como endenantes.
Explicación
Una de las razones por las que la tasa oficial
de desempleo en México se mantiene relativamente baja –incluso por
debajo de la de Estados Unidos— es por la migración. Con la exportación
de mano de obra, disminuye la presión o el lado de la demanda; de
lo contrario, se eleva el desempleo, que es un indicador del fracaso
del modelo económico. Así, las autoridades pueden presumir que “estamos
mejor que otros países”, que como España, su tasa de desempleo sigue
aumentando, hasta 26.5 por ciento.
Con
la crisis de Estados Unidos, no sólo disminuye la demanda natural de
trabajo, sino que se endurecen las leyes migratorias (razias y
deportaciones), lo que explica que haya disminuido el flujo de divisas
en octubre por cuarto mes consecutivo, reporta el Fondo Monetario
Internacional.
En
Estados Unidos, los mexicanos ganan los salarios más bajos; los
asiáticos ganan el doble, los sudamericanos 1.5 veces más; los
centroamericanos 1.2 veces, y los africanos 40 por ciento más; situación
que se relaciona con el menor nivel de escolaridad, según un análisis
de BBVA Bancomer.
Entre
los migrantes mexicanos de 15 a 64 años, 43 de cada 100 sólo tienen una
educación formal menor a 10 años (primaria y secundaria); en cambio,
entre los asiáticos, 48 de cada 100, concluyeron estudios profesionales y
de postgrado.
La
brecha salarial es mayor para las migrantes mexicanas. Mientras los
hombres de origen mexicano que trabajan en EU tienen un salario anual
promedio de 22 mil 550 dólares, las mujeres mexicanas apenas reciben 10
mil dólares anuales.
Por
su parte, el FMI explica que la migración mexicana hacia EU se ha
desacelerado significativamente desde mediados de la primera década del
siglo XXI por la caída de la industria de la construcción de aquel país.
Con ello, la menor migración “ha jugado un papel en la (mayor)
evolución del desempleo urbano en México, a través de un incremento en
la participación de la fuerza de trabajo”.
Tal
vez lo más importante de la nota viene a continuación: para el FMI,
“una mayor participación de demandantes de empleo en el mercado laboral ha contribuido a contener los costos laborales para los empleadores y ayudado a recuperar la competitividad” (La Jornada, 5/6-12-2012).
Se reconoce así la mayor cantidad de mano de obra –a la que se incorporarán jóvenes y mujeres con la reforma laboral— presiona a la baja los costos laborales
–contratación, salarios y prestaciones—, y se convierte en clave para
hacer de la empresa, sector o país, más competitivo. En suma, se compite abaratando la fuerza de trabajo. Este proceso tiene su nombre científico, bautizado y analizado por Marx: la (sobre)explotación del trabajo. Allá y
aquí.
Al infierno
Nunca se puede estar tan mal, que no se pueda estar peor.
Entre las de América Latina, la economía mexicana es la de peor desempeño en cuanto a crecimiento, que quiere decir empleo. Eso sí, la macroeconomía se encuentra fuerte y estable, es el diagnóstico. Sin embargo, cuando se pasa del combate a la pobreza a la cruzada contra el hambre, es que algo no funciona. A la violencia e inseguridad, por el combate contra el narcotráfico, se sumó otra violencia e inseguridad: la de la crisis, trabajo precario y
desempleo.
Los nombramientos del gabinete económico no dan esperanzas de que vaya a cambiar la situación para la gran mayoría de los mexicanos –fuera de la oligarquía—, con la misma política excluyente. Para comenzar, tenemos la hechura del presupuesto para el año que viene.
En
una primera declaración, para la televisión –¡faltaba menos!—, el
secretario de Hacienda Luis Videgaray, se comprometió a mantener la
estabilidad de la economía, esto es, que preserve sus balances fundamentales en lo fiscal, lo financiero y comercio exterior; y procurar un manejo responsable de las finanzas públicas como una política de Estado, punto de partida para construir una política económica que beneficie el bolsillo de los mexicanos.
La administración de Peña Nieto, dijo, conducirá la economía con una lógica de participación social, en una lógica ciudadana, democratizando los principios de los mercados, y siempre preservando la estabilidad para fomentar el crecimiento económico (La Jornada, 4-12-2012).
¿Ahora sí, la tecnocracia priista sabrá hacerla? ¿La nueva política económica significa cambiar el modelo neoliberal? ¿Qué es eso de democratizar los principios del mercado?
Como se pregunta Carlos Fernández-Vega: “¿el
gobierno de Peña Nieto habrá evaluado el costo que conlleva reducir, o
de plano eliminar, los privilegios fiscales a los barones, todos ellos
monopólicos u oligopólicos zares en sus respectivos sectores económicos
(telefonía, cemento, televisión, tortilla, minería, etcétera). ¿Está
preparado para enfrentar al Frankenstein empresarial que el propio sistema político inventó y alimentó, y que, por si fuera poco, financia no pocas campañas electorales?”
De lo contrario, es un camino de buenas intenciones que nos llevará al infierno.
Precarización de trabajo y la vida
No se resuelve el problema de la pobreza, cuando se habla de hambre…
Si
la recién estrenada administración cumpliera tan siquiera con uno de
sus objetivos –el hambre, a nivel de cruzada— representaría ya un
cambio. Remediar el hambre, supone atender, cuando menos, a 28 millones
de personas. No se diga retomar la senda del crecimiento sostenido, que se traduzca en empleo formal y salario digno. Porque de lo que fuimos testigos y protagonistas, fue el desempleo y/o la precarización laboral, es decir, que aún con empleo, éste no fue suficiente para salir de la pobreza.
Un análisis del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus
estado de México, que anota que, si bien al tercer trimestre se aprecia
un crecimiento acumulado de tres por ciento, en igual proporción
aumentó el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza, y es que el
poder adquisitivo del salario, sólo de la Canasta Básica de Alimentos,
cayó, en ese lapso, 5.7 por ciento.
Al respecto, Carlos Fernández-Vega concluye que “México ha caído en un círculo vicioso de pobreza: por contener la inflación se castigó el salario, y aun con crecimiento no se paga mejor. Con ello se ha dañado al mercado interno,
lo cual limita la posibilidad de que las empresas avocadas al mercado
doméstico puedan disfrutar de las bondades del crecimiento económico. En
resumen la realidad que se
tiene es la de una precarización de la vida de los mexicanos,
aun de los que cuentan con una ocupación y empleo. ¿Qué pasará con
aquellos que no tienen la fortuna de ello?” (La Jornada, 8-12-2012).
Igualmente, la precarización del trabajo
que “responde a la exigencia de las clases patronales y va destruyendo
los principios protectores del trabajador, consagrados en el orden
nacional e internacional, para limitar o eliminar el derecho a la
contrastación colectiva, a la organización sindical, al ejercicio del
derecho a huelga y la autonomía e independencia de los sindicatos”, se
lee en la Hoja Obrera, del Área de Investigación de la Universidad Obrera de México (UOM).
Sin querer ser aguafiestas en estos días, el mero recuento de las cifras nos habla del fracaso en las últimas tres décadas de impuesto el modelo neoliberal;
recuento a cargo de la Comisión Nacional de Evaluación de la Política
Social (Coneval): “un crecimiento del PIB per cápita (por habitante)
promedio anual de sólo 1.2 por ciento entre 1990 y 2010”.
Más: “La carencia social que se incrementó entre 2008 y 2010 fue el acceso a la alimentación,
consistentemente con la caída del ingreso”. En consecuencia, “la
desnutrición de niñas y niños indígenas es el doble que el promedio
nacional”. Además de la pobreza, la desigualdad: “el 10 por
ciento de la población más rica tiene, en promedio, un ingreso 25.2
veces mayor que el 10 por ciento de la población más pobre”.
Es la desigualdad, un signo estructural
que nos caracteriza desde los tiempos de la Colonia, como destacaba
Humboldt a fines del siglo XVIII, que llega, intacta, a esta época neocolonial.
Formidable reto que no se resuelve con la misma política económica.
Gaza, según Chomsky
“Un
anciano en Gaza sostenía una pancarta que decía: ‘Me quitan mi agua,
queman mis olivos, destruyen mi casa, me quitan mi empleo, roban mis
tierras, encarcelan a mi padre, matan a mi madre, bombardean mi país,
nos matan de hambre, nos humillan, pero yo tengo la culpa: disparo un
cohete en respuesta’. El mensaje del anciano ofrece el contexto adecuado
para el más reciente episodio en el feroz castigo a Gaza. Los crímenes
se remontan a 1948, cuando cientos de miles de palestinos huyeron de sus
casas aterrorizados o fueron expulsados a Gaza por las conquistadoras
fuerzas israelíes, que continuaron llevando palestinos en camiones a la
frontera durante años tras el cese al fuego
oficial.”
Así
comienza Noam Chomsky, profesor emérito de lingüística del Tecnológico
de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), de origen judío, su
reciente artículo (Alter Net, 3-12-2012, La Jornada, 8-12-2012).
Homenaje
El 7 de diciembre se entregó el Premio Nacional Carlos Montemayor,
en homenaje al escritor nacido en Parral, Chihuahua (1947-2010), que en
su tercera edición correspondió a la Federación de Estudiantes
Campesinos Socialistas de México (FECSM), creado en 1935, por su defensa
de la educación normal rural; al padre Alejandro Solalinde, por la
defensa de los derechos humanos de los migrantes centroamericanos y
mexicanos, en su tránsito hacia Estados Unidos, y a la periodista Carmen
Aristegui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR