cuarta república mediáticacon espacios de mando, dice el especialista
No sólo conquistaron los terrenos económico y político, sino el social
El PRI sabe que sin esa alianza no podría gobernar
Poder Telegislativo: Rocha |
—A partir de los ochenta se inicia un desmantelamiento del Estado, incluyendo sus bases comunicativas que tenía (IMEVISION, ciertos periódicos). La ideología estatal nacionalista va dejando paso a la ideología del mercado que plantea que todo tiene que ser negocio, aquello que deje dinero en el corto plazo no debe sobrevivir y el Estado ya no lo debe financiar.
“De los ochenta en adelante, especialmente después de la firma del Tratado de Libre Comercio viene toda una fuerza muy grande de desmantelamiento y el mercado como guía del país.
“A partir de esto las televisoras comienzan a fortalecerse y crecer más, porque el Estado se debilita y en esa fase de transición, donde no vuelven a surgir partidos fuertes, ni una capitanía sólida, se suma la caída del PRI en el año 2000 y quedan muchos huecos que ya no puede ocupar la clase política y en el campo del poder no hay espacios libres: todo aquel espacio que se deja es ocupado por algún sector.
“Las funciones que dejó de ejercer el Estado las empezaron a ocupar los medios, especialmente la televisión. Entonces se rompe el equilibrio. Las televisoras eran soldados del presidente y comienzan a adquirir tal poder que van gobernando el país y los funcionarios, el presidente, los gobernadores y los poderes republicanos se convierten en los soldados de las televisoras. Y es ahí donde empieza a surgir el poder de la telecracia.
“De los ochenta en adelante se convierten en poderes fácticos. Antes de los ochenta el Estado sí los podía controlar. Después ya no. Se convierten en poderes fácticos salvajes, porque el Estado y los poderes constitucionales ya no los pueden acotar.
“Mi tesis, y es el libro que estoy escribiendo ahora, es que ahora ya no son tampoco poderes fácticos salvajes, porque hoy los medios ya forman parte del corazón del Estado. Es decir, la televisión ya es parte del Estado.
—¿Diría que estamos ya frente a la consolidación de la versión vernácula del “ultraliberalismo”, como lo entiende Tódorov, como “el imperio de la economía por encima de la política, el poder de los medios de comunicación y el desmantelamiento del estado de bienestar”?
—Sí, pero es más que eso porque, por lo menos en el caso de México, la televisión ha conquistado tal capacidad de poder que no nada más se expresa en el terreno económico y político, sino que hoy la televisión reproduce una gran cantidad de funciones que le corresponden al Estado, por ejemplo, tiene la capacidad de construir la memoria social, de ejercer la violencia simbólica de forma monopólica. El Estado sigue conservando el ejercicio de la violencia física (ejército, policía, sectores paramilitares), pero el monopolio de la violencia simbólica ahora lo tienen los medios.
Los medios tienen mayor capacidad de convocatoria que todo el Estado.
—Los datos indican que 76 por ciento de la gente se entera de política por la televisión, ¿tal es su capacidad de convocatoria?
—Sí, pero es más que lo político. Llama la atención que frente a hechos como el que acaba de suceder, con la aprobación de la reforma de telecomunicaciones, volteamos a ver y decimos que la televisión es muy poderosa y ha rebasado a los partidos. No, la televisión es poderosa todo el año, porque todo el año construye valores, todo el año convoca a la población y la dirige hacia un lado o hacia el otro.
Por ejemplo, al circuito del consumo, donde ha llegado a tener tal espacio de fuerza que ha cambiado fechas fundamentales de la memoria histórica de lo que es el Estado nación, como es el 20 de noviembre, aniversario de la revolución mexicana, que ha convertido en el Buen Fin, la fiesta máxima del consumo antes de la Navidad. Y todo esto organizado por la televisión y obviamente por la radio.
De remate, Esteinou pone el ejemplo del escándalo por una pachanga de cumpleaños en la Rotonda de las Personas Ilustres. “¿Le permitirían a alguien hacer una fiesta la tumba del soldado desconocido en Estados Unidos? Eso habla de una crisis ético moral y cultural más fuerte de lo que se puede medir.
—La presencia del poder mediático trasciende entonces el entretenimiento y el espectáculo.
—La televisión ya tiene capacidad de generar políticas públicas, como lo vimos con la Iniciativa México, generando políticas en cuanto al agua, la producción de alimentos o cómo enfrentar los problemas de la drogadicción. En sus tres ediciones fue ocupando espacios que le correspondían al Estado. No sólo es lo que se da en el Congreso. Por eso mi tesis es que la televisión ya forma parte del Estado.
“Sucede que la ciencia política y la sociología han estado muy atrasadas en el análisis de este fenómeno que tiene una velocidad inaudita en cuanto a acaparamiento de poder, pero la realidad es totalmente contundente. Nos habla de la fuerza que tienen, al tener una telebancada en el Congreso, al doblegar al presidente, al crear presidentes, al borrar figuras políticas de la pantalla, al subordinar a gobernadores, al decir hacia dónde debe de ir el proyecto global del país, que es obviamente el proyecto de la globalización.
—Capitalismo salvaje igual a comunicación salvaje.
—Ya no estamos en la telecracia. Es un concepto que ya quedó corto para explicarnos la fase en la que vamos ahora. Tampoco nos sirve el concepto de poderes fácticos salvajes. Hoy el concepto que tenemos que nombrar, y no lo hemos podido hacer los sociólogos ni los antropólogos, ni las personas dedicadas a la cultura, es que los medios ya forman parte del corazón del mismo Estado. Por eso mi tesis es que estamos frente a una nueva república (ya no la primera surgida de la Independencia, ni la segunda que nació de la Reforma, ni la tercera surgida de la Revolución).
—Lo que llamas la cuarta república mediática.
—Sí, la cuarta república mediática. El poder hoy está constituido por los tres poderes formales –ejecutivo, legislativo y judicial- más el poder mediático, pero no el poder mediático por fuera, sino al interior de la propia estructura del Estado. El gran problema que tenemos es que venimos arrastrando una vieja concepción del Estado, que nos sigue atrapando la noción jurídica que han elaborado los abogados y es una noción que ya no sirve para explicar la realidad.
—La Constitución “desfigurada”, dice Diego Valadés.
—Los abogados se refieren a una reorganización de la Constitución, pero no se salen de esa noción tradicional, y lo que ellos argumentan es que hay que hacer todo un trabajo de técnica jurídica para reorganizar todos los apartados.
—¿Eso ya no ayudaría a explicar frente a qué estamos?
—Exactamente, pero la realidad tiene tales indicadores de contundencia que nos llevan a darnos cuenta que las categorías anteriores ya están quebradas, no nos sirven. Cuando un poder tienen incrustada en el Congreso una telebancada con18 miembros, ya dejó de ser un poder del entretenimiento y del espectáculo. Televisa era un partido político desde hace mucho tiempo. Ahora ya está posicionada dentro del Estado.
—¿Así como los templarios ocuparon el lugar del Estado en Michoacán?
—Exactamente. Televisa es nada más la cabeza visible, pero hay que entenderlo como el poder mediático, que incluye a TV Azteca, las cableras, la CIRT, de nada nos va a servir centrarnos nada más en Televisa porque nos quedaríamos con una visión muy recortada de la realidad.
“El asunto es que ellos han construido un proyecto de nación muy distinto al proyecto de la Constitución. Han construido un nuevo proyecto de nación mediática, donde todo gira alrededor de hacer negocio, de acumular capital y de ellos concentrar más poder. Y todo planteado en términos de que todo tiene que dejar ganancias en el sentido económico y no ganancias civilizatorias. Por ejemplo, una enorme ganancia civilizatoria es tener una conciencia frente a la no destrucción ecológica o una conciencia sobre los ancianos, que es otra bomba. Es una ganancia civilizatoria tener conciencia sobre eso, pero todo eso a Televisa no le interesa a menos que haya negocio.
“Y el poder mediático ha ocupado no sólo los espacios que ha dejado un Estado cada día más débil, sino también otros, por su propia capacidad de penetración, de socialización, de velocidad de cambio, de información. Ha podido superar todo lo que es la infraestructura que históricamente ha construido el Estado nación. Por ejemplo, el Estado nación estuvo fundamentado durante mucho tiempo en la Secretaría de Educación Pública, casas de cultura, libros de texto, en algunas creencias o valores nacionales. Todo eso ya fue superado por la penetración diaria de la televisión en las casas, por la programación versátil que va modificando todo lo que construyó el Estado nación.
“Durante mucho tiempo, por poner un ejemplo, el Estado construyó un concepto de salud e impulsó hábitos alimenticios sanos. En una década, el trabajo publicitario de la televisión modificó ese capital cultural y nos convirtió en el país con más obesos en el mundo, el país con mayor consumo de coca-cola. Y no sólo eso, ha cambiado los valores de la identidad nacional, que es gravísimo.
México es el tercer país de todo el planeta donde más cirugías plásticas se practican. ¿Qué significa eso? Es un rechazo al cuerpo natural para adaptarlo a los patrones.
—¿Ya rebasamos a Venezuela en cirugías?
—La lista la encabezan, en ese orden, Estados Unidos, Colombia, México, Brasil y Venezuela. El asunto es lo que encierra la cirugía estética, que significa que no estoy contento con lo que soy…
—Porque me quiero parecer a…
—Exactamente. Y mientras no me parezca a, no tengo éxito no tengo ni aceptación. Lo más grave de todo es que aun con cirugía plástica, la mayor enfermedad en el país es la depresión. Esto significa la falta de contacto humano, de cercanía, de calidez, de aceptación. O sea, la cirugía plástica no resuelve nada, es simplemente un negocio que se ha colocado por el capital cultural que han construido las industrias mediáticas correspondiendo a la globalización, y que en el fondo deja un profundo vacío y un deterioro humano total.
—Muchos sostienen que el grupo actualmente en el poder tiene como divisa la restauración autoritaria. ¿De qué manera estaría dispuesto Enrique Peña Nieto a compartir el poder con los jefes de la “cuarta república mediática?
—El ensamble es eminentemente pragmático. El PRI sabe que sin el apoyo de la legitimación que puede construir Televisa, no puede gobernar. Le sería muy difícil poder construir una nueva legitimidad si no tuviera esa propaganda y ese constante manejo a favor de la imagen del PRI. Por eso es que tiene que estar en alianza, porque de lo contrario le pasaría lo que le sucedió a Felipe Calderón, que en el momento que no les dio todo lo que quisieron, las televisoras se dedicaron simplemente a presentar en las pantallas hechos de la realidad como los colgados, los descuartizados, los secuestrados y los martirizados como primera nota de todos los noticiarios durante x tiempo. Eso generó un clima de terror, de inestabilidad, de inseguridad, que acababa con todos los otros logros como detener a algún cártel, tener algunas inversiones, en el terreno de construcción de infraestructura, porque la imagen que quedaba es que somos un país en desastre, porque la televisión dice que México es un país de descuartizados.
“Las televisoras manejan que esa es libertad de información, dar información oportuna y veraz al auditorio, en la medida que no existe un pacto, ellos construyen una imagen que desestabiliza a cualquier gobierno.
Por eso optan por las alianzas: ‘ustedes me van a manejar una buena imagen, que empieza con promover todas mis reformas estructurales, anunciando que así comienza un nuevo despegue del país y nosotros les daremos las concesiones que pidan’. La principal para los medios es haber entregado la reforma en telecomunicaciones para que se fortalezcan y haber intentado afectar al otro competidor peligroso, que era el señor Slim. En el terreno energético, quizás abrir las posibilidades para que algunas de las empresas que están detrás de Televisa, en su Consejo de Administración, puedan también participar en el negocio de la energía.
—Este es un gobierno, sin embargo, de recentralización y concentración del poder. ¿No podría enfrentar al poder mediático?
—No, porque el poder mediático es distinto, es el control de las conciencias. Y el Estado no tiene otra infraestructura porque renunció a ella a partir de los ochenta, en la etapa del adelgazamiento neoliberal. Apenas ahora empieza a darse cuenta de que requiere de una red de medios públicos, que es la famosa red pública que se va a construir. Habría qué ver hasta qué punto es una nueva red pública o simplemente la nueva infraestructura de propaganda del actual régimen para justificarse, para legitimarse, y desde ahí tener una cierta fuerza ideológica que le permita balancear y no requerir tanto los recursos del poder mediático.
“El Estado controla lo que es el poder burocrático, el poder militar y alguna zona del poder económico, pero el poder ideológico lo tiene fuera de su control, porque el poder ideológico ya no es la casa de cultura, ya no es el libro de texto, tampoco el sistema educativo, el poder ideológico está concentrado en las industrias mediáticas”.
—La encuesta de valores del INEGI arrojó el preocupante dato de que un porcentaje importante de mexicanos preferiría un régimen autoritario pero “eficaz”. ¿Cuál ha sido el papel del poder mediático en la construcción de esa percepción de la democracia como algo inútil?
“Sabemos que en los partidos hay corrupción, abusos, plutocracia, que no representan a la población, pero ha sido el sistema que se ha construido para tener una representatividad.
“Lo que las televisoras plantean ahora es que ellas son las representantes de la población, porque ellos son los que conocen su sensibilidad, y por lo tanto es a través de ellos que tiene que darse la construcción de la nueva ‘democracia electrónica’. Esto ha colaborado en la erosión de las instituciones republicanas.
—En tus textos no encuentro mucho entusiasmo con la construcción de contrapesos ni con el papel que pueden desempeñar las redes sociales frente al poder mediático.
—En los medios tradicionales abiertos o por cable va a ser muy difícil obtener el cambio. El único cambio que se plantea es que existan otros competidores. Eso tampoco va a generar un cambio de mayor profundidad, porque finalmente son modelos de mercado, de más negocio, y lo que hoy día se requiere es la generación de otro tipo de conciencia, de cultura, que permita construir otra acumulación de conciencia para poder cambiar el sistema.
“Parto de la convicción de que nos encontramos en una crisis civilizatoria. Esto significa que las instituciones, las dinámicas y los modelos que heredamos del siglo XX ya no funcionan. No funcionan el sistema de justicia, ni la economía, ni el sistema laboral, porque no puede dar trabajo a todo mundo. El sistema de defensa de recursos no renovables funciona cada vez menos, no funciona el sistema de agua a las ciudades, y por eso vienen las protestas y los levantamientos sociales. Estamos en una fase en que la sociedad tiene que refundarse casi en todos sus fundamentos. Pero esa refundación requiere de una nueva cultura que vaya entendiendo todo esto, y que vaya planteando procesos de transición. Ese es un camino.
“El otro camino es la vía autoritaria. Es decir, lo anterior no funciona y esto se impone porque es lo que el poder en turno decide y los ciudadanos se tienen que subordinar. Ahí es donde entra el papel de los medios tradicionales, que no están optando por la construcción de esa nueva cultura de cambio, sino más bien por el sostenimiento de lo anterior mientras les sea rentable.
“El Internet es la única vía por donde la sociedad ocasionalmente está planteando procesos de cambio diferentes, porque tiene libertad, posibilidad de interacción inmediata y, lo más importante, es el único sector donde se están dando los procesos de comunicación.
“En los medios tradicionales lo único que existe son flujos de información donde la población no participa en términos comunicativos, sigue siendo espectadora o receptora. Esto es muy grave. Dentro de seis años vamos a cumplir, un siglo de existencia de la radio. Tenemos 54 años la televisión y 20 de telecomunicaciones y no hemos conquistado ni siquiera el derecho de respuesta, el derecho de réplica. Lo que hoy existe como tal es una caricatura que no permite que el ciudadano pueda responder ante los flujos de información calumniosos, dañinos, tendenciosos, mucho menos participar en los espacios mediáticos. Los ciudadanos sólo participamos cuando nos volvemos noticia, porque somos escándalo, por un accidente o algo excepcional.
—Sólo nos dejan el control remoto.
—En la estructura tradicional ese es el único poder que tenemos. Por eso la importancia de internet. Pero ahora, en la nueva ley, se ha incorporado que el Estado tiene la capacidad, junto con los concesionarios, de localizar a aquellas personas que considere que puedan estar generando mensajes contrarios a la “seguridad nacional”. ¿Qué puede significar esto? Todo.
Lo más grave es que la reciente discusión reciente se dio en torno a la “preponderancia” de Televisa o Telmex, y no sobre cómo tenían que construirse espacios para los medios públicos o bien sobre el respaldo a las radios comunitarias.
“Es es una verdadera burla, una ridiculez, una vergüenza que cien años después lo único que ha conquistado la sociedad es un ombusdman de caricatura. Lo más sorprendente de todo es que la sociedad no tiene conciencia de esto. La sociedad se quedó discutiendo si fue penalty o no, ahí está el nivel de la conciencia, en el Mundial, y más adelante estará en las fiestas patrias, y después en el Buen Fin y en la Navidad.
“No hay conciencia de que estamos frente a un proyecto de comunicación salvaje que está construyendo un deterioro de la cultura civilizatoria que en parte elaboró el Estado mediante muchos procesos difíciles, y por otra parte algunos sectores de la sociedad civil, y que es la única cultura que nos puede permitir sobrevivir. A cambio, nos están dando una cultura basura, parasitaria, que nos está informando de una enorme cantidad de cuestiones inútiles, innecesarias, que no son las fundamentales para resolver los grandes problemas del país.
—¿A dónde el futuro? Parecería que frente a tal poder no hay nada que hacer.
—Lo primero que viene es un desengaño. Después de todo lo que ha sido la reforma en telecomunicaciones hoy se apuesta a que el siguiente paso es terminar la reforma energética y después vendrá el periodo de las elecciones de 2015. El INE está haciendo todos los preparativos, un trabajo muy importante desde el punto de vista de la democracia formal, pero todo va a ser violentado por el poder mediático, porque ese poder va a tener la capacidad de desbalancear las campañas, como lo hizo en 2012. Va a introducir en los horarios estelares informaciones, presentaciones y entrevistas a los candidatos que Televisa decida apoyar, junto con el PRI.
“Serán unas elecciones fantasiosas porque se va a preparar toda un aparato formal, pero el aparato mental va a seguir dominado por las televisoras y ellas van a posicionar al candidato que tenga que ser el ganador.
“Las televisoras saben cómo colocar la imagen de un sujeto, con cuales colores y horarios, qué posiciones, miradas y ademanes debe usar, como si fuera un actor más de telenovelas, un producto. Obviamente por eso cobrarán cantidades elevadas que el PRI estará dispuesto a pagar porque necesita ganar las elecciones de 2015 y luego las de 2018. Porque el PRI viene no para quedarse un sexenio sino para continuar muchos sexenios más, por lo menos intentará estar la mitad de este siglo.
—¿Qué le queda entonces a la sociedad?
—Cobrar conciencia de esto, trabajar con el instrumento único que les va a quedar, que es internet, con todas las limitaciones que esto pueda tener. Y estar muy vigilantes del manejo que se haga en las próximas elecciones para que en la medida en que se violen acuerdos que ya están en la reforma electoral, se declare que son elecciones nulas. Tendrá que ser un trabajo de mucha vigilancia, porque ahora el poder va a ser más fuerte.
“Lo interesante para 2018 van a ser los dos nuevos protagonistas que van a entrar a la televisión comercial. ¿A qué candidato le van a apostar? ¿Por cuál harán propaganda o promoción? Si para 2018 Slim ya obtuvo la concesión, la pregunta es a qué candidato va a apoyar. Porque lo que está en juego detrás de la ley de telecomunicaciones, además del negocio en la actualidad, son las próximas elecciones y los próximos candidatos a los que se va a apostar en términos de legitimidad política”.
Coautor, con Alma Rosa Alva de la Selva, de La Ley Televisa y la Lucha por el Poder en México, Esteniou ha sido también vicepresidente de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) y es un permanente crítico del hecho de que los ciudadanos estén indefensos frente al poder de los medios.
“En el reciente conflicto del Hoy no circula, los ciudadanos no tuvimos ninguna posibilidad de salir en los medios a decir si estábamos o no de acuerdo. Al no tener espacio en los medios, se tiene que salir a tomar las calles, porque son los recursos que le dejan a la ciudadanía. En el caso de la reforma fiscal tampoco se ha tenido ninguna posibilidad de decir que se trata de un exceso de impuestos. Los ciudadanos seguimos sin ninguna capacidad de expresión en los medios.
“Los comentaristas son los que se autonombran representantes de esos intereses. O, en el mejor de los casos, cuando invitan a una persona a que dé su punto de vista en un programa y más allá no tenemos espacio”.
—En un escenario de conflictos sociales, ¿cuál va a ser el papel del poder mediático? ¿Apoyar una salida autoritaria?
—El poder mediático va a pedir es la aplicación de la ley, como pasó en Atenco y en otros momentos, que “se restaure el estado de derecho”, la ley del más fuerte. Nunca piden ver qué está pasando, ni hablan de convocar a un diálogo con la participación de todos los sectores, de una mesa de negociación, para nada. Eso es muy preocupante, porque la población sigue sin salidas, sin alternativas, y cada vez más la bomba social se va acumulando, porque no hay trabajo para todos, la economía no termina de despegar, el dinero no alcanza, la inseguridad está por todos lados, cada día es más difícil poder funcionar en las ciudades.
Helguera |
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