Varios artículos publicados el día 31 de julio en La Jornada
hablan de un mismo síndrome. La dominación mundial, el nuevo
imperialismo tiene una insospechada fisonomía que la vamos descubriendo
en su ejercicio. Pero, ¿cómo lograr esa sumisa obediencia de las burocracias corruptas de los estados centrales y periféricos? Ya no se recurre a los ejércitos de ocupación como en las colonias, ni a los golpes de Estado militares, sino a un sutil y bien extendido nuevo procedimiento que penetra la estructura de la democracia representativa (tanto en el centro como en la periferia, cuyo efecto hemos visto en Honduras, Paraguay y México). El Supremo Tribunal de Justicia de Estados Unidos (en 2010) ha dado la posibilidad de una ilimitada contribución de los capitales privados en las campañas políticas para elegir representantes en un régimen aparentemente democrático solamente representativo.
Pero la nueva dictadura antidemocrática, en nombre de la
libertad de prensay la misma democracia, se organiza porque esas élites del capital, cuyo uno por ciento llega a tener 40 por ciento de la riqueza de las naciones en las que gestiona ese capital, gracias al monopolio de los medios de comunicación: televisión, radio, diarios, cine, medios electrónicos, universidades privadas de excelencia, etcétera.
Esas élites pueden comprar todo medio de comunicación que alcance un amplio porcentaje de escuchas, lectores o espectadores, y que son orquestados por periodistas, intelectuales o artistas a sueldo del capital (los
nuevos mandarinesde Noam Chomsky). Con ese ejército de
tanques de pensamientoesos medios crean una pantalla avasallante de mensajes que produce, casi de manera infalible, una opinión pública en su favor. Es decir,
en favorde los intereses de esas minorías riquísimas, intereses que están en contra de la posibilidad de una vida humana de los ciudadanos, especialmente de los más pobres. Es la mediocracia globalizada, mundial. El capitalismo, que comenzó a usar la propaganda para derrotar a los otros capitales en la competencia e imponer sus productos, aprendió toda una técnica del uso de esa propaganda para producir en el receptor de sus mensajes programados una respuesta inevitable. Esa enorme experiencia de la propaganda en el mercado de mercancías la aplicó ahora a la propaganda política del mercado de candidatos para producir representantes.
Pero, además de embrutecer a las masas hipnotizadas por la
mediocracia, las lleva a la mayor destitución de su dignidad por medio
del negocio de las drogas (que por el lavado del dinero de las mafias
terminan en sus grandes bancos y es sumamente beneficiosa para el gran
capital, por lo que la estrategia de Felipe Calderón no puede sino
fracasar), que destruye al pueblo, que crea una violencia generalizada y
que en cierta manera elimina mano de obra sobrante, desempleada
estructuralmente.libertadde portar armas).

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