Por
Sara Lovera
Palabra de Antígona
|
Alejandra Massolo |
Mi querida maestra Alejandra Massolo escribió el sábado pasado en el Facebook:
“fósiles trogloditas, supervivientes de la era del hielo, lo peor es
que se exhiben en el foro público en lugar de exhibirse en un museo;
lamentablemente aún hay demasiados de estos supervivientes”, al referirse al discurso del senador bajacaliforniano Víctor Hermosillo Celada,
quien en palabras soeces, se refirió a la “dizque libertad ganada de
las mujeres” y volvió a un antiguo recurso: por esa libertad no se
casan, se divorcian, se quedan solas. Los hombres se agasajan con ellas y
están contentos.
Increíble que haya quienes pueden
decirlo sin ambages, expresan lo que muchas personas piensan. Hombres y
mujeres. Vivimos en la era cavernícola, de las catacumbas, donde hay un
grupo de potentados, con dinero y sin dinero, que están aterrados
porque las mujeres van a competir en igual condición en las próximas
elecciones. Porque algunas tienen éxito, porque otras no se dejan,
porque muchas han dejado de asociarse con los hombres en tareas
fundamentales; porque escriben libremente, porque creen de fondo en la
libertad de las mujeres.
Hay personas como el senador Hermosillo, del Partido Acción Nacional,
(PAN) que viven en el siglo XIX, cuando Guillermo Prieto denominó a las
mujeres como “las reinas del hogar”, listas para cocinar y organizar la
economía de la casa, asegurar a las y los niños antes de ir a la escuela
y remendar los calcetines. Calladitas, recatadas, sin cerebro y sin
futuro. Que son capaces de trabajar 24 horas para mantener un hijo mayor
de 30 años.
Este tipo de “políticos” con tribuna tienden una amplia
cortina de humo, que nadie, digo ellos, quiere mover. Hay amplias capas
de la sociedad mexicana pensando exactamente de esa forma. Borran de su
conocimiento que las mujeres están en la industria aérea, que son
ejecutivas, que están en los gobiernos de todos los niveles en muchas
partes del mundo y que contribuyen a la economía y al desarrollo.
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Victor Hermosillo otro más del PAN mostrando misoginia |
Lo que el senador Víctor Hermosillo expresó
en un acto claramente de respeto a la pluralidad política y a la
tolerancia, en la inauguración de una exposición de Provida, para
militantemente oponerse a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), con
un aforo de militantes de su partido, hombres y mujeres católicas, es
una expresión miserable y abusiva, que atenta contra la Constitución,
contra el acuerdo democrático de la República y contra la modernidad.
Un hombre con vocación de dictador y, además, ignorante. Si, le vi la
cara en los diarios, es un pobre hombre que no sabe nada de filosofía,
historia, política y sociedad. Es como un robot atrasado. De esos hay
muchos en diversos partidos políticos e instituciones.
Es
un hombre afiliado al Partido Acción Nacional, sin conocer la historia
de ese partido. De los neopanistas, dizque cristianos, sin conocer la
doctrina cristiana, sin conocer el origen de su partido, sin haber leído
nunca a José Vasconcelos, sin tener idea, pero para nada, del
pensamiento demócrata cristiano del mundo. Son como pequeños salvajes, iletrados, que se mueven sólo por instinto.
El del dictador, no puedo imaginar que piense que un divorcio antes de
un año de casados debe castigarse en devolver el costo de la fiesta. Sin
ir al fondo de lo que pasa. Es como una mamá que niega que su hijo es
limitado y “le ayuda”. No sabe que hay millones de acuerdos
matrimoniales, en un país pobre, donde no hay fiestas, ni tiene idea que
muchas niñas se casan huyendo de la violencia. No sabe nada.
En fin, pero el
hombre es un macho, retrógrado, representante de un sector de
pensamiento muy atrasado. Hay que hacerse cargo: eso existe. De verdad
que existe, y son las y los voceros del atraso, sostenedores de una
sociedad que consciente la violencia contra las mujeres y que vive al
margen de la ley.
Estos individuos consiguen votos en
procesos electorales. Son oídos en una audiencia partidaria ignorante y
misógina, forman parte del empresariado nacional, tienen seguidores
entre los millones de profesores de primaria, coinciden con las y los
espectadores de la televisión comercial y de cable, son quienes animan a
la población a poner en la picota a las mujeres libres, son los
aburridos tíos y primos que al mismo tiempo ejercen una doble moral,
son los que le suben la falda a una mujer por considerarla prostituta,
los que aplauden a un machista miserable a la hora de golpear a su
compañera, los mismos que se hacen locos o justifican una violación
sexual, son a quienes les parece natural que se digan cosas soeces a
las mujeres en la calle, los que firman el despido de una mujer
embarazada, los que publican en los diarios frases de desprestigio para
mujeres de la vida pública.
Son todos iguales. Como dice mi maestra,
dignos de estar en un museo. Lo grave es que existen. Son los que han
enviado protestas por la igualdad electoral, los que piensan que las
mujeres fueron hechas para usarlas en su casa como cocineras,
limpiadoras, costureras y prostitutas.
Son aliados de las mujeres
poco solidarias, que juzgan a otras, las que compiten y sienten envidia
de otras, mujeres inseguras, frente a mujeres trabajadoras e
inteligentes. Son aliados de las mujeres que desprecian a sus jefas y se
alían con machos vulgares y corrientes que dicen saber más que sus
jefas, son los hombres que actúan contra el progreso y la democracia.
Hay muchos.
Otra maestra que tengo dice que son los
machos muy evidentes que tienen doble moral: que golpean a sus esposas;
que justifican casi todo lo que otros hacen y al mismo tiempo se
santiguan los domingos en la iglesia católica y besan la mano de sus
madres. Son aquellos que justifican la represión y piensan que las y los
campesinos son flojos. Los que aseguran que un día hubo matriarcado y
sostienen que no debe haber libertad, de ninguna clase.
En
fin, que estos pensamientos, en cuerpos de hombres y mujeres, existen, y
son en la práctica enemigos del progreso, la ciencia y el conocimiento.
Que suponen que todo debe tener un orden inamovible.
Ninguna de
nosotras piensa que deben ir al manicomio o a la cárcel. Nuestra
militancia impide pensar que debían ir, como en la inquisición, a la
hoguera. Pero lo que sí podemos proponer es que no los dejen llegar a
sitios de poder. Cuando Hermosillo habló de la familia, hablaba de otro
país; cuando habló de ser católico, mostró que no conoce nada de esa
religión y no ha leído los discursos del papa Francisco; cuando habló
del matrimonio, mostró su ignorancia y cuando habló de la libertad de
las mujeres y sus derechos sexuales y reproductivos, mostró que no
conoce la Constitución.
Por todo esto aplaudo la acción rápida de Inmujeres, que preside Lorena Cruz Sánchez, porque alguien tiene que hablar, porque no existe el famoso observatorio civil de la violencia,
porque no existe forma de advertir y contestar a estos nuevos
dictadores que con su lengua violan la Constitución de la República,
porque no existe un mecanismo para denunciar a quienes usan su voz y el
micrófono para mantener la discriminación, la ofensa al estado laico y
la violencia contra las mujeres.
Cómo me lamento de la falta de un
potente movimiento de mujeres. Cómo lamento no tener un canal de
televisión feminista, como lamento que no exista una conciencia
colectiva de la humanidad de las mujeres; como lamento que no haya una
voz, potente, en todos y por todos los medios. Que nos perdamos en la
simulación y las palabras sin sentido y sin hondura.
Por ahora es
fantástico que alguien esté atenta como institución a señalar estas
barbaridades. Hay que reflexionar para no ahogarnos en la ignominiosa
actitud, de que ya sé, aunque no sepa y de sólo yo puedo hablar. El
Inmujeres está atento, como institución. No leí otras protestas. Miren a
las que cuidan el lenguaje, Víctor Hermosillo, vulgar y misógino, se refirió a las mujeres como una cosa: “los hombres se dan unas agasajadas bárbaras y no se casan. Están muy a gusto”, es
decir, lo que dijo es inadmisible. No vi cartas de repudio, ni una
manifestación. Nada más lo oficial de Inmujeres. ¿Estamos perdiendo el
rumbo? O simplemente, como Juan Pirulero, cada quien atiende a su
juego.