Nueva York •
En marzo del 2013, y ante “el colapso del pensamiento”, un heterodoxo
grupo de académicos, encabezado por Eduardo Subirats, fundó la revista
digital Crisis & Crítica.
Y esa fue la excusa perfecta para platicar con este exiliado
intelectual del postfranquismo español que ha profundizado en las
tinieblas de la filosofía, la política y la cultura.
Crisis global y Nueva Crítica nació
en el fondo de la UNAM, en un seminario semiclandestino titulado
“Invitación al Apocalipsis”. Es una revista electrónica que pretende
tres objetivos: burlar las fronteras y censuras institucionales y
lingüísticas que rigen las relaciones entre Norteamérica y la América al
sur del río Bravo, romper las barreras de control corporativo y
lingüístico por parte de la academia norteamericana que reduce la
investigación de las Humanities a
una tarea reproductiva en el mejor de los casos irrelevante, y en
tercer lugar, crear un espacio de dialogo humanista latinoamericano que
no respete las divisiones burocráticas y las dependencias lingüísticas
impuestas por la universidad corporativa. Y todo eso atravesado por el
proyecto de una nueva teoría crítica a la altura de las condiciones
generadas por los nuevos poderes tecnológicos globales. Un amplio y
ambicioso proyecto intelectual…
-¿Fue el exilio intelectual de España el motor de su crítica visión de la hispanidad?
Yo me fui de España durante el Estado de Excepción fascista de 1972. Mi madre y mi educación eran germánicas. Mi padre era republicano catalán. Ambos habían huido de los campos de concentración del nazismo y del franquismo. Yo nunca me sentí “español”. Tampoco alemán. Ahora tengo un pasaporte norteamericano. Esa condición de exilio es
hoy universal. Su concepto lo formuló Thomas Mann frente a una Alemania
completamente arrasada por millares de toneladas de bombas aéreas. Es
un exilio sin retorno. Tras la destrucción militar de Europa, Mann se
refugió en Suiza.
Pero el exilio sin retorno también es la condición absoluta del
pensamiento, desde Pitágoras y Sócrates hasta Ibn’ Arabi o Ibn Gabirol,
por mencionar autores clásicos.
-Como
intelectual nacido en España, ¿cómo se ha librado de este sentimiento
de superioridad compasiva o misionera propia de los españoles cuando
hablan de América Latina?
Cuando
era estudiante de medicina en Barcelona leí una única entrevista del
historiador exiliado español y ciudadano norteamericano Américo Castro,
cuyos libros estaban (y están) censurados en España. Y recuerdo una
frase: España jamás podrá tener una relación inteligente con las América
y el mundo mientras siga negándose a reconocer su propia y conflictiva
historia. Los incontestados e incontestables eventos históricos del
postfranquismo español han sido el Centenario del Descubrimiento, el
Centenario del Desastre de 1898, y el Centenario de las Cortes de Cádiz.
Han sido tres modelos de falsificación y trivialización pública de la
memoria. Una falsificación incontestada por la mediocridad española.
Esta nunca podrá reconocer que Iberia fue el espacio multireligioso que
dio nacimiento al Primer Esclarecimiento Europeo en los siglos XII y
XIII, con obras como las de Maimónides o Ibn Rushd (Averroes) que deben
considerarse como el origen del concepto filosófico de Europa (concepto
que excluye a la España contrarreformista y actual). Jamás podrá
reconocer la envergadura de las altas culturas maya, inca, zapoteca,
guaraní o azteca, porque las destruyó sistemática y absolutamente. Y
jamás podrá reconocer el alto precio que pagó por su triunfante aventura
feudal en América: el atraso intelectual, moral y social que hoy le
convierten en la última rémora de la Unión Europea.
-Miguel
León Portilla inventó el cuestionado concepto del “encuentro de dos
mundos” para los festejos del Quinto Centenario en 1992. ¿Fue El continente vacío (Siglo XXI, 1994) su forma de responder a esta visión ecuménica y amigable de la conquista española de América?
En
cuanto a León Portilla no se me ocurre nada. Es el mayor responsable de
la falsificación de la historia precolonial mesoamericana. En cuanto a El Continente vacío fue
mi respuesta a mi experiencia personal viajera a lo ancho de México,
Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Guatemala… en los años ochenta. Fue
la respuesta a la despreciada riqueza intelectual y cultural de sus
pueblos. Cierto: es una crítica letal contra la Teología de la
Colonización. Y esa crítica fue la razón de que la edición española
fuera destruida. Pero esta obra es, sobre todo, el primer reconocimiento
filosófico al Inca Garcilaso de la Vega, el primer humanista de América
latina y a su restauración del orden espiritual del mundo o los mundos
americanos.
-¿Existen dos líneas literarias contrapuestas en la cultura latinoamericana?
En mi último manuscrito Mito y literatura (2011)
explico claramente sus señales de identidad: crítica de una
independencia traicionada, reconocimiento (no exactamente restauración)
de las memorias de los pueblos históricos de las Américas, o sea las
memorias indígenas o africanas, una concepción literaria y filosófica
que arranca de los mitos (no de su parodia comercial “mágico–realista”),
y un proyecto lingüístico, cultural y político soberano. En Paraíso o en su versión reducida, Una última visión del paraíso (FCE, 2004), reconstruyo los mismos signos de identidad en la arquitectura y el arte latinoamericanos del siglo XX. No tengo nada más que decir.
-¿El
"imperio de las gramáticas y lexicografías coloniales" sigue dirigiendo
la vida cultural de América Latina dos siglos después del fin del
imperio español?
Ya no se le puede llamar imperio.
Es un caciquismo de barrio, económica, científica y tecnológicamente
impotente: la Real Academia Española. Su lema sigue siendo “limpiar” (lo
que significa eliminar las huellas étnicas extrañas, desde el hebreo y
el árabe hasta el guaraní o el náhuatl, del español desesclarecido de
Valladolid), y darle el “esplendor” de una lengua científicamente
irrelevante a través de una política de premios literarios que ha
celebrado la mediocridad a manos llenas.
-¿La
oralidad o experiencia de lo sagrado como contraposición a la cultura
de los escribanos, los soldados y los comerciantes que conquistaron
América sigue siendo válido en las ciudades perdidas del siglo XXI?
Imagino
que ésta era la creencia de los misioneros que torturaron y asesinaron a
los sacerdotes nahuas, incendiaron sus códices y redujeron a polvo a
sus dioses. En las minas y las encomiendas el trabajo etnocida y
militarmente organizado debía transformar a las Américas en un páramo
como el de Castilla. Sin embargo, no fue así. El verdadero espíritu de los pueblos nunca muere.
-Ha
dicho varias veces que las fracasadas revoluciones hispanoamericanas
son superiores a la norteamericana por su carácter inclusivo de los
pueblos colonizados. ¿Podría explicar mejor una idea tan a
contracorriente de lo establecido?
Estamos preparando, una serie de intelectuales mexicanos y norteamericanos, el número dos de Crisis & Critica que precisamente incide frontalmente sobre esta falsificación de la relación Norte/Sur de las Américas. Se titula Esclarecimiento en una edad de destrucción.
Y plantea, en primer lugar, la necesidad de reivindicar el
esclarecimiento contra la escuela francesa, que lo ha degradado a un
asunto de panópticos y manicomios. Pero el telón de fondo de este
proyecto es más intenso que eso: demostramos que el Enlightenment de América del Norte, y sus Human Rights, es un programa filosóficamente limitado que, desde los Founding Fathers, define un proyecto imperial. Atacamos esta versión limitada e imperialista de enlightenment.
Al mismo tiempo cuestionamos la mera existencia de un Esclarecimiento
(la palabra “Ilustración” es semánticamente un absurdo y carece de
referente) en el mundo de habla hispano–portuguesa, dominado hasta
entrados en el siglo XIX por la Inquisición.
-¿Qué nombres representarían esta ilustración decapitada?
En mi libro Memoria y exilio,
que el próximo año reedita la editorial Anthropos en una versión
ampliada y corregida bajo el título Reformar la memoria, señalo también
los grandes testimonios de este esclarecimiento escamoteado por los
teólogos de la liberación eclesiástica: Blanco White y Francisco Goya en
España, Simón Rodríguez en Venezuela. Son tres grandes reformadores y
esclarecidos, y los tres exiliados paradigmáticos de la monarquía
hispano católica. Sus obras siguen siendo censuradas por la industria
cultural y la academia a ambos lados del Atlántico.
-En su lectura personal, Pedro Páramo representaría
ante todo el inframundo ahogado, el misterio de lo sagrado que late
como prueba visceral y agónica de una Atlántida precolombina. ¿Es una
forma de romper con los tópicos que cubren esta obra crucial?
La realidad profunda de los pueblos de América la configuran sus memorias mitológicas y religiosas. Pedro Páramo es
una gran novela porque revela esas memorias enterradas, las memorias de
las diosas femeninas del Reino de Tláloc, y las opone, en una
complicada trama, al mundo corrupto del cristianismo y el caciquismo
postcoloniales. Naturalmente, la ignorante academia norteamericana
neutraliza la fuerza reflexiva de este planteamiento político y poético
catalogándolo como neosurrealismo tercermundista o realismo mágico.
-El
realismo mágico es, a su parecer, una forma de negar o cosificar la
realidad latinoamericana pero ¿la novela de Carpentier no cuenta mejor
que mil libros de historia las claves de la primera revolución americana
en Haití?
El
problema aquí es lo que se entiende por “contar”. La estilización de
las maravillas del Nuevo Mundo ha sido una fijación del público europeo
desde la traducción alemana del siglo XVI de La destrucción de las Indias de Las Casas hasta la traducción alemana de Cien años de soledad en
el siglo XX. La ficción comercial, las artes plásticas comerciales y
los eventos culturales comercialmente diseñados reproducen hoy ese mismo
principio.
-¿Son las derivas políticas del mesianismo cristiano algo peligroso, como lo expresaba Enrique Krauze en un famoso artículo de Letras Libres llamado “El mesías tropical”?
El
concepto de mesías es bastante complejo. El retorno de Quetzalcóatl,
que los misioneros coloniales identificaron propagandísticamente con
Cortés, representa un mesianismo esclarecido.La Tierra sin mal de los indios guaraníes es un mesianismo espiritual. El templo a la Tierra fecunda de
Chapingo, realizado por Rivera, representa un mesianismo revolucionario
moderno vinculado a un orden armónico de la civilización y la
naturaleza en cuyo centro está el culto a la Gran Madre de las
religiones mesoamericanas antiguas… El mesianismo es un tema apasionante
que no tiene fin. Pero a esos periodistas amarillos simplemente los
ignoro.
-¿Por qué le produce tanto enojo el giro que ha tomado la vida académica en los últimos 30 años?
Los
estudios culturales son la caricatura de la tradición hermenéutica que
en América latina representan Antonio Cándido y Ángel Rama, y en Europa,
Adorno o Ernst Bloch. En la ejemplar universidad norteamericana de
hecho ya no existen los estudios literarios y la tradición humanista ha
sido suplantada por un ejército de ignorantes especializados, o sea, los
expertos. Tampoco se me ocurre nada sobre ellos.
-Me fascina el concepto de "multiculturalismo de apartheid" pero ¿qué significa exactamente?
Significa
que todos somos igualados bajo una misma ley, pero todos estamos
separados por innominadas fronteras de raza, género, clase social,
conducta sexual u otras infinitas clasificaciones y subcategorías. Su
modelo clásico lo proporcionó el campo de concentración de Buchenwald en
el que los prisioneros estaban rigurosamente clasificados y
diferenciados en sus uniformes con respecto a la raza (judíos, gitanos,
eslavos), sexualidad (homosexuales, ofensores de la pureza racial) o
idearios políticos (comunistas, socialdemócratas, etc.). Este modelo hoy
se aplica en gran escala. Solo quiero recordar que a este modelo de
democracia racial vigilada, Darcy Ribeiro opuso el modelo brasileño de
creación de pueblos nuevos a partir de la mezcla sexual y espiritual de
razas y religiones “opuestas”.
-Desde Las poéticas colonizadas de América Latina al aún inédito Mito y literatura, pasando por Siete tesis contra el Hispanismo,
una idea obsesiva recorre sus reflexiones: reivindicar los mundos
arrasados por la arrogancia imperial. ¿Sigue solo en esta búsqueda o
siente que desde las universidades alguien sigue su mismo camino?
En este momento hay un colapso del pensamiento. México no es una excepción. Pero Crisis & Crítica es
un intento de abrir un cauce a los intelectuales que se empeñan a
pensar de manera soberana e independiente, y por eso la academia
corporativa les cierra el camino.
-En su vida universitaria parece que le ha salido caro ir por la libre. ¿A qué cree que se deba?
Solo
tengo que recordar que Kant, en su famoso artículo “¿Qué es el
esclarecimiento?”, puntualizaba: No vivimos en una edad esclarecida,
sino en una edad de esclarecimiento. Y esclarecimiento supone acción,
dinamismo, creación, y eso siempre molesta tanto a editores comerciales
como a profesores corporativos. No por eso dejaremos de pensar.
-La
civilización no se opone a la barbarie, se revela ella misma como
barbarie. ¿Hace suya esta conclusión que extrae de la lectura de Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos?
La
identificación de la civilización capitalista y su expansión
imperialista con el desprecio a la vida humana, la destrucción de
memorias culturales, la expansión universal de la corrupción y el crimen
organizado, los genocidios de diversas especies y la guerra científica
como su más alto exponente, ha sido un motivo constante de reflexión
desde el holocausto de Auschwitz y su coronación en el holocausto
nuclear de Hiroshima y Nagasaki. La lógica del progreso es la lógica de
la barbarie.
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