Dinero
y militares: las señales de que Estados Unidos va con todo por
apropiarse del Ártico. Llega tarde a la carrera: Rusia le lleva la
delantera desde el punto de vista tecnológico en el área. La apuesta
estadunidense parece ser, al mismo tiempo, la confirmación de que el
cambio climático no se detendrá y los casquetes polares se derretirán.
Incierta, la cantidad de petróleo contenida en esas regiones
Carey L Biron/IPS
Washington,
Estados Unidos. Este país lanzó una estrategia global para su actividad
militar en el Ártico, destinada oficialmente a equilibrar “la seguridad
humana y la del ambiente” en la región, pero en la que activistas ven
una ofensiva para crear mejores condiciones de negocios para la
explotación de sus ricos yacimientos de hidrocarburos.
“Esta nueva estrategia tiene
una enorme importancia porque reconoce la creciente influencia de la
región del Ártico para Estados Unidos y como una zona de posibles
operaciones militares”, dice a Inter Press Service (IPS) el investigador
Seth Myers, del Instituto Ártico, un centro de estudios con sede en
Washington.
“Pero la cuestión más
importante que plantea es cómo se pagarán las nuevas capacidades”, en
una época de intensos recortes presupuestarios en Washington, agrega.
La estrategia presenta al
Ártico como si estuviera en un “punto de inflexión” por la reducción de
la capa de los hielos y el aumento de la actividad humana.
En 2012, los científicos registraron los menores niveles de hielo ártico
en la historia, mientras que unos 500 barcos navegaron las aguas del
Océano Ártico entre Alaska y Rusia, un número 50 por ciento superior al
que transitaba la zona a mediados de la década pasada.
El secretario de Defensa
estadunidense, Chuck Hagel, dijo que los expertos prevén que esa cifra
de naves se multiplique por 10 en la conocida como “Ruta del Mar del
Norte”.
“Ahora que las rutas
marítimas del Ártico empiezan a registrar más actividades como el
turismo y la navegación comercial, el riesgo de accidentes aumenta”,
dijo Hagel el 22 de noviembre pasado en el V Foro de Seguridad
Internacional, celebrado en la ciudad canadiense de Halifax y en el que
lanzó la nueva estrategia.
El secretario reconoció que
“la migración de las poblaciones de peces llevará a los pescadores a
áreas nuevas, desafiando los planes de gestión vigentes.
“Y aunque habrá un mayor potencial para explotar lo que puede llegar a
representar 25 por ciento aún sin descubrir del petróleo y gas del
planeta, una avalancha de interés en la exploración de energía tiene el
potencial de aumentar las tensiones con respecto a otros temas”,
advirtió.
Actualmente los científicos
sugieren que las aguas del Ártico podrían quedar casi totalmente libres
de hielo durante 1 mes al año desde mediados de la próxima década, y
extenderse más tiempo estos periodos de deshielo total desde 2030.
Algunos temen que estas nuevas condiciones provoquen un “todo vale”
mundial. Hagel consideró esto como “desafíos sin precedentes”, y
continuó:
“A lo largo de la historia,
la humanidad compitió por descubrir la próxima frontera. Una y otra vez,
el descubrimiento fue rápidamente seguido por el conflicto.
“Debemos manejar con
prudencia estas posibilidades del siglo XXI. Con el fin de aprovechar
todo el potencial del Ártico, las naciones deben colaborar y fomentar la
confianza mediante la transparencia, la cooperación y el compromiso.”
¿Un nuevo liderazgo?
La
nueva estrategia se dio a conocer mientras Estados Unidos se prepara
para asumir, en 2015, la presidencia rotatoria del Consejo del Ártico,
un foro intergubernamental clave para la gobernanza regional.
La presidencia del Consejo
brindará a Washington un liderazgo renovado en temas del Ártico. De
hecho, muchos ven en la nueva estrategia militar un paso importante para
consolidar la naciente política de Estados Unidos sobre el tema en
general, aunque por el momento esa visión se mantiene relativamente
vaga, quizá estratégicamente.
El Pentágono (Ministerio de
Defensa de Estados Unidos) señala que tratará de ampliar su comprensión
del ambiente del Ártico y su presencia en la región, mientras promueve
la colaboración en una serie de temas.
Actualmente Estados Unidos
mantiene unos 27 mil efectivos militares en Alaska. Hagel afirmó que la
Armada presentará un nuevo plan para sus operaciones a finales de año.
Pese a esa cifra, en algunos
aspectos, Washington arranca desde una posición relativamente débil.
Otros países del Ártico ya se movieron con mayor decisión para ocupar su
lugar en la región.
Mientras, debido a los
recortes presupuestarios federales, las Fuerzas Armadas estadunidenses
lidian con su primera reducción de fondos importante en décadas. Está
previsto que los recortes anuales continúen a lo largo de la próxima
década.
“No es para nada cierto que
Estados Unidos sea líder en este punto [del Ártico]. Según los
indicadores cuantificables, Rusia tiene, por lejos, la mayor cantidad de
intereses y capacidades”, refiere el investigador Myers.
Por ejemplo, Washington “sólo
tiene dos rompehielos en la región, propiedad de la Guardia Costera, y
ahora mismo, el grado en que Estados Unidos va a ser una presencia
activa en el corto y mediano plazo sigue siendo incierto, en gran parte
por los recortes presupuestarios.
“Por eso su estrategia pone tanto énfasis en las asociaciones” (con terceros), agrega.
La carrera militar del Norte
A otros les preocupa la forma que podrían tomar esas asociaciones, y la mezcla final de sus objetivos.
La nueva estrategia militar
se basa en un documento de visión más inmediata, presentado a principios
de 2013 por la Casa Blanca, que
fue criticado por centrarse demasiado
en el potencial de extracción de combustibles fósiles. Críticas
similares recibió la orientación política del propio Consejo del Ártico,
conformado por los ocho países del área.
“Nos complace que la
estrategia para el Ártico del Departamento de Defensa reconozca la
disminución de los casquetes de hielo en el Ártico”, comenta a IPS el
activista Gustavo Ampugnani, líder del equipo ártico de Greenpeace,
organización muy crítica con la especulación petrolera en la zona.
“Pero el enfoque no debe
verse como una oportunidad para las empresas, ni para crear mejores
condiciones de negocios para la explotación de sus recursos”, remarca.
Señala que “el derretimiento
del hielo marino en el Ártico es un símbolo de la destrucción del
planeta, no un incentivo para ir allí y tomar todo lo que hasta hace muy
poco no era posible tomar”.
Según cálculos de Estados
Unidos, el fondo del Océano Ártico alberga una proporción importante de
las reservas de hidrocarburos sin explotar del planeta, incluidos
alrededor de 15 por ciento del petróleo y hasta un 30 por ciento de los
yacimientos de gas.
La estatal rusa Gazprom ya
comenzó a perforar en busca de petróleo en un lugar donde 30 activistas
de Greenpeace fueron detenidos en septiembre y varios siguen presos.
Mientras, la compañía angloholandesa Shell intentó hacerlo varias veces
en aguas estadunidenses.
“Si los países otorgan
concesiones para permitir más espacio a las corporaciones petroleras, se
acelerará no sólo la industrialización del Ártico, sino también las
inversiones en presencia militar, [impulsoras de] una carrera militar en
el llamado Lejano Norte”, según Ampugnani.
“Desde nuestra perspectiva,
la mejor manera de mantener a la región en paz, estable y libre de
conflictos, es darle prioridad a la labor científica, en un espíritu de
cooperación, para entender más cómo el ecosistema del Ártico es clave
para la regulación del clima mundial”, concluye.
Washington le restó
importancia a posibles tensiones en la región derivadas de los recursos
naturales en el futuro inmediato, con el argumento de que la mayoría de
las reservas de petróleo y gas está relativamente cerca de la costa y,
por lo tanto, dentro de aguas territoriales claramente definidas.
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