Los afanes desestabilizadores de gobiernos populares —como el boliviano— por parte de la administración de Barack Obama se manifiestan de la mano de políticos de la derecha y algunos medios privados de difusión a través de la llamada “guerra de cuarta generación”, afirmó la politóloga Helena Argirakis.
El punto de vista de la cientista política surge a propósito de la reciente denuncia de complot del presidente Evo Morales —contra su autoridad y el Gobierno boliviano— por parte del Departamento de Estado de EEUU, a lo que se suma la campaña mediática de supuesto desborde del narcotráfico en Bolivia.
“Frente al fracaso de sus operadores, que son los partidos políticos tradicionales, ingresan en la consigna de desestabilizar para reequilibrar la región para un retorno más propicio de la derecha, por eso se puede esperar todo para acabar con los gobiernos progresistas, populistas, socialistas como Bolivia”, dijo.
Según el análisis de Argirakis, el hecho de que el presidente de EEUU, Barak Obama, tenga escasas posibilidades de reelección por el fracaso de sus políticas, dará paso al retorno “de la derecha cavernaria, como no se había visto en 30 años de la historia estadounidense”.
Para esos partidos de ultraderecha a los que está vinculado un sector reaccionario de Bolivia, “los gobiernos progresistas, indianistas y populistas son un estorbo”, dijo.
Para el también analista Marcos Domic, las sospechas del presidente Morales de un complot están basadas en actitudes del Departamento de Estado de Estados Unidos. El objetivo es claro, “quieren desestabilizar el gobierno de Evo Morales con el pretexto de lucha contra el narcotráfico”, sostuvo.
MEDIOS, AMPLIFICADORES
Argirakis señaló que, en este escenario, algunos medios privados en Bolivia apuestan a “sus últimos aleteos de ahogado”. Ante la ausencia de proyecto de una derecha “debilitada y destrozada”, se apropian de la consigna política de la oposición para bloquear, perjudicar y entorpecer cualquier tipo de imagen positiva del Gobierno como la Ley de Telecomunicaciones que está en revisión en el Senado.
En la coyuntura, esa situación está ligada con la Ley General de Telecomunicaciones que se gesta en la Asamblea Legislativa Plurinacional, la cual, en criterio de Argirakis, “específicamente pone límites a las empresas de televisión privadas”.
Ante esta política gubernamental que busca proteger “al consumidor (receptor), estos medios vuelven a salir a la palestra para convertirse en operadores políticos de la oposición derrotada y fracasada”.
CONSTRUYEN LA REALIDAD
“Actualmente existe lo que se llama la guerra de cuarta generación que es el uso de la televisión e Internet, no tanto la radio, para formar la realidad virtual, distorsionando lo que es la realidad tangible de avances de obras y gestión pública”, sostuvo.
Argirakis afirma que en muchos casos la construcción de esta realidad ficticia es incluso a partir de hechos falaces. “Explotan y magnifican los hechos que ni siquiera son reales sino falsos”, expresó.
“El objetivo es la generación de manipulación en la conciencia de la formación de la opinión, la credibilidad y la imagen de los tomadores de decisiones de las instituciones”, subrayó.
Precisamente, el domingo en Cochabamba, el presidente Evo Morales denunció planes de complot del Gobierno estadounidense para vincularlo con el narcotráfico.
“Quisieran seguramente que el avión de la Presidencia (de Bolivia) caiga con cocaína; dos veces (ya) hemos escuchado decir (en versiones de prensa) que ‘el avión de Evo Morales fue detenido en EEUU por que se ha hecho pillar con cocaína’ cuando, este último año, ni hemos ido a ese país”, afirmó el Jefe de Estado en esa oportunidad.
Argirakis explicó que la llamada “guerra de cuarta generación” en estos casos es efectiva, porque el “daño ya se hizo a través de la ‘rumorología’, que es la propagación de la mentira”.
Asoció este caso con las declaraciones de una diputada de la oposición, el lunes en Santa Cruz, en sentido de “hacer un microaspirado al avión presidencial para detectar si tiene cocaína”.
Para la politóloga, esta declaración que “se pasó de la raya” demuestra que la presunción y el falso testimonio en infinitivo muestra, además, que la mentira no tiene límites y lo “peor es que al lanzarse por los medios esto queda en la memoria colectiva”.
Al respecto, el presidente de la Cámara de Diputados, Héctor Arce, dijo que los afanes de desestabilización y complot contra el Gobierno de Bolivia confirman que las políticas sociales y económicas del gobierno de Evo Morales inquietan a EEUU.
“El compañero Evo Morales inquieta a los imperialistas, no nos olvidemos que en la emergencia de su liderazgo varias organizaciones han intentado vincularlo con el narcotráfico. Hoy por hoy, estas transformaciones que estamos llevando a cabo los bolivianos generan mayor preocupación, mucho más cuando en América del Sur varios gobiernos avanzaron hacia un mismo propósito”, sostuvo.
El ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, en una entrevista en Bolivia TV el lunes denunció a algunos medios privados de difusión, como El Diario, el Nuevo Sur, El Día, de emitir “una propaganda negra” (fabricar mentiras) por difundir información falsa (referida a un presunto liderazgo en la producción de marihuana) pese a que organismos como la ONU desmintieron esos datos.
El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro, vio en esas acciones afanes para que la norteamericana DEA retorne al país.
Ante la ausencia de normativas que obliguen a retractarse y asumir responsabilidad penal, la analista Argirakis planteó un urgente “debate político” sobre el tema.
Fuente: FMBolivia.net
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